Desde lo rural

Pablo Ortiz Muñoz

Hablar del sector rural como que resulta un tema muy complejo y hasta poco entendible. Su escaso desarrollo y poco avance tecnológico han marcado una tendencia de marginalidad y en muchos casos hasta de olvido. Muchos escenarios a lo largo y ancho del país así lo demuestran, solo miremos con detenimiento a lo largo de un pequeño recorrido y podremos tener una idea de la incipiente forma de producir.

Muchos criterios se han vertido respecto al tema, atribuyéndole el problema: al escaso apoyo gubernamental, a la falta de capacitación, al casi nulo apoyo técnico, a la falta de crédito, al escaso desarrollo tecnológico, etc., etc., y podrimos seguir citando un sinnúmero de argumentos más.

La realidad es esa, es parte de nuestra idiosincrasia, quejarnos de todo y delegar responsabilidades. Es muy sabido que del 100% de la producción, apenas el 10% proviene de la producción industrial en los países en vías de desarrollo, el resto, es decir el 90% proviene de la agricultura rural.

Pero que pasa o que sucede para que este sector no se desarrolle. El problema radica en la visión que el productor mantiene con respecto a la actividad que realiza. El conformismo y el paternalismo se han vuelto la piedra que detiene la producción. Esa visión para observar lo que buenamente la tierra nos brinde o que el estado es culpable de todo, es lo que hace que se mantenga esa marginalidad.

No desmerezco que existe algo de verdad en la falta de atención gubernamental. Pero no como se lo espera, a través de regalos o dadivas, o con los mal llamados planes de desarrollo agropecuario, que no tienen nada que ver con la realidad y a los cuales ya está acostumbrado el productor.

Solo observemos una granja de producción, que lamentable, y no voy a citar ninguna en específico, ya que considero es en general, pequeñas, medianas o grandes. Claro exceptuando algunas que están en proceso de cambio. Casi todas carecen de condiciones de seguridad, es nulo el manejo técnico, ni se conoce el término higiene, peor aún asepsia o bienestar animal, aunque muchos de los productores ya han sido capacitados y simplemente no les interesa. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Hablar del sector rural como que resulta un tema muy complejo y hasta poco entendible. Su escaso desarrollo y poco avance tecnológico han marcado una tendencia de marginalidad y en muchos casos hasta de olvido. Muchos escenarios a lo largo y ancho del país así lo demuestran, solo miremos con detenimiento a lo largo de un pequeño recorrido y podremos tener una idea de la incipiente forma de producir.

Muchos criterios se han vertido respecto al tema, atribuyéndole el problema: al escaso apoyo gubernamental, a la falta de capacitación, al casi nulo apoyo técnico, a la falta de crédito, al escaso desarrollo tecnológico, etc., etc., y podrimos seguir citando un sinnúmero de argumentos más.

La realidad es esa, es parte de nuestra idiosincrasia, quejarnos de todo y delegar responsabilidades. Es muy sabido que del 100% de la producción, apenas el 10% proviene de la producción industrial en los países en vías de desarrollo, el resto, es decir el 90% proviene de la agricultura rural.

Pero que pasa o que sucede para que este sector no se desarrolle. El problema radica en la visión que el productor mantiene con respecto a la actividad que realiza. El conformismo y el paternalismo se han vuelto la piedra que detiene la producción. Esa visión para observar lo que buenamente la tierra nos brinde o que el estado es culpable de todo, es lo que hace que se mantenga esa marginalidad.

No desmerezco que existe algo de verdad en la falta de atención gubernamental. Pero no como se lo espera, a través de regalos o dadivas, o con los mal llamados planes de desarrollo agropecuario, que no tienen nada que ver con la realidad y a los cuales ya está acostumbrado el productor.

Solo observemos una granja de producción, que lamentable, y no voy a citar ninguna en específico, ya que considero es en general, pequeñas, medianas o grandes. Claro exceptuando algunas que están en proceso de cambio. Casi todas carecen de condiciones de seguridad, es nulo el manejo técnico, ni se conoce el término higiene, peor aún asepsia o bienestar animal, aunque muchos de los productores ya han sido capacitados y simplemente no les interesa. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Hablar del sector rural como que resulta un tema muy complejo y hasta poco entendible. Su escaso desarrollo y poco avance tecnológico han marcado una tendencia de marginalidad y en muchos casos hasta de olvido. Muchos escenarios a lo largo y ancho del país así lo demuestran, solo miremos con detenimiento a lo largo de un pequeño recorrido y podremos tener una idea de la incipiente forma de producir.

