Ordenar la casa

Mariana Velasco

El crecimiento económico endeble, fragilidad de instituciones políticas, corrupción, delincuencia, violencia, pobreza y desigualdad, son problemas endémicos en Ecuador. Argumentos suficientes para sincerar la economía y eliminar las distorsiones y que el Gobierno asuma con responsabilidad medidas duras y necesarias. Decisión valiente, lejos de la popularidad.

Cinismo y carencia de autoridad moral para quiénes por cálculos electorales, no lo hicieron. Es tarea de todos, contribuir a ordenar la casa. El monopolio del transporte que recibe subsidio estatal, no puede estar por encima de la Ley. Los empresarios, deben dejar la queja de cargar por años, una mochila. Sin beneficios, no lo hubiesen hecho. Los sindicalistas deben estar acordes con la realidad laboral global y apuntalar nuevas y diversas formas de trabajo. Los ciudadanos, de una vez por todas, entender que no tenemos por qué recibir subsidios. ¿Qué decir de la clase política? A ella, más que a nadie, le debe interesar la casa en orden para el 2021.

El gasto inédito durante el boom petrolero, endeudamiento irresponsable, debilidad institucional y una corrupción solapada, se convirtieron en piedras en los bolsillos de los ecuatorianos que, aún no avizoran que la guerra comercial entre China y Estados Unidos, aumenta las posibilidades de que el mundo entre en una recesión. Significa que una posible crisis golpeará de manera despiadada a nuestra América y Ecuador, no será la excepción.

El FMI pasa factura. El ente internacional, testigo y veedor de cómo Lenín Moreno y su equipo, solucionarán de forma estructural los problemas económicos en materia de ingresos y gastos. En aras de la paz social, nunca es tarde para ordenar la escuálida economía ecuatoriana. Corresponde a la Asamblea Nacional, sin temor ni favor, aprobar reformas ineludibles del proyecto con carácter de urgente.

Sin llegar a la depresión colectiva, los efectos de la crisis son visibles, aunque no se la dimensione en su magnitud. En calles, plazas y mercados, el ciudadano clama por respuestas de cómo el Gobierno busca recuperar el dinero que sirvió para crear privilegios mientras el futuro de los ecuatorianos quedó hipotecado. Combatir la violencia que nos paraliza no solo es sacar policías y militares a las calles, es intervenir en el tejido social de corrupción que es y fue un robo sistemático, constante, extendido. Lástima que lo que se pierde en corrupción, lo recupere en impuestos.

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