El arte de elaborar tapices en telares manuales de madera se mantiene en Otavalo

PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.
PROCESO. Con la lana de diferentes colores, la artesana va tejiendo el tapiz artesanal.

Redacción OTAVALO

Yolanda Maldonado es una mujer kichwa oriunda de la comunidad de Cotama, Otavalo. Desde hace más de 20 años se dedica a elaborar tapices y pulseras, artesanías que las vende en las ferias de la Plaza de Ponchos.

Esta actividad la heredó de sus padres, quienes aprendieron de sus abuelos. En la actualidad este trabajo lo realiza junto con sus hermanos, como una forma de emprendimiento y poder sacar adelante a sus familias.

Para los tapices, como materia prima utiliza la lana de borrego, la cual es tinturada en diferentes colores; para elaborar las pulseras, usa orlón e hilo chillo.

En una de las habitaciones de su vivienda se encuentran cuatro telares manuales de madera, que sirven para trabajar en este tipo de artesanías con diferentes diseños y modelos. El producto es de buena calidad y garantizado, por lo que muchos turistas adquieren para llevarse a otros países.

Yolanda menciona que en una semana se elabora alrededor de 30 tapices en un tamaño normal, cuyo precio es de 25 dólares por unidad, mientras que las pulseras con el nombre grabado tienen un costo de dos dólares. “Nosotros trabajamos en estos telares manuales, porque con ello garantizamos el trabajo, siendo el producto de buena calidad y durable, en comparación con los hechos en máquinas eléctricas”, afirma la artesana.

Proceso de elaboración

Al frente de un telar, los artesanos pasan sentados hasta seis horas diarias. La madera va atada con sogas de cabuya. Los pequeños hilos son templados y sujetados por largueros del mismo material. Luego se cruzan de un lado a otro los hilos de colores dando forma al paisaje o figura, ajustando con otro madero que baja y golpea para unir las hebras. Los artesanos kichwas han conservado esta técnica basada en el uso de herramientas ancestrales de madera, cuyos hilos finos de la lana de borrego se tinturan con el uso de flores y hierbas.

Telares ancestrales

A los indígenas otavaleños se les considera grandes artesanos, han ocupado tradicionalmente los telares manuales para hacer prendas como ponchos, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales, anacos, entre otros.

Sin embargo, aunque con el pasar del tiempo aparecieron nuevas maquinarias modernas que los han ido reemplazando, esta tradición se mantiene. De ahí que artículos elaborados en telares tradicionales pueden encontrarse en la Plaza de Ponchos, especialmente en días de feria.

Con el avance de la ciencia y las nuevas tendencias textiles, han comenzado a desaparecer los telares manuales, puesto que los artesanos optaron por aparatos más cómodos, como los de pedales o eléctricos. Estos surgieron en secuencia del telar de cintura, los mismos que poseen cualidades semejantes, y con los que se pueden hacer trabajos paralelos, con pocas y definidas diferencias, entre el telar ancestral y el moderno. (PMHR)

Redacción OTAVALO

Yolanda Maldonado es una mujer kichwa oriunda de la comunidad de Cotama, Otavalo. Desde hace más de 20 años se dedica a elaborar tapices y pulseras, artesanías que las vende en las ferias de la Plaza de Ponchos.

Esta actividad la heredó de sus padres, quienes aprendieron de sus abuelos. En la actualidad este trabajo lo realiza junto con sus hermanos, como una forma de emprendimiento y poder sacar adelante a sus familias.

Para los tapices, como materia prima utiliza la lana de borrego, la cual es tinturada en diferentes colores; para elaborar las pulseras, usa orlón e hilo chillo.

En una de las habitaciones de su vivienda se encuentran cuatro telares manuales de madera, que sirven para trabajar en este tipo de artesanías con diferentes diseños y modelos. El producto es de buena calidad y garantizado, por lo que muchos turistas adquieren para llevarse a otros países.

Yolanda menciona que en una semana se elabora alrededor de 30 tapices en un tamaño normal, cuyo precio es de 25 dólares por unidad, mientras que las pulseras con el nombre grabado tienen un costo de dos dólares. “Nosotros trabajamos en estos telares manuales, porque con ello garantizamos el trabajo, siendo el producto de buena calidad y durable, en comparación con los hechos en máquinas eléctricas”, afirma la artesana.

Proceso de elaboración

Al frente de un telar, los artesanos pasan sentados hasta seis horas diarias. La madera va atada con sogas de cabuya. Los pequeños hilos son templados y sujetados por largueros del mismo material. Luego se cruzan de un lado a otro los hilos de colores dando forma al paisaje o figura, ajustando con otro madero que baja y golpea para unir las hebras. Los artesanos kichwas han conservado esta técnica basada en el uso de herramientas ancestrales de madera, cuyos hilos finos de la lana de borrego se tinturan con el uso de flores y hierbas.

Telares ancestrales

A los indígenas otavaleños se les considera grandes artesanos, han ocupado tradicionalmente los telares manuales para hacer prendas como ponchos, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales, anacos, entre otros.

Sin embargo, aunque con el pasar del tiempo aparecieron nuevas maquinarias modernas que los han ido reemplazando, esta tradición se mantiene. De ahí que artículos elaborados en telares tradicionales pueden encontrarse en la Plaza de Ponchos, especialmente en días de feria.

Con el avance de la ciencia y las nuevas tendencias textiles, han comenzado a desaparecer los telares manuales, puesto que los artesanos optaron por aparatos más cómodos, como los de pedales o eléctricos. Estos surgieron en secuencia del telar de cintura, los mismos que poseen cualidades semejantes, y con los que se pueden hacer trabajos paralelos, con pocas y definidas diferencias, entre el telar ancestral y el moderno. (PMHR)

Redacción OTAVALO

Yolanda Maldonado es una mujer kichwa oriunda de la comunidad de Cotama, Otavalo. Desde hace más de 20 años se dedica a elaborar tapices y pulseras, artesanías que las vende en las ferias de la Plaza de Ponchos.

