La sociedad de la confianza

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

El título de este artículo es el mismo que lleva el libro del escritor francés Alain Peyrefitt, texto de alta ilustración en la que precisamente AC y DC, se avizoraba la diversidad del pensamiento lo que dio origen a cruentas batallas en las que la razón no siempre salió victoriosa, el poder del más fuerte refleja un saldo favorable.

Tras los acontecimientos registrados en el reciente levantamiento de algunos colectivos sociales, cuyo pago de factura la vamos a sentir en mediano plazo, pues, además de los daños materiales de bienes públicos y privados, un factor extremadamente funesto es la fractura social que en definitiva nos deja una impronta, cuyos tejidos de sostén eran débiles y hoy han quedado sin bases, la confianza mutua, si antes quedaba en el beneficio de la duda, hoy ni eso, lo que en definitiva agrava el crecimiento y, por ende, un mejor desarrollo.

El desarrollo de los pueblos se forja por la grandeza de quienes conforman una sociedad, para que el bienestar sea efectivo y se convierta en logros tangibles, sin duda se requiere tener confianza plena, la confianza puede debilitarse o fortalecerse dependiendo de las acciones del otro individuo, ¿quiénes son los otros? no somos más que nosotros mismos, la confianza tiene como punto de partida el proceder de nuestro comportamiento.

¿A dónde vamos con una sociedad dividida donde el irrespeto a todo nivel es lo que aflora y se incrementa vertiginosamente? la respuesta no es de mayor análisis, sencillamente al descalabro. La acción a emprender con urgencia es fortalecer las bases educativas de las futuras generaciones, que en la génesis de su raciocinio tengan una auténtica formación, nuevo enfoque de aprendizaje sociológico, una pedagogía educativa que logre conectar de forma clara la importancia que representa vivir en un estado de derecho, que la confianza que generamos en la cotidianidad se convierta en el motor de arranque de una mejor sociedad.

[email protected]

EDUARDO TABÁREZ RAMÍREZ

El título de este artículo es el mismo que lleva el libro del escritor francés Alain Peyrefitt, texto de alta ilustración en la que precisamente AC y DC, se avizoraba la diversidad del pensamiento lo que dio origen a cruentas batallas en las que la razón no siempre salió victoriosa, el poder del más fuerte refleja un saldo favorable.

Tras los acontecimientos registrados en el reciente levantamiento de algunos colectivos sociales, cuyo pago de factura la vamos a sentir en mediano plazo, pues, además de los daños materiales de bienes públicos y privados, un factor extremadamente funesto es la fractura social que en definitiva nos deja una impronta, cuyos tejidos de sostén eran débiles y hoy han quedado sin bases, la confianza mutua, si antes quedaba en el beneficio de la duda, hoy ni eso, lo que en definitiva agrava el crecimiento y, por ende, un mejor desarrollo.

El desarrollo de los pueblos se forja por la grandeza de quienes conforman una sociedad, para que el bienestar sea efectivo y se convierta en logros tangibles, sin duda se requiere tener confianza plena, la confianza puede debilitarse o fortalecerse dependiendo de las acciones del otro individuo, ¿quiénes son los otros? no somos más que nosotros mismos, la confianza tiene como punto de partida el proceder de nuestro comportamiento.

¿A dónde vamos con una sociedad dividida donde el irrespeto a todo nivel es lo que aflora y se incrementa vertiginosamente? la respuesta no es de mayor análisis, sencillamente al descalabro. La acción a emprender con urgencia es fortalecer las bases educativas de las futuras generaciones, que en la génesis de su raciocinio tengan una auténtica formación, nuevo enfoque de aprendizaje sociológico, una pedagogía educativa que logre conectar de forma clara la importancia que representa vivir en un estado de derecho, que la confianza que generamos en la cotidianidad se convierta en el motor de arranque de una mejor sociedad.

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El título de este artículo es el mismo que lleva el libro del escritor francés Alain Peyrefitt, texto de alta ilustración en la que precisamente AC y DC, se avizoraba la diversidad del pensamiento lo que dio origen a cruentas batallas en las que la razón no siempre salió victoriosa, el poder del más fuerte refleja un saldo favorable.

Tras los acontecimientos registrados en el reciente levantamiento de algunos colectivos sociales, cuyo pago de factura la vamos a sentir en mediano plazo, pues, además de los daños materiales de bienes públicos y privados, un factor extremadamente funesto es la fractura social que en definitiva nos deja una impronta, cuyos tejidos de sostén eran débiles y hoy han quedado sin bases, la confianza mutua, si antes quedaba en el beneficio de la duda, hoy ni eso, lo que en definitiva agrava el crecimiento y, por ende, un mejor desarrollo.

El desarrollo de los pueblos se forja por la grandeza de quienes conforman una sociedad, para que el bienestar sea efectivo y se convierta en logros tangibles, sin duda se requiere tener confianza plena, la confianza puede debilitarse o fortalecerse dependiendo de las acciones del otro individuo, ¿quiénes son los otros? no somos más que nosotros mismos, la confianza tiene como punto de partida el proceder de nuestro comportamiento.

¿A dónde vamos con una sociedad dividida donde el irrespeto a todo nivel es lo que aflora y se incrementa vertiginosamente? la respuesta no es de mayor análisis, sencillamente al descalabro. La acción a emprender con urgencia es fortalecer las bases educativas de las futuras generaciones, que en la génesis de su raciocinio tengan una auténtica formación, nuevo enfoque de aprendizaje sociológico, una pedagogía educativa que logre conectar de forma clara la importancia que representa vivir en un estado de derecho, que la confianza que generamos en la cotidianidad se convierta en el motor de arranque de una mejor sociedad.

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El título de este artículo es el mismo que lleva el libro del escritor francés Alain Peyrefitt, texto de alta ilustración en la que precisamente AC y DC, se avizoraba la diversidad del pensamiento lo que dio origen a cruentas batallas en las que la razón no siempre salió victoriosa, el poder del más fuerte refleja un saldo favorable.

Tras los acontecimientos registrados en el reciente levantamiento de algunos colectivos sociales, cuyo pago de factura la vamos a sentir en mediano plazo, pues, además de los daños materiales de bienes públicos y privados, un factor extremadamente funesto es la fractura social que en definitiva nos deja una impronta, cuyos tejidos de sostén eran débiles y hoy han quedado sin bases, la confianza mutua, si antes quedaba en el beneficio de la duda, hoy ni eso, lo que en definitiva agrava el crecimiento y, por ende, un mejor desarrollo.

El desarrollo de los pueblos se forja por la grandeza de quienes conforman una sociedad, para que el bienestar sea efectivo y se convierta en logros tangibles, sin duda se requiere tener confianza plena, la confianza puede debilitarse o fortalecerse dependiendo de las acciones del otro individuo, ¿quiénes son los otros? no somos más que nosotros mismos, la confianza tiene como punto de partida el proceder de nuestro comportamiento.

¿A dónde vamos con una sociedad dividida donde el irrespeto a todo nivel es lo que aflora y se incrementa vertiginosamente? la respuesta no es de mayor análisis, sencillamente al descalabro. La acción a emprender con urgencia es fortalecer las bases educativas de las futuras generaciones, que en la génesis de su raciocinio tengan una auténtica formación, nuevo enfoque de aprendizaje sociológico, una pedagogía educativa que logre conectar de forma clara la importancia que representa vivir en un estado de derecho, que la confianza que generamos en la cotidianidad se convierta en el motor de arranque de una mejor sociedad.

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