Fondos para excelencia educativa

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Sir Bertrand Roossel, el relevante filósofo británico, refiriéndose a la cultura griega, expresaba que “los atenienses cultivaban la educación, mientras los espartanos se preocupaban por la belleza de sus hombres y por el uso de las armas; los segundos triunfaron, pero los primeros perviven en la mente de los humanos”. Hoy la educación es la principal riqueza y meta de los pueblos, aunque algunos políticos no lo quieran entender.

Se ha dado a conocer en los últimos días la pro forma presupuestaria del país para 2020 y se ha detectado que las universidades ecuatorianas han sufrido una merma sustancial en las rentas asignadas para el año próximo, lo que no les permitirá cubrir las exigencias mínimas, pese a que el número de estudiantes crecerá en un alto porcentaje. Es decir, que no se acaba de entender el valor de la educación y la obligación de los gobernantes de privilegiar al más importante sector para el desarrollo de la nación.

La universidad ecuatoriana debe ser atendida en la dimensión que le corresponde, para que pueda cumplir el importante papel que le ha encargado la sociedad. Sin embargo, no se ha programado el correspondiente enlace entre la educación básica, la media y la superior, a fin de que los estudiantes accedan a esta con los fundamentos sustanciales para desenvolverse en el campo profesional. Más de una vez en el reciente pasado, hemos sostenido con propiedad que “ningún edificio puede sostenerse en pie si es que no se halla adecuadamente cimentado y si es que sus bases carecen del sustento pertinente”.

Se engaña quien cree que la universidad puede conceder lo que se negó a los estudiantes en el inicio de la instrucción. Cuba, Finlandia y el Reino Unido, para solo nombrar tres señales de excelente educación universal, han coordinado adecuadamente el proceso pertinente hasta obtener resultados relevantes y provechosos para el avance de la sociedad propia y de las que aplican su tecnología para el desarrollo, alrededor del mundo. En el caso de la Universidad Luis Vargas Torres, el aporte estatal para 2020 es inferior al de años precedentes, cuando existe el impostergable proyecto de crear una extensión de ella en San Lorenzo, cantón que requiere de esta ayuda debido a las graves dificultades por las que atraviesa la población fronteriza con Colombia, obligada a velar por el avance del sector, de manera activa y con excelencia.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Sir Bertrand Roossel, el relevante filósofo británico, refiriéndose a la cultura griega, expresaba que “los atenienses cultivaban la educación, mientras los espartanos se preocupaban por la belleza de sus hombres y por el uso de las armas; los segundos triunfaron, pero los primeros perviven en la mente de los humanos”. Hoy la educación es la principal riqueza y meta de los pueblos, aunque algunos políticos no lo quieran entender.

Se ha dado a conocer en los últimos días la pro forma presupuestaria del país para 2020 y se ha detectado que las universidades ecuatorianas han sufrido una merma sustancial en las rentas asignadas para el año próximo, lo que no les permitirá cubrir las exigencias mínimas, pese a que el número de estudiantes crecerá en un alto porcentaje. Es decir, que no se acaba de entender el valor de la educación y la obligación de los gobernantes de privilegiar al más importante sector para el desarrollo de la nación.

La universidad ecuatoriana debe ser atendida en la dimensión que le corresponde, para que pueda cumplir el importante papel que le ha encargado la sociedad. Sin embargo, no se ha programado el correspondiente enlace entre la educación básica, la media y la superior, a fin de que los estudiantes accedan a esta con los fundamentos sustanciales para desenvolverse en el campo profesional. Más de una vez en el reciente pasado, hemos sostenido con propiedad que “ningún edificio puede sostenerse en pie si es que no se halla adecuadamente cimentado y si es que sus bases carecen del sustento pertinente”.

Se engaña quien cree que la universidad puede conceder lo que se negó a los estudiantes en el inicio de la instrucción. Cuba, Finlandia y el Reino Unido, para solo nombrar tres señales de excelente educación universal, han coordinado adecuadamente el proceso pertinente hasta obtener resultados relevantes y provechosos para el avance de la sociedad propia y de las que aplican su tecnología para el desarrollo, alrededor del mundo. En el caso de la Universidad Luis Vargas Torres, el aporte estatal para 2020 es inferior al de años precedentes, cuando existe el impostergable proyecto de crear una extensión de ella en San Lorenzo, cantón que requiere de esta ayuda debido a las graves dificultades por las que atraviesa la población fronteriza con Colombia, obligada a velar por el avance del sector, de manera activa y con excelencia.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Sir Bertrand Roossel, el relevante filósofo británico, refiriéndose a la cultura griega, expresaba que “los atenienses cultivaban la educación, mientras los espartanos se preocupaban por la belleza de sus hombres y por el uso de las armas; los segundos triunfaron, pero los primeros perviven en la mente de los humanos”. Hoy la educación es la principal riqueza y meta de los pueblos, aunque algunos políticos no lo quieran entender.