Esta actividad la heredó de sus padres, quienes aprendieron de sus abuelos. En la actualidad este trabajo lo realiza junto con sus hermanos, como una forma de emprendimiento y poder sacar adelante a sus familias.

Para los tapices, como materia prima utiliza la lana de borrego, la cual es tinturada en diferentes colores; para elaborar las pulseras, usa orlón e hilo chillo.

En una de las habitaciones de su vivienda se encuentran cuatro telares manuales de madera, que sirven para trabajar en este tipo de artesanías con diferentes diseños y modelos. El producto es de buena calidad y garantizado, por lo que muchos turistas adquieren para llevarse a otros países.

Yolanda menciona que en una semana se elabora alrededor de 30 tapices en un tamaño normal, cuyo precio es de 25 dólares por unidad, mientras que las pulseras con el nombre grabado tienen un costo de dos dólares. “Nosotros trabajamos en estos telares manuales, porque con ello garantizamos el trabajo, siendo el producto de buena calidad y durable, en comparación con los hechos en máquinas eléctricas”, afirma la artesana.

Proceso de elaboración

Al frente de un telar, los artesanos pasan sentados hasta seis horas diarias. La madera va atada con sogas de cabuya. Los pequeños hilos son templados y sujetados por largueros del mismo material. Luego se cruzan de un lado a otro los hilos de colores dando forma al paisaje o figura, ajustando con otro madero que baja y golpea para unir las hebras. Los artesanos kichwas han conservado esta técnica basada en el uso de herramientas ancestrales de madera, cuyos hilos finos de la lana de borrego se tinturan con el uso de flores y hierbas.

Telares ancestrales

A los indígenas otavaleños se les considera grandes artesanos, han ocupado tradicionalmente los telares manuales para hacer prendas como ponchos, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales, anacos, entre otros.

Sin embargo, aunque con el pasar del tiempo aparecieron nuevas maquinarias modernas que los han ido reemplazando, esta tradición se mantiene. De ahí que artículos elaborados en telares tradicionales pueden encontrarse en la Plaza de Ponchos, especialmente en días de feria.

Con el avance de la ciencia y las nuevas tendencias textiles, han comenzado a desaparecer los telares manuales, puesto que los artesanos optaron por aparatos más cómodos, como los de pedales o eléctricos. Estos surgieron en secuencia del telar de cintura, los mismos que poseen cualidades semejantes, y con los que se pueden hacer trabajos paralelos, con pocas y definidas diferencias, entre el telar ancestral y el moderno. (PMHR)

Redacción OTAVALO

Yolanda Maldonado es una mujer kichwa oriunda de la comunidad de Cotama, Otavalo. Desde hace más de 20 años se dedica a elaborar tapices y pulseras, artesanías que las vende en las ferias de la Plaza de Ponchos.

Esta actividad la heredó de sus padres, quienes aprendieron de sus abuelos. En la actualidad este trabajo lo realiza junto con sus hermanos, como una forma de emprendimiento y poder sacar adelante a sus familias.

Para los tapices, como materia prima utiliza la lana de borrego, la cual es tinturada en diferentes colores; para elaborar las pulseras, usa orlón e hilo chillo.

En una de las habitaciones de su vivienda se encuentran cuatro telares manuales de madera, que sirven para trabajar en este tipo de artesanías con diferentes diseños y modelos. El producto es de buena calidad y garantizado, por lo que muchos turistas adquieren para llevarse a otros países.

Yolanda menciona que en una semana se elabora alrededor de 30 tapices en un tamaño normal, cuyo precio es de 25 dólares por unidad, mientras que las pulseras con el nombre grabado tienen un costo de dos dólares. “Nosotros trabajamos en estos telares manuales, porque con ello garantizamos el trabajo, siendo el producto de buena calidad y durable, en comparación con los hechos en máquinas eléctricas”, afirma la artesana.

Proceso de elaboración

Al frente de un telar, los artesanos pasan sentados hasta seis horas diarias. La madera va atada con sogas de cabuya. Los pequeños hilos son templados y sujetados por largueros del mismo material. Luego se cruzan de un lado a otro los hilos de colores dando forma al paisaje o figura, ajustando con otro madero que baja y golpea para unir las hebras. Los artesanos kichwas han conservado esta técnica basada en el uso de herramientas ancestrales de madera, cuyos hilos finos de la lana de borrego se tinturan con el uso de flores y hierbas.

Telares ancestrales

A los indígenas otavaleños se les considera grandes artesanos, han ocupado tradicionalmente los telares manuales para hacer prendas como ponchos, tapices, bufandas, fajas, camisas, chales, anacos, entre otros.

Sin embargo, aunque con el pasar del tiempo aparecieron nuevas maquinarias modernas que los han ido reemplazando, esta tradición se mantiene. De ahí que artículos elaborados en telares tradicionales pueden encontrarse en la Plaza de Ponchos, especialmente en días de feria.

Con el avance de la ciencia y las nuevas tendencias textiles, han comenzado a desaparecer los telares manuales, puesto que los artesanos optaron por aparatos más cómodos, como los de pedales o eléctricos. Estos surgieron en secuencia del telar de cintura, los mismos que poseen cualidades semejantes, y con los que se pueden hacer trabajos paralelos, con pocas y definidas diferencias, entre el telar ancestral y el moderno. (PMHR)