Una vuelta por Ibarra

POR: Germánico Solis

La ‘Ciudad a la que siempre se vuelve’, es suelo grande del que nativos y extraños nos enorgullecemos. Podría hablar de las asombrosas páginas de su historia, paisaje, tradiciones y tantos rasgos que la hacen única.

La ciudad invita a caminar por avenidas y plazas, para con el murmullo de la vida, sentirla viva, en eterno desafío, orientada al progreso. Sentir el adelantamiento nos une a su barro, nos hace substancia de su andar altivo. Pero hay máculas que la deshonran, acciones y hechos que la infaman, denigran, humillan; ofensas que dan coraje, y que lastimosamente nada se puede hacer a causa de la anarquía.

Dar una vuelta por Ibarra es mirar el temple de una señora lanzando a la calle un balde de agua utilizada en el aseo de los trastos de su fonda. Ya no asombra el desamor a la ciudad por parte de quienes llenan las aceras con fruslerías. El tapizador adueñado de las aceras obligándonos a ir por la calle. La fealdad se evidencia allí donde los negocios de aluminio mal usan el suelo ajeno con sus armadurías.

Así está la ciudad, jaurías de perros mordisqueándose junto a los contenedores de basura, atiborrados muchos, otros moribundos como si un depredador gigante les diera porfiadas mordeduras acrecentando el espectáculo del desorden y cochinería. Nos han acostumbrado a mirar mecánicos y maestros eléctricos ejercer su actividad bajo los vehículos, irrespetando las legislaciones.

Duele y agobia mirar la ciudad en un estado deplorable, en la parte diagonal al Coliseo Leoro Franco, instalados con herramientas en la vía, servicios de negocios que arreglan faros, radios, luces, y colocan estridentes parlantes.

La ciudad es una vergonzosa verbena pueblerina, pitos, perifoneo desde los negocios, camiones del gas, vendedores de frutas, negociantes de chatarra. Calles y veredas utilizadas por vidrieros, publicistas, mecánicas, pintores, llanteros, reparadores de elevadores de autos, transporte pesado haciendo doble vía y bajando mercancías. Otros abusos: obstáculos fijados con saña en la vía pública por los dueños de negocios y que es útil para el libre parqueo. Los postes urinarios, las moscas y malas autoridades actores de estas ferias.