La confianza…

Talía Guerrero Aguirre

Confiar significa, descansar en cualquier persona a veces con más seguridad que en uno mismo; nace de la buena opinión que hemos formado ante la inalterable honradez, reserva y fidelidad, que tenemos de otra persona; cuando la confianza es mutua, la convertimos en el material más firme para edificar las mejores relaciones humanas. Sin ella, toda la estructura se viene abajo. Por eso es bueno procurar crear a nuestro alrededor un ambiente, en el que todos cuenten con la confianza en los demás y de los demás.

“La dueña de un pequeño teatro estaba vendiendo entradas y un joven pidió una rebaja por ser estudiante, pero no llevaba el carné que lo acreditara, la vendedora le concedió la rebaja diciendo: “No le conozco, por tanto, no tengo motivo para no fiarme de usted”. Desde luego, si el joven era realmente un estudiante, agradecería el gesto; y si no lo era, quedaría avergonzado”.

Es probable que varios de nosotros hayamos perdido la confianza en alguien más de una vez, resultándonos muy decepcionante, porque inevitablemente damos por perdida esa relación; pero y cuando hemos sido nosotros el motivo de desconfianza. Por ello mi empeño en entender la fortaleza y al mismo tiempo la fragilidad que constituye el confiar; encontré algo para pensar, que habla de que se puede perdonar y dar otra oportunidad a quien traiciona nuestra confianza, aunque no se tenga la convicción de que esa persona, vaya a merecerla en lo sucesivo, pero hacerlo precisamente para que, el hecho de otorgarla, nos motive a merecerla.

“Una vez el fuego, y la confianza entraron juntos al bosque, el fuego dice: Si tuviera que perderme, busca el humo porque allí está el fuego; la confianza contesta: si yo me perdiera no me busques, porque una vez perdida no me encontraras”. (O)

[email protected]

Talía Guerrero Aguirre

Confiar significa, descansar en cualquier persona a veces con más seguridad que en uno mismo; nace de la buena opinión que hemos formado ante la inalterable honradez, reserva y fidelidad, que tenemos de otra persona; cuando la confianza es mutua, la convertimos en el material más firme para edificar las mejores relaciones humanas. Sin ella, toda la estructura se viene abajo. Por eso es bueno procurar crear a nuestro alrededor un ambiente, en el que todos cuenten con la confianza en los demás y de los demás.

“La dueña de un pequeño teatro estaba vendiendo entradas y un joven pidió una rebaja por ser estudiante, pero no llevaba el carné que lo acreditara, la vendedora le concedió la rebaja diciendo: “No le conozco, por tanto, no tengo motivo para no fiarme de usted”. Desde luego, si el joven era realmente un estudiante, agradecería el gesto; y si no lo era, quedaría avergonzado”.

Es probable que varios de nosotros hayamos perdido la confianza en alguien más de una vez, resultándonos muy decepcionante, porque inevitablemente damos por perdida esa relación; pero y cuando hemos sido nosotros el motivo de desconfianza. Por ello mi empeño en entender la fortaleza y al mismo tiempo la fragilidad que constituye el confiar; encontré algo para pensar, que habla de que se puede perdonar y dar otra oportunidad a quien traiciona nuestra confianza, aunque no se tenga la convicción de que esa persona, vaya a merecerla en lo sucesivo, pero hacerlo precisamente para que, el hecho de otorgarla, nos motive a merecerla.

“Una vez el fuego, y la confianza entraron juntos al bosque, el fuego dice: Si tuviera que perderme, busca el humo porque allí está el fuego; la confianza contesta: si yo me perdiera no me busques, porque una vez perdida no me encontraras”. (O)

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Confiar significa, descansar en cualquier persona a veces con más seguridad que en uno mismo; nace de la buena opinión que hemos formado ante la inalterable honradez, reserva y fidelidad, que tenemos de otra persona; cuando la confianza es mutua, la convertimos en el material más firme para edificar las mejores relaciones humanas. Sin ella, toda la estructura se viene abajo. Por eso es bueno procurar crear a nuestro alrededor un ambiente, en el que todos cuenten con la confianza en los demás y de los demás.

“La dueña de un pequeño teatro estaba vendiendo entradas y un joven pidió una rebaja por ser estudiante, pero no llevaba el carné que lo acreditara, la vendedora le concedió la rebaja diciendo: “No le conozco, por tanto, no tengo motivo para no fiarme de usted”. Desde luego, si el joven era realmente un estudiante, agradecería el gesto; y si no lo era, quedaría avergonzado”.

Es probable que varios de nosotros hayamos perdido la confianza en alguien más de una vez, resultándonos muy decepcionante, porque inevitablemente damos por perdida esa relación; pero y cuando hemos sido nosotros el motivo de desconfianza. Por ello mi empeño en entender la fortaleza y al mismo tiempo la fragilidad que constituye el confiar; encontré algo para pensar, que habla de que se puede perdonar y dar otra oportunidad a quien traiciona nuestra confianza, aunque no se tenga la convicción de que esa persona, vaya a merecerla en lo sucesivo, pero hacerlo precisamente para que, el hecho de otorgarla, nos motive a merecerla.

“Una vez el fuego, y la confianza entraron juntos al bosque, el fuego dice: Si tuviera que perderme, busca el humo porque allí está el fuego; la confianza contesta: si yo me perdiera no me busques, porque una vez perdida no me encontraras”. (O)

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Confiar significa, descansar en cualquier persona a veces con más seguridad que en uno mismo; nace de la buena opinión que hemos formado ante la inalterable honradez, reserva y fidelidad, que tenemos de otra persona; cuando la confianza es mutua, la convertimos en el material más firme para edificar las mejores relaciones humanas. Sin ella, toda la estructura se viene abajo. Por eso es bueno procurar crear a nuestro alrededor un ambiente, en el que todos cuenten con la confianza en los demás y de los demás.

“La dueña de un pequeño teatro estaba vendiendo entradas y un joven pidió una rebaja por ser estudiante, pero no llevaba el carné que lo acreditara, la vendedora le concedió la rebaja diciendo: “No le conozco, por tanto, no tengo motivo para no fiarme de usted”. Desde luego, si el joven era realmente un estudiante, agradecería el gesto; y si no lo era, quedaría avergonzado”.

Es probable que varios de nosotros hayamos perdido la confianza en alguien más de una vez, resultándonos muy decepcionante, porque inevitablemente damos por perdida esa relación; pero y cuando hemos sido nosotros el motivo de desconfianza. Por ello mi empeño en entender la fortaleza y al mismo tiempo la fragilidad que constituye el confiar; encontré algo para pensar, que habla de que se puede perdonar y dar otra oportunidad a quien traiciona nuestra confianza, aunque no se tenga la convicción de que esa persona, vaya a merecerla en lo sucesivo, pero hacerlo precisamente para que, el hecho de otorgarla, nos motive a merecerla.

“Una vez el fuego, y la confianza entraron juntos al bosque, el fuego dice: Si tuviera que perderme, busca el humo porque allí está el fuego; la confianza contesta: si yo me perdiera no me busques, porque una vez perdida no me encontraras”. (O)

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