Terminar con el saqueo

Mariana Velasco

¿Qué pasaba hace dos milenios que nos importe sobre la corrupción política? Desde tiempos de Cicerón se era parte de una guerra de ofertas, batallas de difamación entre partidos y candidatos rivales, mientras que los cortejados y avariciosos votantes se embelesan con la adoración y el saqueo público que llueve o va a llover sobre ellos.

Hace tiempo que partidos y candidatos recurren a estrategias de campaña de medias verdades, si no de calculados engaños, artificios, ilusiones y otras estratagemas que muchos votantes, entonces y ahora, solo entienden y sospechan a medias que son un timo.

La mayoría del electorado se ve atraído y corrompido por una campaña electoral: la tentación de algo a cambio de nada, el deseo de seguridad en un mundo inseguro. Muchos recuerdan al pensamiento de Oscar Wilde: “Puedo resistir todo, salvo la tentación”.

El presente común de los gobernantes de América Latina, parece ser no soy corrupto. Ninguno es corrupto donde todos son corruptos, quisieran decir los gobernantes para evadir su crimen. No es así, los corruptos son la inmensa minoría.

La indetenible voracidad los empuja a corromper todo lo que tocan para tomarlo todo y rápido, cada vez más vertiginoso y en su paso encuentran funcionarios, políticos, empresarios y sectores dispuestos a corromperse y si no los hay, los crean como si fueran arquitectos del universo modelando en arcilla.

Lo público en nuestra América fue puesto a remate por sus gobernantes, para que los inversionistas adquieran sus últimas unidades. Comunicaciones, salud, agua, educación, playas, cielos, minerales, petróleo y energía, quedan pocas unidades. El gran botín, la Amazonía, que ahora se incendia, o las Islas Galápagos, serán los más grandes ‘shopping ‘mundiales. La tarea es terminar con el saqueo.

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