Se ha dado a conocer en los últimos días la pro forma presupuestaria del país para 2020 y se ha detectado que las universidades ecuatorianas han sufrido una merma sustancial en las rentas asignadas para el año próximo, lo que no les permitirá cubrir las exigencias mínimas, pese a que el número de estudiantes crecerá en un alto porcentaje. Es decir, que no se acaba de entender el valor de la educación y la obligación de los gobernantes de privilegiar al más importante sector para el desarrollo de la nación.

La universidad ecuatoriana debe ser atendida en la dimensión que le corresponde, para que pueda cumplir el importante papel que le ha encargado la sociedad. Sin embargo, no se ha programado el correspondiente enlace entre la educación básica, la media y la superior, a fin de que los estudiantes accedan a esta con los fundamentos sustanciales para desenvolverse en el campo profesional. Más de una vez en el reciente pasado, hemos sostenido con propiedad que “ningún edificio puede sostenerse en pie si es que no se halla adecuadamente cimentado y si es que sus bases carecen del sustento pertinente”.

Se engaña quien cree que la universidad puede conceder lo que se negó a los estudiantes en el inicio de la instrucción. Cuba, Finlandia y el Reino Unido, para solo nombrar tres señales de excelente educación universal, han coordinado adecuadamente el proceso pertinente hasta obtener resultados relevantes y provechosos para el avance de la sociedad propia y de las que aplican su tecnología para el desarrollo, alrededor del mundo. En el caso de la Universidad Luis Vargas Torres, el aporte estatal para 2020 es inferior al de años precedentes, cuando existe el impostergable proyecto de crear una extensión de ella en San Lorenzo, cantón que requiere de esta ayuda debido a las graves dificultades por las que atraviesa la población fronteriza con Colombia, obligada a velar por el avance del sector, de manera activa y con excelencia.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Sir Bertrand Roossel, el relevante filósofo británico, refiriéndose a la cultura griega, expresaba que “los atenienses cultivaban la educación, mientras los espartanos se preocupaban por la belleza de sus hombres y por el uso de las armas; los segundos triunfaron, pero los primeros perviven en la mente de los humanos”. Hoy la educación es la principal riqueza y meta de los pueblos, aunque algunos políticos no lo quieran entender.

Se ha dado a conocer en los últimos días la pro forma presupuestaria del país para 2020 y se ha detectado que las universidades ecuatorianas han sufrido una merma sustancial en las rentas asignadas para el año próximo, lo que no les permitirá cubrir las exigencias mínimas, pese a que el número de estudiantes crecerá en un alto porcentaje. Es decir, que no se acaba de entender el valor de la educación y la obligación de los gobernantes de privilegiar al más importante sector para el desarrollo de la nación.

La universidad ecuatoriana debe ser atendida en la dimensión que le corresponde, para que pueda cumplir el importante papel que le ha encargado la sociedad. Sin embargo, no se ha programado el correspondiente enlace entre la educación básica, la media y la superior, a fin de que los estudiantes accedan a esta con los fundamentos sustanciales para desenvolverse en el campo profesional. Más de una vez en el reciente pasado, hemos sostenido con propiedad que “ningún edificio puede sostenerse en pie si es que no se halla adecuadamente cimentado y si es que sus bases carecen del sustento pertinente”.

Se engaña quien cree que la universidad puede conceder lo que se negó a los estudiantes en el inicio de la instrucción. Cuba, Finlandia y el Reino Unido, para solo nombrar tres señales de excelente educación universal, han coordinado adecuadamente el proceso pertinente hasta obtener resultados relevantes y provechosos para el avance de la sociedad propia y de las que aplican su tecnología para el desarrollo, alrededor del mundo. En el caso de la Universidad Luis Vargas Torres, el aporte estatal para 2020 es inferior al de años precedentes, cuando existe el impostergable proyecto de crear una extensión de ella en San Lorenzo, cantón que requiere de esta ayuda debido a las graves dificultades por las que atraviesa la población fronteriza con Colombia, obligada a velar por el avance del sector, de manera activa y con excelencia.