Historias que contar

Yadira Torres

Dícese que a la historia se la puede leer como una novela cargada de hechos extraordinarios y protagonistas singulares, que humanizando a héroes y heroínas no podrían lograr tales hazañas y heroísmos, sin embargo, los aceptamos, pero, qué difícil contarla cuando esta mentalizada de visiones, ambiciones, celos, mezquindades.

Hoy, ante la catástrofe de la Amazonía, en Brasil, es un eco el reclamo realizado por Alessandra Munduruku, mujer indígena, a quien hace escasos meses su hogar era invadido por empresas mineras.

Ella mencionaba que “el indio es incapaz, el indio es un animal. No somos animales, animal es quien vive y nos está quitando los derechos. Nuestros derechos garantizados. Nos están quitando nuestras tierras para entregarlas a los lobos”.

“Y les digo a quienes están aquí: no vamos a entregar nuestras tierras, vamos a luchar”. La minería ilegal está invadiendo nuestra tierra, los taladores están invadiendo nuestras tierras. Nuestros líderes se están enfermando porque ahora ya no pueden sembrar. Los evangélicos están entrando en nuestras tierras. Para dividir a nuestros pueblos, borrando nuestra cultura y ahora quieren quitarnos nuestra alma. Y a Bolsonaro, le quiero decir, y a todos ustedes (diputados): Respeten nuestra vida, nuestro territorio, respeten nuestros derechos, respeten nuestros antepasados. Resistimos desde hace 519 años y aunque nos corten nuestra raíz, ella estará allá enterrada…”.

Hoy este baluarte biodiverso, ya deforestado, enreda en sus llamas la dignidad de sus habitantes y escupe entre cenizas a la responsable codicia, bajo la mirada de una civilización que cabizbaja aspira el humo salpicado de corrupción.

¡Cuántos bosques, animales, seres humanos se necesitaran perder, para que la conciencia se inmute con el dolor!

Una historia vergonzosa de contar. (O)

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