Muere el crítico literario Harold Bloom

AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)
AUTOR. Escribió ensayos esenciales como ‘El canon occidental’ o ‘Cómo leer y por qué’. (Foto: El Confidencial)

Harold Bloom, el crítico literario más importante de su tiempo, murió ayer a los 89 años en New Haven, ciudad en la que dio clases de Humanidades como profesor de Yale.

Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, pero alcanzó la fama más allá de la academia en 1994, con la publicación de ‘El canon occidental’, su best-seller constituido por una selección de los 26 autores imprescindibles de las letras de occidente.

Aquel canon fue polémico por varias razones: aparecían tres escritores en español (Cervantes, Borges y Neruda), solo cuatro mujeres y un par de redescubrimientos que el tiempo ha confirmado: Montaigne y Samuel Johnson. Aparecía Freud por delante de Kafka y Tolstoi era el único ruso de la selección. También fue duramente criticado porque todos los escritores que enalteció son blancos.

La voz del crítico
Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.

Shakespeare fue el primero en la obra de Bloom, el personaje a quien dedicó lo mejor de sí mismo. Defensor también de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”.

Proveniente de una familia pobre de inmigrantes judíos ucranianos, en la que el inglés no se utilizaba en casa, Bloom escribió miles de artículos, incluidos los 500 prefacios de introducción a los tomos de la biblioteca de Chelsea. (AA)

Harold Bloom, el crítico literario más importante de su tiempo, murió ayer a los 89 años en New Haven, ciudad en la que dio clases de Humanidades como profesor de Yale.

Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, pero alcanzó la fama más allá de la academia en 1994, con la publicación de ‘El canon occidental’, su best-seller constituido por una selección de los 26 autores imprescindibles de las letras de occidente.

Aquel canon fue polémico por varias razones: aparecían tres escritores en español (Cervantes, Borges y Neruda), solo cuatro mujeres y un par de redescubrimientos que el tiempo ha confirmado: Montaigne y Samuel Johnson. Aparecía Freud por delante de Kafka y Tolstoi era el único ruso de la selección. También fue duramente criticado porque todos los escritores que enalteció son blancos.

La voz del crítico
Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.

Shakespeare fue el primero en la obra de Bloom, el personaje a quien dedicó lo mejor de sí mismo. Defensor también de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”.

Proveniente de una familia pobre de inmigrantes judíos ucranianos, en la que el inglés no se utilizaba en casa, Bloom escribió miles de artículos, incluidos los 500 prefacios de introducción a los tomos de la biblioteca de Chelsea. (AA)

Harold Bloom, el crítico literario más importante de su tiempo, murió ayer a los 89 años en New Haven, ciudad en la que dio clases de Humanidades como profesor de Yale.

Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, pero alcanzó la fama más allá de la academia en 1994, con la publicación de ‘El canon occidental’, su best-seller constituido por una selección de los 26 autores imprescindibles de las letras de occidente.

Aquel canon fue polémico por varias razones: aparecían tres escritores en español (Cervantes, Borges y Neruda), solo cuatro mujeres y un par de redescubrimientos que el tiempo ha confirmado: Montaigne y Samuel Johnson. Aparecía Freud por delante de Kafka y Tolstoi era el único ruso de la selección. También fue duramente criticado porque todos los escritores que enalteció son blancos.

La voz del crítico
Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.

Shakespeare fue el primero en la obra de Bloom, el personaje a quien dedicó lo mejor de sí mismo. Defensor también de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”.

Proveniente de una familia pobre de inmigrantes judíos ucranianos, en la que el inglés no se utilizaba en casa, Bloom escribió miles de artículos, incluidos los 500 prefacios de introducción a los tomos de la biblioteca de Chelsea. (AA)

Harold Bloom, el crítico literario más importante de su tiempo, murió ayer a los 89 años en New Haven, ciudad en la que dio clases de Humanidades como profesor de Yale.

Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, pero alcanzó la fama más allá de la academia en 1994, con la publicación de ‘El canon occidental’, su best-seller constituido por una selección de los 26 autores imprescindibles de las letras de occidente.

Aquel canon fue polémico por varias razones: aparecían tres escritores en español (Cervantes, Borges y Neruda), solo cuatro mujeres y un par de redescubrimientos que el tiempo ha confirmado: Montaigne y Samuel Johnson. Aparecía Freud por delante de Kafka y Tolstoi era el único ruso de la selección. También fue duramente criticado porque todos los escritores que enalteció son blancos.

La voz del crítico
Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.

Shakespeare fue el primero en la obra de Bloom, el personaje a quien dedicó lo mejor de sí mismo. Defensor también de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”.

Proveniente de una familia pobre de inmigrantes judíos ucranianos, en la que el inglés no se utilizaba en casa, Bloom escribió miles de artículos, incluidos los 500 prefacios de introducción a los tomos de la biblioteca de Chelsea. (AA)