Un nuevo visitante interestelar

ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).
ASTRO. El cometa 2I/Borisov, visto el 24 de septiembre por el telescopio Géminis, en Hawai (EE UU).

NUÑO DOMÍNGUEZ, EL PAÍS

El 30 de agosto, Gennady Borisov, un astrónomo aficionado de Crimea (Ucrania), descubrió un objeto brillante en el cielo nocturno con el telescopio de 65 centímetros que él mismo había construido. El cuerpo estaba rodeado de una nube de polvo y gas muy compacta y también mostraba una cola, signos típicos de que podía ser un cometa.

Astrónomos aficionados y profesionales apuntaron sus telescopios hacia el nuevo objeto para intentar aclarar su procedencia. El 24 de septiembre, la Unión Astronómica Internacional confirmó que se trataba de un cuerpo interestelar llegado desde algún lugar fuera del sistema solar. Era el segundo visitante de este tipo que se ha descubierto, después de 1I/Oumuamua, un asteroide con forma de misil que atravesó el sistema solar en 2017.

El nuevo cuerpo lleva el nombre de su descubridor precedido de una cifra que lo identifica como el segundo objeto interestelar conocido: 2I/Borisov. En estos momentos viaja hacia el Sol a 32 kilómetros por segundo, más rápido incluso que su predecesor.

Tras estudiar su órbita un equipo de astrónomos polacos sugiere que el objeto proviene de Kruger 60, un sistema solar binario formado por dos estrellas enanas rojas que está a 13 años luz de la Tierra. El cometa Borisov entró en el sistema solar desde arriba, en un plano casi perpendicular a las órbitas de la Tierra y el resto de planetas. El 7 de diciembre alcanzará su punto más cercano al Sol, cuando estará a una distancia idéntica del astro y de la Tierra: 299 millones de kilómetros. Unos días después, el 4 de enero, se espera que el cometa, visible ya solo desde el hemisferio sur de la Tierra, alcance su pico de brillo. Después se irá alejando hasta salir del sistema solar.

El pasado 10 de septiembre, un equipo de astrónomos en Polonia y Holanda observaron el cometa con el telescopio Géminis Norte, en Hawai, y el William Herschel, situado en la isla de la Palma, en Canarias. Sus observaciones, publicadas este lunes en Nature Astronomy, muestran que el núcleo del cometa es de un kilómetro de diámetro. Su envoltura de gases es rojiza, lo que apunta a que su composición es tan parecida a la de los cometas autóctonos que es “indistinguible” de ellos, dicen los autores del estudio. Debido a su órbita, el cometa de Borisov va a poder ser estudiado en mucho más detalle que Oumuamua antes de que abandone el sistema solar, dentro de aproximadamente un año.

«2I/Borisov tiene una órbita hiperbólica, cuya excentricidad nos indica que no viene de nuestro sistema solar», confirma Inés Pastor, astrónoma segoviana que trabaja en la Universidad de Ámsterdam y es coautora del estudio. «Aún tenemos aproximadamente un año antes de que se deje de ver, hacia septiembre de 2020. Debido a su órbita, una vez comience a alejarse del sol ya nunca volverá a visitar el sistema solar», añade.

Estos cuerpos son aún un profundo misterio para los científicos, en parte porque apenas se conocen dos. Oumuamua —explorador en hawaiano— fue descubierto el 19 de octubre por el telescopio Pan-STARRS de Hawai, especialista en rastrear partes del cielo ya cubiertas por otros instrumentos para encontrar diferencias y descubrir nuevos objetos. El cuerpo, un asteroide muy alargado que despertó todo tipo de especulaciones infundadas sobre su origen, solo pudo observarse durante unos días y su composición es aún un misterio. El cometa Borisov, el primero llegado desde fuera del sistema solar, guarda menos enigmas. A partir de ahora se piensa que se podrán descubrir más viajeros interestelares gracias a la puesta en marcha del Gran Telescopio para Rastreos (LSST, en inglés), que comenzará a operar desde Chile dentro de tres años.

