No dejemos que mueran

Andrés Poma Costa

En poco termina el Festival Internacional de Artes Vivas en su cuarta edición, y con ello presiento, llega el fin de un aire diferente al habitual y de un entorno completo de expresiones artísticas. Sin embargo, al ser Loja una tierra de cultura, no habría razón para que esto se disipe; de ser así, el evento quedaría reducido a un momento interesante, y todo aquello que somos y presumimos ser, terminaría siendo un destello tristemente efímero.

Las manifestaciones de arte no deben estar a la espera de la llegada del Festival; más bien, este último debe ser el resultado natural de lo que por historia hemos sido, y de lo que diariamente gracias a diversas muestras artísticas seguimos siendo. No debemos esperar un año para volvernos a encender y compartir nuestros rasgos culturales con la misma energía de estos días.

Nuestra defensa del Festival pero sobre todo de la cultura, no debe ser únicamente por mantener apariencias fruto de un legado histórico o por combatir el centralismo desde un orgullo destructivo. Más bien, debemos armarnos de herramientas, fortaleciendo nuestras instituciones culturales, las cuales apoyen con acciones a quienes nos representan e impulsen proyectos artísticos integrales.

Que no sean argumentos vanos y carentes de sustento los que eviten proteger, cultivar y desarrollar el arte en nuestra tierra; porque siendo el arte la capacidad ingeniosa de tocar sentimientos y despertar emociones, creando con las manos y expresando con el alma, lo más importante debe ser, sembrar en nosotros el amor por la cultura mediante la práctica, para que así trascienda a través de los lojanos en el tiempo.

Por esto, y por razones que probablemente están en el criterio ciudadano, no dejemos que la cultura, el Festival, y las artes que hoy están vivas, por algún motivo mueran. (O)

Twitter: @andrespomacosta

Andrés Poma Costa

En poco termina el Festival Internacional de Artes Vivas en su cuarta edición, y con ello presiento, llega el fin de un aire diferente al habitual y de un entorno completo de expresiones artísticas. Sin embargo, al ser Loja una tierra de cultura, no habría razón para que esto se disipe; de ser así, el evento quedaría reducido a un momento interesante, y todo aquello que somos y presumimos ser, terminaría siendo un destello tristemente efímero.

Las manifestaciones de arte no deben estar a la espera de la llegada del Festival; más bien, este último debe ser el resultado natural de lo que por historia hemos sido, y de lo que diariamente gracias a diversas muestras artísticas seguimos siendo. No debemos esperar un año para volvernos a encender y compartir nuestros rasgos culturales con la misma energía de estos días.

Nuestra defensa del Festival pero sobre todo de la cultura, no debe ser únicamente por mantener apariencias fruto de un legado histórico o por combatir el centralismo desde un orgullo destructivo. Más bien, debemos armarnos de herramientas, fortaleciendo nuestras instituciones culturales, las cuales apoyen con acciones a quienes nos representan e impulsen proyectos artísticos integrales.

Que no sean argumentos vanos y carentes de sustento los que eviten proteger, cultivar y desarrollar el arte en nuestra tierra; porque siendo el arte la capacidad ingeniosa de tocar sentimientos y despertar emociones, creando con las manos y expresando con el alma, lo más importante debe ser, sembrar en nosotros el amor por la cultura mediante la práctica, para que así trascienda a través de los lojanos en el tiempo.

Por esto, y por razones que probablemente están en el criterio ciudadano, no dejemos que la cultura, el Festival, y las artes que hoy están vivas, por algún motivo mueran. (O)

Twitter: @andrespomacosta

Andrés Poma Costa

En poco termina el Festival Internacional de Artes Vivas en su cuarta edición, y con ello presiento, llega el fin de un aire diferente al habitual y de un entorno completo de expresiones artísticas. Sin embargo, al ser Loja una tierra de cultura, no habría razón para que esto se disipe; de ser así, el evento quedaría reducido a un momento interesante, y todo aquello que somos y presumimos ser, terminaría siendo un destello tristemente efímero.

Las manifestaciones de arte no deben estar a la espera de la llegada del Festival; más bien, este último debe ser el resultado natural de lo que por historia hemos sido, y de lo que diariamente gracias a diversas muestras artísticas seguimos siendo. No debemos esperar un año para volvernos a encender y compartir nuestros rasgos culturales con la misma energía de estos días.

Nuestra defensa del Festival pero sobre todo de la cultura, no debe ser únicamente por mantener apariencias fruto de un legado histórico o por combatir el centralismo desde un orgullo destructivo. Más bien, debemos armarnos de herramientas, fortaleciendo nuestras instituciones culturales, las cuales apoyen con acciones a quienes nos representan e impulsen proyectos artísticos integrales.

Que no sean argumentos vanos y carentes de sustento los que eviten proteger, cultivar y desarrollar el arte en nuestra tierra; porque siendo el arte la capacidad ingeniosa de tocar sentimientos y despertar emociones, creando con las manos y expresando con el alma, lo más importante debe ser, sembrar en nosotros el amor por la cultura mediante la práctica, para que así trascienda a través de los lojanos en el tiempo.

Por esto, y por razones que probablemente están en el criterio ciudadano, no dejemos que la cultura, el Festival, y las artes que hoy están vivas, por algún motivo mueran. (O)

Twitter: @andrespomacosta

Andrés Poma Costa

En poco termina el Festival Internacional de Artes Vivas en su cuarta edición, y con ello presiento, llega el fin de un aire diferente al habitual y de un entorno completo de expresiones artísticas. Sin embargo, al ser Loja una tierra de cultura, no habría razón para que esto se disipe; de ser así, el evento quedaría reducido a un momento interesante, y todo aquello que somos y presumimos ser, terminaría siendo un destello tristemente efímero.

Las manifestaciones de arte no deben estar a la espera de la llegada del Festival; más bien, este último debe ser el resultado natural de lo que por historia hemos sido, y de lo que diariamente gracias a diversas muestras artísticas seguimos siendo. No debemos esperar un año para volvernos a encender y compartir nuestros rasgos culturales con la misma energía de estos días.

Nuestra defensa del Festival pero sobre todo de la cultura, no debe ser únicamente por mantener apariencias fruto de un legado histórico o por combatir el centralismo desde un orgullo destructivo. Más bien, debemos armarnos de herramientas, fortaleciendo nuestras instituciones culturales, las cuales apoyen con acciones a quienes nos representan e impulsen proyectos artísticos integrales.

Que no sean argumentos vanos y carentes de sustento los que eviten proteger, cultivar y desarrollar el arte en nuestra tierra; porque siendo el arte la capacidad ingeniosa de tocar sentimientos y despertar emociones, creando con las manos y expresando con el alma, lo más importante debe ser, sembrar en nosotros el amor por la cultura mediante la práctica, para que así trascienda a través de los lojanos en el tiempo.

Por esto, y por razones que probablemente están en el criterio ciudadano, no dejemos que la cultura, el Festival, y las artes que hoy están vivas, por algún motivo mueran. (O)

Twitter: @andrespomacosta