Muchos criterios se han vertido respecto al tema, atribuyéndole el problema: al escaso apoyo gubernamental, a la falta de capacitación, al casi nulo apoyo técnico, a la falta de crédito, al escaso desarrollo tecnológico, etc., etc., y podrimos seguir citando un sinnúmero de argumentos más.

La realidad es esa, es parte de nuestra idiosincrasia, quejarnos de todo y delegar responsabilidades. Es muy sabido que del 100% de la producción, apenas el 10% proviene de la producción industrial en los países en vías de desarrollo, el resto, es decir el 90% proviene de la agricultura rural.

Pero que pasa o que sucede para que este sector no se desarrolle. El problema radica en la visión que el productor mantiene con respecto a la actividad que realiza. El conformismo y el paternalismo se han vuelto la piedra que detiene la producción. Esa visión para observar lo que buenamente la tierra nos brinde o que el estado es culpable de todo, es lo que hace que se mantenga esa marginalidad.

No desmerezco que existe algo de verdad en la falta de atención gubernamental. Pero no como se lo espera, a través de regalos o dadivas, o con los mal llamados planes de desarrollo agropecuario, que no tienen nada que ver con la realidad y a los cuales ya está acostumbrado el productor.

Solo observemos una granja de producción, que lamentable, y no voy a citar ninguna en específico, ya que considero es en general, pequeñas, medianas o grandes. Claro exceptuando algunas que están en proceso de cambio. Casi todas carecen de condiciones de seguridad, es nulo el manejo técnico, ni se conoce el término higiene, peor aún asepsia o bienestar animal, aunque muchos de los productores ya han sido capacitados y simplemente no les interesa. (O)

[email protected]

Pablo Ortiz Muñoz

Hablar del sector rural como que resulta un tema muy complejo y hasta poco entendible. Su escaso desarrollo y poco avance tecnológico han marcado una tendencia de marginalidad y en muchos casos hasta de olvido. Muchos escenarios a lo largo y ancho del país así lo demuestran, solo miremos con detenimiento a lo largo de un pequeño recorrido y podremos tener una idea de la incipiente forma de producir.

Muchos criterios se han vertido respecto al tema, atribuyéndole el problema: al escaso apoyo gubernamental, a la falta de capacitación, al casi nulo apoyo técnico, a la falta de crédito, al escaso desarrollo tecnológico, etc., etc., y podrimos seguir citando un sinnúmero de argumentos más.

La realidad es esa, es parte de nuestra idiosincrasia, quejarnos de todo y delegar responsabilidades. Es muy sabido que del 100% de la producción, apenas el 10% proviene de la producción industrial en los países en vías de desarrollo, el resto, es decir el 90% proviene de la agricultura rural.

Pero que pasa o que sucede para que este sector no se desarrolle. El problema radica en la visión que el productor mantiene con respecto a la actividad que realiza. El conformismo y el paternalismo se han vuelto la piedra que detiene la producción. Esa visión para observar lo que buenamente la tierra nos brinde o que el estado es culpable de todo, es lo que hace que se mantenga esa marginalidad.

No desmerezco que existe algo de verdad en la falta de atención gubernamental. Pero no como se lo espera, a través de regalos o dadivas, o con los mal llamados planes de desarrollo agropecuario, que no tienen nada que ver con la realidad y a los cuales ya está acostumbrado el productor.

Solo observemos una granja de producción, que lamentable, y no voy a citar ninguna en específico, ya que considero es en general, pequeñas, medianas o grandes. Claro exceptuando algunas que están en proceso de cambio. Casi todas carecen de condiciones de seguridad, es nulo el manejo técnico, ni se conoce el término higiene, peor aún asepsia o bienestar animal, aunque muchos de los productores ya han sido capacitados y simplemente no les interesa. (O)

[email protected]