Segundo Vilcacuando, incansable trabajador

MAESTRO. Enseña a Anderson a elaborar una cuerda de cabuya.
MAESTRO. Enseña a Anderson a elaborar una cuerda de cabuya.

Trabaja de domingo a domingo y eso le mantiene sano. Don Segundo Vilcacuando Toapanta, de 95 años, es un personaje respetados del mercado Santa Clara, en el centro de Quito, pues es uno de los fundadores de este tradicional centro, inaugurado en 1951.

Es oriundo de la parroquia de Guaytacama, en Latacunga, donde en su infancia y pronta juventud se dedicó a la agricultura y también aprendió algunas manualidades, como tejer cabos o cuerdas de cabuya o la alfarería. A sus 25 años, y ya casado con Rosa Elvira Iza, su eterna compañera, se trasladó a Quito, donde ha hecho su vida junto a sus siete hijos (la mayor fallecida) y sus 21 nietos. Nacido en la Navidad de 1924, Segundo se mantiene lúcido y es un conversador con risa amable. Lo único que le molesta en su salud es la próstata. Su hijo, Ricardo, dice que su padre se mantiene así porque su vida es trabajar. Se levanta a las 04:00 y está en su negocio de venta de alfarería, en el segundo piso del mercado, a las 07:30. Se mantiene ahí, junto con su esposa, hasta las 17:00. “Esa es su vida, trabajar. Él no sabe lo que es un jubilado, y eso le mantiene bien”, dice Ricardo. Don Segundo se lamenta de que sus hijos no hayan aprendido a elaborar cabos de cabuya, un oficio que le está enseñando a Anderson, un joven venezolano de 20 años. Espera que este muchacho siga elaborando esas cuerdas y lo hace con técnicas muy antiguas, cuando los españoles ocupaban estas tierras. Por lo pronto, Segundo se mantiene activo y se acuesta temprano cuando llega a su casa, en el barrio La Colmena, en el centro de la ciudad.