Huaynacuri, el templo donde se escondía Rumiñahui

Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.
Rituales. Los antepasados hacían ofrendas al padre Sol y a la diosa Luna en este lugar.

En Huaynacuri, ubicado a 15 minutos del cantón Píllaro (Tungurahua), en la parroquia San Miguelito, se levanta la plaza de la resistencia indígena que fue considerada el escenario de adoración de dos antiguas culturas: los puruháes y los panzaleos.

Allí se asienta un monumento en honor del general Rumiñahui. Su nombre significa ‘Cara de piedra’, nació en Huaynacuri, en 1482; hijo de Huayna Cápac y Ati Pillahuaso.

“En este lugar existía una cueva que contenía unas gradas subterráneas, donde posiblemente habitaba Rumiñahui y nadie se arriesgaba a entrar. Antiguamente, se llamaba Huicotango y hoy es conocido como Huaynacuri”, menciona el investigador e historiador pillareño Luis Alberto Lara. Agrega que por esa razón se construyó la plaza de la resistencia y ahora es un centro ceremonial.

A este sitio –según el experto– se iban en peregrinación los puruháes y los panzaleos a realizar los rituales para enseñar a los adolescentes sobre la pesca, la confección de armas, el manejo de lanzas para las guerras, las artesanías, las cosechas y la cacería de animales.

“Este lugar debe ser considerado como de peregrinación para rendir los honores necesarios al más grande, al que murió defendiendo su suelo, su pueblo, y no se doblegó ante nadie”, comenta Víctor Tituaña, morador de Huaynacuri.

Se dice que era un punto de encuentro para los ancestros. Allí hacían la fiesta de la cosecha por la madurez de las cementeras de maíz en junio, también llevaban a cabo danzas yofrendas a la diosa Luna (Killa) y al padre Sol (Inti), como agradecimiento.

Más que una estatua
Este rincón no solo comprende la fortaleza construida en piedra, también tiene paisajes incomparables en sus alrededores; en la actualidad es un espacio cívico, cultural y turístico.

Rumiñahui creció en la casa real del abuelo materno y perteneció a la casa real de los Ati de Píllaro.

Según la historia, su rostro era grueso y poseía facciones abultadas.

“Este valeroso guerrero fue conocido como el ‘Cóndor pillareño’, por ser el célebre general del Reino de Quito, luego de la muerte de su hermano mayor, Atahualpa”, señala Estefanía Morales, promotora de turismo.

Existen plantas medicinales
El sitio es un mirador donde se admira una gran extensión del cantón. Al llegar a la cima se observa un paraje maravilloso.

En el sector hay plantas curativas como el pumamaqui, cuyas hojas son similares a las huellas de los pumas.

Es una de las que más llama la atención de los turistas, al igual que el cactus aguacolla. Se cree que tiene la virtud de alejar a los malos espíritus y las energías negativas.

También se puede ver los cerros sagrados, como el Quinuales y el Hermoso. (DLH)

Un tesoro escondido
° Los citadinos de Píllaro dicen que en los Llanganates fue enterrado por Rumiñahui una parte del tesoro impagado por el rescate de Atahualpa. Este erario, que un ejército de indígenas llevaba a Cajamarca, fue ocultado en lugares que solo el Ati Rumiñahui conoció muy bien.

Allí, el guerrero escondió todas las riquezas que estaba dispuesto a entregar para recuperar a su soberano.

En Huaynacuri, ubicado a 15 minutos del cantón Píllaro (Tungurahua), en la parroquia San Miguelito, se levanta la plaza de la resistencia indígena que fue considerada el escenario de adoración de dos antiguas culturas: los puruháes y los panzaleos.

Allí se asienta un monumento en honor del general Rumiñahui. Su nombre significa ‘Cara de piedra’, nació en Huaynacuri, en 1482; hijo de Huayna Cápac y Ati Pillahuaso.

“En este lugar existía una cueva que contenía unas gradas subterráneas, donde posiblemente habitaba Rumiñahui y nadie se arriesgaba a entrar. Antiguamente, se llamaba Huicotango y hoy es conocido como Huaynacuri”, menciona el investigador e historiador pillareño Luis Alberto Lara. Agrega que por esa razón se construyó la plaza de la resistencia y ahora es un centro ceremonial.

