Resistamos a no ser irracionales como nuestros gobernantes

Pablo Ruiz Aguirre

Nos quejamos de un presidente irracional y las calles so pretexto de la protesta social se prestan para el vandalismo, para quemar cajeros, lanzar piedras a hermanos con uniforme que cumplen su trabajo. Nos quejamos de que no hay subsidio para la gasolina y muchos de ellos ni si quieran velan por el otro sino por el contrabando de la gasolina por la frontera. Nos quejamos de un presidente irracional y salimos a gritar no queremos estas medidas, pero no proponemos nada, ni que se cambien esos anuncios, ni que se reformen esas propuestas, ni damos alternativas. Tal como este artículo improductivo.

Los argumentos no entran por más fuerte que sea el grito. El país no se construye quemando llantas. El país no se construye pidiendo que vuelva el pasado y por supuesto tampoco se construye mientras escribo esto.

El problema es la clase política que existe. El problema no es que no aprendimos nada en 10 años solamente, no aprendimos nada desde el retorno a la democracia con los mismos enquistados que no han dejado nada. Que cuando se fue Bucaram, lo recibimos en brazos; que cuando le botamos a Lucio igual casi gana después la presidencia. Que cuando se minimizó la protesta social, la llamamos estabilidad y no nos gustó. Que cuando se evidencia la corrupción que hubo donde Correa seguimos diciendo vuelve. Que cuando vino un presidente a dialogar, dijimos no tiene mano dura, y dijo soy diferente, como Lenin Moreno, se le creyó habiendo sido vicepresidente de su antecesor. Que cuando Nebot dice ahora defiendo DDHH nos olvidamos lo que hizo con los escuadrones de la muerte.

Ya falló la inmundicia de neoliberalismo recalcitrante, y también el socialismo estatista que nos dejó endeudados y con innumerables casos de corrupción. Y el uno es producto del otro en este país. No podemos juzgar las realidades por separado. Este país debe buscar otras vías y mandar al tacho de la historia tanto a la política de corbata como a la piedra que daña al ciudadano.

Si yo disfruto por la paralización de un servicio, por agredir a otro ser humano o por pensar en mi metro cuadrado de tierra como ahora desde mi computadora y no en país, sin una reflexión previa en el contexto que se nos dejó, en que esta realidad es un efecto y no una causa, el problema no es la política, ni Carondelet, soy yo.

Respeto y aplaudo a quienes levantan su voz sin agredir, y a quienes proponen después de criticar y que también están en las calles. Niego sobre todo la pérdida de derechos laborales, pero la negación no me lleva a nada si no tengo una contrapropuesta que creo en unidad se debe trabajar. Antes de que seamos usados por la clase política que puso a un presidente ineficiente y que ahora como él hace dos años, trata de diferenciarse hay que identificar que la basura sigue siendo basura no importa el color del tacho. Antes de ser usados por una mente en masa, paremos a ver el bosque y no el árbol.

¿Resistimos? Resistamos a no ser irracionales como nuestros gobernantes y nuestros representantes. (O)

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