NUÑO DOMÍNGUEZ, EL PAÍS

El 30 de agosto, Gennady Borisov, un astrónomo aficionado de Crimea (Ucrania), descubrió un objeto brillante en el cielo nocturno con el telescopio de 65 centímetros que él mismo había construido. El cuerpo estaba rodeado de una nube de polvo y gas muy compacta y también mostraba una cola, signos típicos de que podía ser un cometa.

Astrónomos aficionados y profesionales apuntaron sus telescopios hacia el nuevo objeto para intentar aclarar su procedencia. El 24 de septiembre, la Unión Astronómica Internacional confirmó que se trataba de un cuerpo interestelar llegado desde algún lugar fuera del sistema solar. Era el segundo visitante de este tipo que se ha descubierto, después de 1I/Oumuamua, un asteroide con forma de misil que atravesó el sistema solar en 2017.

El nuevo cuerpo lleva el nombre de su descubridor precedido de una cifra que lo identifica como el segundo objeto interestelar conocido: 2I/Borisov. En estos momentos viaja hacia el Sol a 32 kilómetros por segundo, más rápido incluso que su predecesor.

Tras estudiar su órbita un equipo de astrónomos polacos sugiere que el objeto proviene de Kruger 60, un sistema solar binario formado por dos estrellas enanas rojas que está a 13 años luz de la Tierra. El cometa Borisov entró en el sistema solar desde arriba, en un plano casi perpendicular a las órbitas de la Tierra y el resto de planetas. El 7 de diciembre alcanzará su punto más cercano al Sol, cuando estará a una distancia idéntica del astro y de la Tierra: 299 millones de kilómetros. Unos días después, el 4 de enero, se espera que el cometa, visible ya solo desde el hemisferio sur de la Tierra, alcance su pico de brillo. Después se irá alejando hasta salir del sistema solar.

El pasado 10 de septiembre, un equipo de astrónomos en Polonia y Holanda observaron el cometa con el telescopio Géminis Norte, en Hawai, y el William Herschel, situado en la isla de la Palma, en Canarias. Sus observaciones, publicadas este lunes en Nature Astronomy, muestran que el núcleo del cometa es de un kilómetro de diámetro. Su envoltura de gases es rojiza, lo que apunta a que su composición es tan parecida a la de los cometas autóctonos que es “indistinguible” de ellos, dicen los autores del estudio. Debido a su órbita, el cometa de Borisov va a poder ser estudiado en mucho más detalle que Oumuamua antes de que abandone el sistema solar, dentro de aproximadamente un año.

«2I/Borisov tiene una órbita hiperbólica, cuya excentricidad nos indica que no viene de nuestro sistema solar», confirma Inés Pastor, astrónoma segoviana que trabaja en la Universidad de Ámsterdam y es coautora del estudio. «Aún tenemos aproximadamente un año antes de que se deje de ver, hacia septiembre de 2020. Debido a su órbita, una vez comience a alejarse del sol ya nunca volverá a visitar el sistema solar», añade.

Estos cuerpos son aún un profundo misterio para los científicos, en parte porque apenas se conocen dos. Oumuamua —explorador en hawaiano— fue descubierto el 19 de octubre por el telescopio Pan-STARRS de Hawai, especialista en rastrear partes del cielo ya cubiertas por otros instrumentos para encontrar diferencias y descubrir nuevos objetos. El cuerpo, un asteroide muy alargado que despertó todo tipo de especulaciones infundadas sobre su origen, solo pudo observarse durante unos días y su composición es aún un misterio. El cometa Borisov, el primero llegado desde fuera del sistema solar, guarda menos enigmas. A partir de ahora se piensa que se podrán descubrir más viajeros interestelares gracias a la puesta en marcha del Gran Telescopio para Rastreos (LSST, en inglés), que comenzará a operar desde Chile dentro de tres años.

