Que el maná caiga del cielo

Que se sepa, el maná cayó del cielo una sola vez. Sin embargo, en nuestra cultura latinoamericana esta idea es el pan nuestro de cada día. Está en cierto “corazón populista” que tenemos todos, o casi todos. Queremos que Ecuador sea próspero, pero sin que eso signifique sacrificios, trabajo esforzado, competitividad, dejar de echar la culpa a otros de nuestras deficiencias y falencias, en fin, ser en verdad ciudadanos.

Desde antes que hubiera tratos con el FMI y otras multilaterales financieras, la necesidad de una reforma laboral estaba a la vista de todos. Desde antes teníamos a un empresariado que, para cuidarse las espaldas, sacaba su dinero, es decir, el que sus trabajadores producían, para fuera del país a un paraíso fiscal o a otro que banco amable que se lo recibiera. Y luego a hablan del Estado obeso y un largo etcétera.

En buen romance, durante más de cuarenta años hemos necesitado que nos digan que la culpa es de este o aquel, o en todo caso del imperialismo sea cual fuere el apellido, yanqui o chino, por ejemplo. Nunca mirarnos por dentro, determinar qué nos falta, porque lo que nos sobra es el deseo de que todo se haga a nuestra conveniencia de manera fácil, sin que nos afecte, de forma segura, mágica, sin sacrificios, como demanda nuestro corazón populista.

Hay paros, plantones y cerramos carreteras, pintamos las paredes y amenazamos con esto o aquello, y seguimos oyendo y consolándonos con los “cantos de sirena” de eternos dirigentes sindicales y gremiales, y de políticos pusilánimes a los que damos el voto para que sean alcalde, prefectos, asambleístas y hasta presidentes. ¿Después? Nada, que algún día el maná caiga del cielo.


El cielo cura y el médico cobra la minuta”. Benjamin Franklin Estadista y científico estadounidense (1706-1790)

Matan los médicos y viven de matar, y la queja cae sobre la dolencia”. Francisco de Quevedo Escritor español (1580-1645)