Hacer opinión en las redes sociales

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Desde el típico ‘calladito te ves más bonito’ hasta el ‘qué bruto póngale cero’, son los comentarios que a menudo usan muchas personas para discrepar con el participante en una conversación en las llamadas redes sociales. Y, eso por mencionar los menos subidos de tono, porque en este ámbito ‘social’ emitir un criterio es exponerse a todo tipo de improperios.

Por ratos me pregunto ¿Cómo era la vida antes de las redes? ¿Cómo nos expresábamos o dábamos nuestro punto de vista? Porque ahora a pretexto de libertad de expresión, nos encontramos con quienes cuyo nivel de argumentación se circunscribe a insultarte y llenarte el muro de su opinión, como si a mayor cantidad de mensajes de la misma tontería y bajeza se explica mejor su absurda teoría.

En alguna época lo que más llamaba la atención era el tiempo que se debía esperar para recibir una respuesta. Pero, ahora ésta es inmediata, contundente y mordaz. Sin mayor racionalización se sueltan comentarios sin la menor pizca de sentido y por demás grotescos. La democratización de la comunicación que nos llegó de golpe con la incursión en las redes, ha sufrido un duro revés precisamente para quienes siempre fueron abiertos a manifestar su sentir y quienes abanderaban la lucha por la defensa de la opinión abierta y sesuda.

Otra situación a la que también nos hallamos expuestos, es al hecho de lo relativamente sencillo que resulta subir a las redes información falsa y como ésta es consumida con la misma voracidad que lo haría una jauría a su presa. Y la férrea defensa que se le hace, pese a que no encontremos elementos de veracidad en ellas.

La comunicación en internet y su entrada en las redes sociales empiezan a desplazar a la conversación cotidiana, al cara a cara. Por ello, debemos prodigarle mucho cuidado, porque en muchos casos por velar por una versión de la verdad, se recurre a la bajeza del insulto.

[email protected]

MA. ALEJANDRA SALAZAR MURRIETA

Desde el típico ‘calladito te ves más bonito’ hasta el ‘qué bruto póngale cero’, son los comentarios que a menudo usan muchas personas para discrepar con el participante en una conversación en las llamadas redes sociales. Y, eso por mencionar los menos subidos de tono, porque en este ámbito ‘social’ emitir un criterio es exponerse a todo tipo de improperios.

Por ratos me pregunto ¿Cómo era la vida antes de las redes? ¿Cómo nos expresábamos o dábamos nuestro punto de vista? Porque ahora a pretexto de libertad de expresión, nos encontramos con quienes cuyo nivel de argumentación se circunscribe a insultarte y llenarte el muro de su opinión, como si a mayor cantidad de mensajes de la misma tontería y bajeza se explica mejor su absurda teoría.

En alguna época lo que más llamaba la atención era el tiempo que se debía esperar para recibir una respuesta. Pero, ahora ésta es inmediata, contundente y mordaz. Sin mayor racionalización se sueltan comentarios sin la menor pizca de sentido y por demás grotescos. La democratización de la comunicación que nos llegó de golpe con la incursión en las redes, ha sufrido un duro revés precisamente para quienes siempre fueron abiertos a manifestar su sentir y quienes abanderaban la lucha por la defensa de la opinión abierta y sesuda.

Otra situación a la que también nos hallamos expuestos, es al hecho de lo relativamente sencillo que resulta subir a las redes información falsa y como ésta es consumida con la misma voracidad que lo haría una jauría a su presa. Y la férrea defensa que se le hace, pese a que no encontremos elementos de veracidad en ellas.

La comunicación en internet y su entrada en las redes sociales empiezan a desplazar a la conversación cotidiana, al cara a cara. Por ello, debemos prodigarle mucho cuidado, porque en muchos casos por velar por una versión de la verdad, se recurre a la bajeza del insulto.

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Desde el típico ‘calladito te ves más bonito’ hasta el ‘qué bruto póngale cero’, son los comentarios que a menudo usan muchas personas para discrepar con el participante en una conversación en las llamadas redes sociales. Y, eso por mencionar los menos subidos de tono, porque en este ámbito ‘social’ emitir un criterio es exponerse a todo tipo de improperios.

Por ratos me pregunto ¿Cómo era la vida antes de las redes? ¿Cómo nos expresábamos o dábamos nuestro punto de vista? Porque ahora a pretexto de libertad de expresión, nos encontramos con quienes cuyo nivel de argumentación se circunscribe a insultarte y llenarte el muro de su opinión, como si a mayor cantidad de mensajes de la misma tontería y bajeza se explica mejor su absurda teoría.

En alguna época lo que más llamaba la atención era el tiempo que se debía esperar para recibir una respuesta. Pero, ahora ésta es inmediata, contundente y mordaz. Sin mayor racionalización se sueltan comentarios sin la menor pizca de sentido y por demás grotescos. La democratización de la comunicación que nos llegó de golpe con la incursión en las redes, ha sufrido un duro revés precisamente para quienes siempre fueron abiertos a manifestar su sentir y quienes abanderaban la lucha por la defensa de la opinión abierta y sesuda.

Otra situación a la que también nos hallamos expuestos, es al hecho de lo relativamente sencillo que resulta subir a las redes información falsa y como ésta es consumida con la misma voracidad que lo haría una jauría a su presa. Y la férrea defensa que se le hace, pese a que no encontremos elementos de veracidad en ellas.

La comunicación en internet y su entrada en las redes sociales empiezan a desplazar a la conversación cotidiana, al cara a cara. Por ello, debemos prodigarle mucho cuidado, porque en muchos casos por velar por una versión de la verdad, se recurre a la bajeza del insulto.

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Desde el típico ‘calladito te ves más bonito’ hasta el ‘qué bruto póngale cero’, son los comentarios que a menudo usan muchas personas para discrepar con el participante en una conversación en las llamadas redes sociales. Y, eso por mencionar los menos subidos de tono, porque en este ámbito ‘social’ emitir un criterio es exponerse a todo tipo de improperios.

Por ratos me pregunto ¿Cómo era la vida antes de las redes? ¿Cómo nos expresábamos o dábamos nuestro punto de vista? Porque ahora a pretexto de libertad de expresión, nos encontramos con quienes cuyo nivel de argumentación se circunscribe a insultarte y llenarte el muro de su opinión, como si a mayor cantidad de mensajes de la misma tontería y bajeza se explica mejor su absurda teoría.

En alguna época lo que más llamaba la atención era el tiempo que se debía esperar para recibir una respuesta. Pero, ahora ésta es inmediata, contundente y mordaz. Sin mayor racionalización se sueltan comentarios sin la menor pizca de sentido y por demás grotescos. La democratización de la comunicación que nos llegó de golpe con la incursión en las redes, ha sufrido un duro revés precisamente para quienes siempre fueron abiertos a manifestar su sentir y quienes abanderaban la lucha por la defensa de la opinión abierta y sesuda.

Otra situación a la que también nos hallamos expuestos, es al hecho de lo relativamente sencillo que resulta subir a las redes información falsa y como ésta es consumida con la misma voracidad que lo haría una jauría a su presa. Y la férrea defensa que se le hace, pese a que no encontremos elementos de veracidad en ellas.

La comunicación en internet y su entrada en las redes sociales empiezan a desplazar a la conversación cotidiana, al cara a cara. Por ello, debemos prodigarle mucho cuidado, porque en muchos casos por velar por una versión de la verdad, se recurre a la bajeza del insulto.

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