NUÑO DOMÍNGUEZ, EL PAÍS

El 30 de agosto, Gennady Borisov, un astrónomo aficionado de Crimea (Ucrania), descubrió un objeto brillante en el cielo nocturno con el telescopio de 65 centímetros que él mismo había construido. El cuerpo estaba rodeado de una nube de polvo y gas muy compacta y también mostraba una cola, signos típicos de que podía ser un cometa.

Astrónomos aficionados y profesionales apuntaron sus telescopios hacia el nuevo objeto para intentar aclarar su procedencia. El 24 de septiembre, la Unión Astronómica Internacional confirmó que se trataba de un cuerpo interestelar llegado desde algún lugar fuera del sistema solar. Era el segundo visitante de este tipo que se ha descubierto, después de 1I/Oumuamua, un asteroide con forma de misil que atravesó el sistema solar en 2017.

El nuevo cuerpo lleva el nombre de su descubridor precedido de una cifra que lo identifica como el segundo objeto interestelar conocido: 2I/Borisov. En estos momentos viaja hacia el Sol a 32 kilómetros por segundo, más rápido incluso que su predecesor.

Tras estudiar su órbita un equipo de astrónomos polacos sugiere que el objeto proviene de Kruger 60, un sistema solar binario formado por dos estrellas enanas rojas que está a 13 años luz de la Tierra. El cometa Borisov entró en el sistema solar desde arriba, en un plano casi perpendicular a las órbitas de la Tierra y el resto de planetas. El 7 de diciembre alcanzará su punto más cercano al Sol, cuando estará a una distancia idéntica del astro y de la Tierra: 299 millones de kilómetros. Unos días después, el 4 de enero, se espera que el cometa, visible ya solo desde el hemisferio sur de la Tierra, alcance su pico de brillo. Después se irá alejando hasta salir del sistema solar.

El pasado 10 de septiembre, un equipo de astrónomos en Polonia y Holanda observaron el cometa con el telescopio Géminis Norte, en Hawai, y el William Herschel, situado en la isla de la Palma, en Canarias. Sus observaciones, publicadas este lunes en Nature Astronomy, muestran que el núcleo del cometa es de un kilómetro de diámetro. Su envoltura de gases es rojiza, lo que apunta a que su composición es tan parecida a la de los cometas autóctonos que es “indistinguible” de ellos, dicen los autores del estudio. Debido a su órbita, el cometa de Borisov va a poder ser estudiado en mucho más detalle que Oumuamua antes de que abandone el sistema solar, dentro de aproximadamente un año.

«2I/Borisov tiene una órbita hiperbólica, cuya excentricidad nos indica que no viene de nuestro sistema solar», confirma Inés Pastor, astrónoma segoviana que trabaja en la Universidad de Ámsterdam y es coautora del estudio. «Aún tenemos aproximadamente un año antes de que se deje de ver, hacia septiembre de 2020. Debido a su órbita, una vez comience a alejarse del sol ya nunca volverá a visitar el sistema solar», añade.

Estos cuerpos son aún un profundo misterio para los científicos, en parte porque apenas se conocen dos. Oumuamua —explorador en hawaiano— fue descubierto el 19 de octubre por el telescopio Pan-STARRS de Hawai, especialista en rastrear partes del cielo ya cubiertas por otros instrumentos para encontrar diferencias y descubrir nuevos objetos. El cuerpo, un asteroide muy alargado que despertó todo tipo de especulaciones infundadas sobre su origen, solo pudo observarse durante unos días y su composición es aún un misterio. El cometa Borisov, el primero llegado desde fuera del sistema solar, guarda menos enigmas. A partir de ahora se piensa que se podrán descubrir más viajeros interestelares gracias a la puesta en marcha del Gran Telescopio para Rastreos (LSST, en inglés), que comenzará a operar desde Chile dentro de tres años.

