Saberes y producción limpia en el Chocó Andino

APRENDIZAJE. Con los productos que ofrece la tierra de Mashpi se cocinan exquisitos platos.
APRENDIZAJE. Con los productos que ofrece la tierra de Mashpi se cocinan exquisitos platos.

Las 60 familias de las comunidades de Mashpi y Guayabillas, pertenecientes a la parroquia Pacto, en el noroccidente de Pichincha, se han involucrado en el proyecto Reverdecer, que busca la transición de la producción convencional a una natural y orgánica. Todo esto para beneficiar la nutrición de sus pobladores, incentivar el turismo y convertirse en los protectores de la naturaleza. La rica diversidad de esas comunidades asentadas en la zona de amortiguamiento del bosque del Chocó Andino, no solo es la flora y la fauna, sino también los conocimientos de cada familia, que han comenzado a ser compartidos en la escuela de agroecología, denominada ‘Saberes del Chocó Andino’.

La escuela dictará cinco módulos sobre la diversificación de la producción, la alimentación, el manejo agropecuario, el procesamiento de productos y la comercialización. “Lo interesante es que el proceso de aprendizaje es a través del compartimiento de experiencias y conocimientos entre los participantes”, explicó Marco Marcillo, técnico de la fundación Heifer Ecuador.

PRODUCCIÓN. La fertilidad de la tierra, por su privilegiada ubicación, proporciona una variedad de frutas.
PRODUCCIÓN. La fertilidad de la tierra, por su privilegiada ubicación, proporciona una variedad de frutas.

Hacia lo natural
Con la escuela, impulsada por las fundaciones Heifer y Futuro, se quiere abrir el camino para que los habitantes de las comunidades transiten de una agricultura convencional, de químicos y monocultivo, hacia una producción diversificada, agroecológica y de permacultura, que no contamine y que potencie otras alternativas, como el turismo. “Es una zona muy rica en paisaje, clima y alimento”, enfatizó Rosa Rodríguez, directora de Heifer.

Al término del primer módulo, los miembros de las comunidades, apoyados por chefs profesionales y los dueños de fincas que han emprendido en el cambio de su manejo desde hace algunos años, presentaron una nueva mirada gastronómica, producto de la fusión de frutas, legumbres y verduras que producen en sus tierras.

En la degustación, que se realizó en el centro poblado de Mashpi, comunidad ubicada a tres horas de Quito, se mostraron diferentes formas de construir platos gourmet con cacao nacional, palmito y frutas tropicales.

El palmito natural, en crema y en mermelada, lo combinaron con tostada de verde, helado de guayaba y torta de plátano. Al cacao lo juntaron con muchines de yuca y tamales de plátano; unieron naranja, ciruelos, borojó, maduro deshidratado y harina de coco, para formar un postre. En estas presentaciones estuvieron también la albaca, la menta, el cardamomo, la hortiga y otras hierbas que crecen de forma natural.

El turismo en la mira
Si bien el turismo comunitario forma parte de las actividades de la comunidad de Mashpi, el proyecto Reverdecer busca incrementarlo a través del manejo adecuado del entorno natural y también de la buena gastronomía.

La idea es que se oferte el mismo plato, pero con un toque especial de la zona, dijo Carolina Proaño, directora de la fundación Futuro, entidad que ha trabajado con las comunidades que se asientan alrededor de la reserva privada Mashpi, con el fin de compartir recursos y conocimientos para lograr un desarrollo compatible con la biodiversidad, proteger el agua y la tierra.

La propuesta de Reverdecer las fincas y territorios de los habitantes de Mashpi y Guayabillas están tendiendo un puente entre la cocina y la producción, mencionó el chef Esteban Tapia, quien con sus colegas María Fernanda Barriga y Ronald Morocho contribuyeron a crear nuevas propuestas gastronómicas en el lugar.

Ese puente también permitirá caminar hacia la eco y etnogastronomía, y ayudará a fortificar, prevalecer y conservar la diversidad cultural y natural, concluyó Tapia. (CM)

Zona biodiversa
° El Chocó Andino, declarado en 2018 como Reserva de Biósfera por la Unesco, es una de las zonas más biodiversas del mundo. 286.000 hectáreas de bosques, fincas y comunidades apuestan por la conservación de esta zona privilegiada.

En ese bosque viven 700 especies de aves, 100 de mamíferos y alrededor de 3.200 plantas.

Alberga las áreas de conservación y uso sustentable (ACUS): Mashpi, Pachijal y Yunguilla, y se ha construido un corredor natural de 65.000 hectáreas para proteger al oso de anteojos.