A este sitio –según el experto– se iban en peregrinación los puruháes y los panzaleos a realizar los rituales para enseñar a los adolescentes sobre la pesca, la confección de armas, el manejo de lanzas para las guerras, las artesanías, las cosechas y la cacería de animales.

“Este lugar debe ser considerado como de peregrinación para rendir los honores necesarios al más grande, al que murió defendiendo su suelo, su pueblo, y no se doblegó ante nadie”, comenta Víctor Tituaña, morador de Huaynacuri.

Se dice que era un punto de encuentro para los ancestros. Allí hacían la fiesta de la cosecha por la madurez de las cementeras de maíz en junio, también llevaban a cabo danzas yofrendas a la diosa Luna (Killa) y al padre Sol (Inti), como agradecimiento.

Más que una estatua
Este rincón no solo comprende la fortaleza construida en piedra, también tiene paisajes incomparables en sus alrededores; en la actualidad es un espacio cívico, cultural y turístico.

Rumiñahui creció en la casa real del abuelo materno y perteneció a la casa real de los Ati de Píllaro.

Según la historia, su rostro era grueso y poseía facciones abultadas.

“Este valeroso guerrero fue conocido como el ‘Cóndor pillareño’, por ser el célebre general del Reino de Quito, luego de la muerte de su hermano mayor, Atahualpa”, señala Estefanía Morales, promotora de turismo.

Existen plantas medicinales
El sitio es un mirador donde se admira una gran extensión del cantón. Al llegar a la cima se observa un paraje maravilloso.

En el sector hay plantas curativas como el pumamaqui, cuyas hojas son similares a las huellas de los pumas.

Es una de las que más llama la atención de los turistas, al igual que el cactus aguacolla. Se cree que tiene la virtud de alejar a los malos espíritus y las energías negativas.

También se puede ver los cerros sagrados, como el Quinuales y el Hermoso. (DLH)

Un tesoro escondido
° Los citadinos de Píllaro dicen que en los Llanganates fue enterrado por Rumiñahui una parte del tesoro impagado por el rescate de Atahualpa. Este erario, que un ejército de indígenas llevaba a Cajamarca, fue ocultado en lugares que solo el Ati Rumiñahui conoció muy bien.

Allí, el guerrero escondió todas las riquezas que estaba dispuesto a entregar para recuperar a su soberano.

En Huaynacuri, ubicado a 15 minutos del cantón Píllaro (Tungurahua), en la parroquia San Miguelito, se levanta la plaza de la resistencia indígena que fue considerada el escenario de adoración de dos antiguas culturas: los puruháes y los panzaleos.

Allí se asienta un monumento en honor del general Rumiñahui. Su nombre significa ‘Cara de piedra’, nació en Huaynacuri, en 1482; hijo de Huayna Cápac y Ati Pillahuaso.

“En este lugar existía una cueva que contenía unas gradas subterráneas, donde posiblemente habitaba Rumiñahui y nadie se arriesgaba a entrar. Antiguamente, se llamaba Huicotango y hoy es conocido como Huaynacuri”, menciona el investigador e historiador pillareño Luis Alberto Lara. Agrega que por esa razón se construyó la plaza de la resistencia y ahora es un centro ceremonial.

A este sitio –según el experto– se iban en peregrinación los puruháes y los panzaleos a realizar los rituales para enseñar a los adolescentes sobre la pesca, la confección de armas, el manejo de lanzas para las guerras, las artesanías, las cosechas y la cacería de animales.

“Este lugar debe ser considerado como de peregrinación para rendir los honores necesarios al más grande, al que murió defendiendo su suelo, su pueblo, y no se doblegó ante nadie”, comenta Víctor Tituaña, morador de Huaynacuri.

Se dice que era un punto de encuentro para los ancestros. Allí hacían la fiesta de la cosecha por la madurez de las cementeras de maíz en junio, también llevaban a cabo danzas yofrendas a la diosa Luna (Killa) y al padre Sol (Inti), como agradecimiento.

Más que una estatua
Este rincón no solo comprende la fortaleza construida en piedra, también tiene paisajes incomparables en sus alrededores; en la actualidad es un espacio cívico, cultural y turístico.

Rumiñahui creció en la casa real del abuelo materno y perteneció a la casa real de los Ati de Píllaro.

Según la historia, su rostro era grueso y poseía facciones abultadas.

