Un artículo de la revista Criterios (abril, 2010) analizaba los insultos proferidos por Rafael Correa en sus primeros tres años de mandato. En los chats de WhatsApp del teléfono de Mera hay un compendio de insultos con lenguaje pandilleril. Los chats de Correa, Mera, Alvarado, Glas, Morejón, Omar Simon y otros integrantes de la caterva correísta desnudan infamias del idioma. Usando el Diccionario de la Academia de la Lengua se las puede explicar.
Las “cojudeces” son, según el diccionario, tonterías y estupideces. Miserable es una palabra que viene del latín “miserabĭlis” (desgraciado) y “se me ponía de alfombra”, es decir que estaba en el suelo por él, son términos que usó Correa al referirse al ex alcalde de Quito, Augusto Barrera.
Correa habla de una memez (tontería, simpleza), cuando chateaba con Mera sobre la demanda del ex MPD contra Correa. Al militante de esa agrupación, Geovanni Atarihuana, Mera lo califica de cantinflesco (que actúa como Cantinflas) y Correa de idiota (poco inteligente o molesta a alguien con lo que hace o dice).
El hombre del maletín (personaje que compraba voluntades y votos en el Congreso) y Rasputín criollo (místico ruso y autoproclamado santo, cercano a la familia del último zar, Nicolás II), son términos que mencionó Correa cuando se refería a su ex ministro de Gobierno, Gustavo Larrea.
Falconí y Muñoz son “taimados” (ladinos y engañadores) y traidores (que quebrantan la lealtad o fidelidad). Mera y Correa le dicen bolsón (persona tonta y lenta) al entonces vicepresidente, por aceptar un sobreprecio a 540 millones en el tema poliductos. Me cabrea su lenidad (me molesta su debilidad) le escribe también Mera a Correa, sobre Glas.
En un chat del 12 de junio de 2017 escribía Mera: “Poco de pendejos (personas que actúan de manera tonta, miedosa, sinvergüenza y con poca astucia) creen que Solís es inocente”. “El mejor Lenín, Rafael y Jorge cojudos (que actúan en forma estúpida) o se hacen”. La información salió del teléfono de Alexis Mera y es parte del expediente del caso ‘Sobornos 2012-2016’. No hay que sorprenderse: el insultador y sus secuaces siguen haciendo lo que mejor saben hacer.