Aprender de los errores

Giovanni Carrión Cevallos

Decir que el Presidente Lenin Moreno cometió un grave error al expedir el Decreto Ejecutivo Nro. 883, a través del cual elevó -sin anestesia- el precio de la gasolina extra y diésel, es una verdad de perogrullo, y más ahora se aprecia esto cuando las aguas han vuelto medianamente a su curso y los días de explosión social en el Ecuador han quedado atrás (al menos por el momento). Ya nadie sostiene, como lo hacían en plena conmoción interna los servidores del gobierno y analistas funcionales, que la eliminación de los subsidios a los combustibles fue un pronunciamiento valiente y hasta histórico del primer mandatario, en aquello de sincerar los precios.

Lo cierto es que esa decisión se adoptó menospreciando el impacto que tendría la medida en la población, así como las condiciones de asfixia de una economía en franca recesión que muestra un mercado laboral en el que el 61,5% de su PEA (es decir, 5.1 millones de personas) tiene un trabajo no adecuado y que, por lo mismo, transita entre el subempleo, otras formas de empleo no pleno y el desempleo abierto.

Tanto fue el rechazo al decreto de marras que el nivel de aprobación de la gestión y popularidad del Lic. Lenin Moreno se desplomó como castillo de naipes, al pasar de 21,4% a un crítico 12%, comprometiendo seriamente la propia gobernabilidad del país. Entonces, aquí no hubo una manifestación de valentía sino de imprudencia que facturó socialmente a la población.

Sin duda, una equivocación de proporciones que fue corregida -aunque tarde- por el oficialismo, con un costo político y económico significativo.

Quedan lecciones para un gobierno que no puede dejar de escuchar al pueblo, incluidas a las voces de nuestro páramo que nuevamente hablaron fuerte y claro. Hay que aprender de los errores. (O)

@giovannicarrion

Giovanni Carrión Cevallos

Decir que el Presidente Lenin Moreno cometió un grave error al expedir el Decreto Ejecutivo Nro. 883, a través del cual elevó -sin anestesia- el precio de la gasolina extra y diésel, es una verdad de perogrullo, y más ahora se aprecia esto cuando las aguas han vuelto medianamente a su curso y los días de explosión social en el Ecuador han quedado atrás (al menos por el momento). Ya nadie sostiene, como lo hacían en plena conmoción interna los servidores del gobierno y analistas funcionales, que la eliminación de los subsidios a los combustibles fue un pronunciamiento valiente y hasta histórico del primer mandatario, en aquello de sincerar los precios.

Lo cierto es que esa decisión se adoptó menospreciando el impacto que tendría la medida en la población, así como las condiciones de asfixia de una economía en franca recesión que muestra un mercado laboral en el que el 61,5% de su PEA (es decir, 5.1 millones de personas) tiene un trabajo no adecuado y que, por lo mismo, transita entre el subempleo, otras formas de empleo no pleno y el desempleo abierto.

Tanto fue el rechazo al decreto de marras que el nivel de aprobación de la gestión y popularidad del Lic. Lenin Moreno se desplomó como castillo de naipes, al pasar de 21,4% a un crítico 12%, comprometiendo seriamente la propia gobernabilidad del país. Entonces, aquí no hubo una manifestación de valentía sino de imprudencia que facturó socialmente a la población.

Sin duda, una equivocación de proporciones que fue corregida -aunque tarde- por el oficialismo, con un costo político y económico significativo.

Quedan lecciones para un gobierno que no puede dejar de escuchar al pueblo, incluidas a las voces de nuestro páramo que nuevamente hablaron fuerte y claro. Hay que aprender de los errores. (O)

@giovannicarrion

Giovanni Carrión Cevallos

Decir que el Presidente Lenin Moreno cometió un grave error al expedir el Decreto Ejecutivo Nro. 883, a través del cual elevó -sin anestesia- el precio de la gasolina extra y diésel, es una verdad de perogrullo, y más ahora se aprecia esto cuando las aguas han vuelto medianamente a su curso y los días de explosión social en el Ecuador han quedado atrás (al menos por el momento). Ya nadie sostiene, como lo hacían en plena conmoción interna los servidores del gobierno y analistas funcionales, que la eliminación de los subsidios a los combustibles fue un pronunciamiento valiente y hasta histórico del primer mandatario, en aquello de sincerar los precios.

Lo cierto es que esa decisión se adoptó menospreciando el impacto que tendría la medida en la población, así como las condiciones de asfixia de una economía en franca recesión que muestra un mercado laboral en el que el 61,5% de su PEA (es decir, 5.1 millones de personas) tiene un trabajo no adecuado y que, por lo mismo, transita entre el subempleo, otras formas de empleo no pleno y el desempleo abierto.

Tanto fue el rechazo al decreto de marras que el nivel de aprobación de la gestión y popularidad del Lic. Lenin Moreno se desplomó como castillo de naipes, al pasar de 21,4% a un crítico 12%, comprometiendo seriamente la propia gobernabilidad del país. Entonces, aquí no hubo una manifestación de valentía sino de imprudencia que facturó socialmente a la población.

Sin duda, una equivocación de proporciones que fue corregida -aunque tarde- por el oficialismo, con un costo político y económico significativo.

Quedan lecciones para un gobierno que no puede dejar de escuchar al pueblo, incluidas a las voces de nuestro páramo que nuevamente hablaron fuerte y claro. Hay que aprender de los errores. (O)

@giovannicarrion

Giovanni Carrión Cevallos

Decir que el Presidente Lenin Moreno cometió un grave error al expedir el Decreto Ejecutivo Nro. 883, a través del cual elevó -sin anestesia- el precio de la gasolina extra y diésel, es una verdad de perogrullo, y más ahora se aprecia esto cuando las aguas han vuelto medianamente a su curso y los días de explosión social en el Ecuador han quedado atrás (al menos por el momento). Ya nadie sostiene, como lo hacían en plena conmoción interna los servidores del gobierno y analistas funcionales, que la eliminación de los subsidios a los combustibles fue un pronunciamiento valiente y hasta histórico del primer mandatario, en aquello de sincerar los precios.

Lo cierto es que esa decisión se adoptó menospreciando el impacto que tendría la medida en la población, así como las condiciones de asfixia de una economía en franca recesión que muestra un mercado laboral en el que el 61,5% de su PEA (es decir, 5.1 millones de personas) tiene un trabajo no adecuado y que, por lo mismo, transita entre el subempleo, otras formas de empleo no pleno y el desempleo abierto.

Tanto fue el rechazo al decreto de marras que el nivel de aprobación de la gestión y popularidad del Lic. Lenin Moreno se desplomó como castillo de naipes, al pasar de 21,4% a un crítico 12%, comprometiendo seriamente la propia gobernabilidad del país. Entonces, aquí no hubo una manifestación de valentía sino de imprudencia que facturó socialmente a la población.

Sin duda, una equivocación de proporciones que fue corregida -aunque tarde- por el oficialismo, con un costo político y económico significativo.

Quedan lecciones para un gobierno que no puede dejar de escuchar al pueblo, incluidas a las voces de nuestro páramo que nuevamente hablaron fuerte y claro. Hay que aprender de los errores. (O)

@giovannicarrion