NUÑO DOMÍNGUEZ, EL PAÍS

El 30 de agosto, Gennady Borisov, un astrónomo aficionado de Crimea (Ucrania), descubrió un objeto brillante en el cielo nocturno con el telescopio de 65 centímetros que él mismo había construido. El cuerpo estaba rodeado de una nube de polvo y gas muy compacta y también mostraba una cola, signos típicos de que podía ser un cometa.

Astrónomos aficionados y profesionales apuntaron sus telescopios hacia el nuevo objeto para intentar aclarar su procedencia. El 24 de septiembre, la Unión Astronómica Internacional confirmó que se trataba de un cuerpo interestelar llegado desde algún lugar fuera del sistema solar. Era el segundo visitante de este tipo que se ha descubierto, después de 1I/Oumuamua, un asteroide con forma de misil que atravesó el sistema solar en 2017.

El nuevo cuerpo lleva el nombre de su descubridor precedido de una cifra que lo identifica como el segundo objeto interestelar conocido: 2I/Borisov. En estos momentos viaja hacia el Sol a 32 kilómetros por segundo, más rápido incluso que su predecesor.

Tras estudiar su órbita un equipo de astrónomos polacos sugiere que el objeto proviene de Kruger 60, un sistema solar binario formado por dos estrellas enanas rojas que está a 13 años luz de la Tierra. El cometa Borisov entró en el sistema solar desde arriba, en un plano casi perpendicular a las órbitas de la Tierra y el resto de planetas. El 7 de diciembre alcanzará su punto más cercano al Sol, cuando estará a una distancia idéntica del astro y de la Tierra: 299 millones de kilómetros. Unos días después, el 4 de enero, se espera que el cometa, visible ya solo desde el hemisferio sur de la Tierra, alcance su pico de brillo. Después se irá alejando hasta salir del sistema solar.

El pasado 10 de septiembre, un equipo de astrónomos en Polonia y Holanda observaron el cometa con el telescopio Géminis Norte, en Hawai, y el William Herschel, situado en la isla de la Palma, en Canarias. Sus observaciones, publicadas este lunes en Nature Astronomy, muestran que el núcleo del cometa es de un kilómetro de diámetro. Su envoltura de gases es rojiza, lo que apunta a que su composición es tan parecida a la de los cometas autóctonos que es “indistinguible” de ellos, dicen los autores del estudio. Debido a su órbita, el cometa de Borisov va a poder ser estudiado en mucho más detalle que Oumuamua antes de que abandone el sistema solar, dentro de aproximadamente un año.

«2I/Borisov tiene una órbita hiperbólica, cuya excentricidad nos indica que no viene de nuestro sistema solar», confirma Inés Pastor, astrónoma segoviana que trabaja en la Universidad de Ámsterdam y es coautora del estudio. «Aún tenemos aproximadamente un año antes de que se deje de ver, hacia septiembre de 2020. Debido a su órbita, una vez comience a alejarse del sol ya nunca volverá a visitar el sistema solar», añade.

Estos cuerpos son aún un profundo misterio para los científicos, en parte porque apenas se conocen dos. Oumuamua —explorador en hawaiano— fue descubierto el 19 de octubre por el telescopio Pan-STARRS de Hawai, especialista en rastrear partes del cielo ya cubiertas por otros instrumentos para encontrar diferencias y descubrir nuevos objetos. El cuerpo, un asteroide muy alargado que despertó todo tipo de especulaciones infundadas sobre su origen, solo pudo observarse durante unos días y su composición es aún un misterio. El cometa Borisov, el primero llegado desde fuera del sistema solar, guarda menos enigmas. A partir de ahora se piensa que se podrán descubrir más viajeros interestelares gracias a la puesta en marcha del Gran Telescopio para Rastreos (LSST, en inglés), que comenzará a operar desde Chile dentro de tres años.