“Este valeroso guerrero fue conocido como el ‘Cóndor pillareño’, por ser el célebre general del Reino de Quito, luego de la muerte de su hermano mayor, Atahualpa”, señala Estefanía Morales, promotora de turismo.

Existen plantas medicinales
El sitio es un mirador donde se admira una gran extensión del cantón. Al llegar a la cima se observa un paraje maravilloso.

En el sector hay plantas curativas como el pumamaqui, cuyas hojas son similares a las huellas de los pumas.

Es una de las que más llama la atención de los turistas, al igual que el cactus aguacolla. Se cree que tiene la virtud de alejar a los malos espíritus y las energías negativas.

También se puede ver los cerros sagrados, como el Quinuales y el Hermoso. (DLH)

Un tesoro escondido
° Los citadinos de Píllaro dicen que en los Llanganates fue enterrado por Rumiñahui una parte del tesoro impagado por el rescate de Atahualpa. Este erario, que un ejército de indígenas llevaba a Cajamarca, fue ocultado en lugares que solo el Ati Rumiñahui conoció muy bien.

Allí, el guerrero escondió todas las riquezas que estaba dispuesto a entregar para recuperar a su soberano.

En Huaynacuri, ubicado a 15 minutos del cantón Píllaro (Tungurahua), en la parroquia San Miguelito, se levanta la plaza de la resistencia indígena que fue considerada el escenario de adoración de dos antiguas culturas: los puruháes y los panzaleos.

Allí se asienta un monumento en honor del general Rumiñahui. Su nombre significa ‘Cara de piedra’, nació en Huaynacuri, en 1482; hijo de Huayna Cápac y Ati Pillahuaso.

“En este lugar existía una cueva que contenía unas gradas subterráneas, donde posiblemente habitaba Rumiñahui y nadie se arriesgaba a entrar. Antiguamente, se llamaba Huicotango y hoy es conocido como Huaynacuri”, menciona el investigador e historiador pillareño Luis Alberto Lara. Agrega que por esa razón se construyó la plaza de la resistencia y ahora es un centro ceremonial.

A este sitio –según el experto– se iban en peregrinación los puruháes y los panzaleos a realizar los rituales para enseñar a los adolescentes sobre la pesca, la confección de armas, el manejo de lanzas para las guerras, las artesanías, las cosechas y la cacería de animales.

“Este lugar debe ser considerado como de peregrinación para rendir los honores necesarios al más grande, al que murió defendiendo su suelo, su pueblo, y no se doblegó ante nadie”, comenta Víctor Tituaña, morador de Huaynacuri.

Se dice que era un punto de encuentro para los ancestros. Allí hacían la fiesta de la cosecha por la madurez de las cementeras de maíz en junio, también llevaban a cabo danzas yofrendas a la diosa Luna (Killa) y al padre Sol (Inti), como agradecimiento.

Más que una estatua
Este rincón no solo comprende la fortaleza construida en piedra, también tiene paisajes incomparables en sus alrededores; en la actualidad es un espacio cívico, cultural y turístico.

Rumiñahui creció en la casa real del abuelo materno y perteneció a la casa real de los Ati de Píllaro.

Según la historia, su rostro era grueso y poseía facciones abultadas.

“Este valeroso guerrero fue conocido como el ‘Cóndor pillareño’, por ser el célebre general del Reino de Quito, luego de la muerte de su hermano mayor, Atahualpa”, señala Estefanía Morales, promotora de turismo.

Existen plantas medicinales
El sitio es un mirador donde se admira una gran extensión del cantón. Al llegar a la cima se observa un paraje maravilloso.

En el sector hay plantas curativas como el pumamaqui, cuyas hojas son similares a las huellas de los pumas.

Es una de las que más llama la atención de los turistas, al igual que el cactus aguacolla. Se cree que tiene la virtud de alejar a los malos espíritus y las energías negativas.

También se puede ver los cerros sagrados, como el Quinuales y el Hermoso. (DLH)

Un tesoro escondido
° Los citadinos de Píllaro dicen que en los Llanganates fue enterrado por Rumiñahui una parte del tesoro impagado por el rescate de Atahualpa. Este erario, que un ejército de indígenas llevaba a Cajamarca, fue ocultado en lugares que solo el Ati Rumiñahui conoció muy bien.

Allí, el guerrero escondió todas las riquezas que estaba dispuesto a entregar para recuperar a su soberano.