Comunicación animal

Adolfo Coronel Illescas

Un león afrocuencano que se integró al zoológico municipal es el nuevo compañero de Shanga, la leona que perdió en septiembre pasado a su longevo amor felino Zaboo. El reemplazo de apenas 18 meses de edad se llama Scar, un mozuelo que aún permanece en cuarentena para que se habitúe al clima de Loja y se olvide de algunas malas costumbres. Shanga que no lo conoce aún pero ya sabe que es joven, está feliz, porque si viene de Cuenca sus retumbos de felino guagua con tono esdrújulo, la cautivarán. Está contando los días para el encuentro que será como el de una “gata vieja con ratón tierno”.

Por su parte el león Scar, que ya vino vacunado con aguja de vitrola, también espera impaciente cumplir la cuarentena para salir y analizar su nuevo destino en esta fiestera ciudad. Porque como fiesteros y noveleros, somos únicos. Scar espera enseñarnos lo que los lojanos hemos olvidado, rugir, manifestar con voz fuerte lo que está ignorado, olvidado y dejar de seguir integrando la fauna de silenciosos y sumisos.

Y hablando de rugir les cuento que vecinos y defensores de seres vivientes, están sumando criterios sobre la necesidad de evitar la extinción del burro, asno o solípedo, cuya existencia está en peligro en el Ecuador y por supuesto en Loja, a pesar de su prodigabilidad en burros y burradas. No hay que olvidar que dicho animal se propagó desde que Colón lo trajo en su expedición de 1495; y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Esperan definir un diálogo con las autoridades, en especial con los concejales, para encontrar una solución a la que nadie puede negarse si no quiere cometer el “pecado ecológico” o “ecocidio” que está por incluirse en el catecismo de la Iglesia Católica. Si los cabildantes encontraron solución para los “borrachitos”, por qué no para los solípedos. La idea, según expertos en comunicación animal, es salvar al burro propiamente dicho, con un santuario por ejemplo, interpretando el mensaje con respetable criterio y atención. El tema puede ser aburrido pero hay que “ensillarlo” con urgencia, porque algunos políticos ya están pensando para el 2020 organizar sus recorridos de campaña para la reelección con un burro por delante, como principal acompañante para tapar sus desvergüenzas. (O)

Adolfo Coronel Illescas

Un león afrocuencano que se integró al zoológico municipal es el nuevo compañero de Shanga, la leona que perdió en septiembre pasado a su longevo amor felino Zaboo. El reemplazo de apenas 18 meses de edad se llama Scar, un mozuelo que aún permanece en cuarentena para que se habitúe al clima de Loja y se olvide de algunas malas costumbres. Shanga que no lo conoce aún pero ya sabe que es joven, está feliz, porque si viene de Cuenca sus retumbos de felino guagua con tono esdrújulo, la cautivarán. Está contando los días para el encuentro que será como el de una “gata vieja con ratón tierno”.

Por su parte el león Scar, que ya vino vacunado con aguja de vitrola, también espera impaciente cumplir la cuarentena para salir y analizar su nuevo destino en esta fiestera ciudad. Porque como fiesteros y noveleros, somos únicos. Scar espera enseñarnos lo que los lojanos hemos olvidado, rugir, manifestar con voz fuerte lo que está ignorado, olvidado y dejar de seguir integrando la fauna de silenciosos y sumisos.

Y hablando de rugir les cuento que vecinos y defensores de seres vivientes, están sumando criterios sobre la necesidad de evitar la extinción del burro, asno o solípedo, cuya existencia está en peligro en el Ecuador y por supuesto en Loja, a pesar de su prodigabilidad en burros y burradas. No hay que olvidar que dicho animal se propagó desde que Colón lo trajo en su expedición de 1495; y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Esperan definir un diálogo con las autoridades, en especial con los concejales, para encontrar una solución a la que nadie puede negarse si no quiere cometer el “pecado ecológico” o “ecocidio” que está por incluirse en el catecismo de la Iglesia Católica. Si los cabildantes encontraron solución para los “borrachitos”, por qué no para los solípedos. La idea, según expertos en comunicación animal, es salvar al burro propiamente dicho, con un santuario por ejemplo, interpretando el mensaje con respetable criterio y atención. El tema puede ser aburrido pero hay que “ensillarlo” con urgencia, porque algunos políticos ya están pensando para el 2020 organizar sus recorridos de campaña para la reelección con un burro por delante, como principal acompañante para tapar sus desvergüenzas. (O)

Adolfo Coronel Illescas

Un león afrocuencano que se integró al zoológico municipal es el nuevo compañero de Shanga, la leona que perdió en septiembre pasado a su longevo amor felino Zaboo. El reemplazo de apenas 18 meses de edad se llama Scar, un mozuelo que aún permanece en cuarentena para que se habitúe al clima de Loja y se olvide de algunas malas costumbres. Shanga que no lo conoce aún pero ya sabe que es joven, está feliz, porque si viene de Cuenca sus retumbos de felino guagua con tono esdrújulo, la cautivarán. Está contando los días para el encuentro que será como el de una “gata vieja con ratón tierno”.

Por su parte el león Scar, que ya vino vacunado con aguja de vitrola, también espera impaciente cumplir la cuarentena para salir y analizar su nuevo destino en esta fiestera ciudad. Porque como fiesteros y noveleros, somos únicos. Scar espera enseñarnos lo que los lojanos hemos olvidado, rugir, manifestar con voz fuerte lo que está ignorado, olvidado y dejar de seguir integrando la fauna de silenciosos y sumisos.

Y hablando de rugir les cuento que vecinos y defensores de seres vivientes, están sumando criterios sobre la necesidad de evitar la extinción del burro, asno o solípedo, cuya existencia está en peligro en el Ecuador y por supuesto en Loja, a pesar de su prodigabilidad en burros y burradas. No hay que olvidar que dicho animal se propagó desde que Colón lo trajo en su expedición de 1495; y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Esperan definir un diálogo con las autoridades, en especial con los concejales, para encontrar una solución a la que nadie puede negarse si no quiere cometer el “pecado ecológico” o “ecocidio” que está por incluirse en el catecismo de la Iglesia Católica. Si los cabildantes encontraron solución para los “borrachitos”, por qué no para los solípedos. La idea, según expertos en comunicación animal, es salvar al burro propiamente dicho, con un santuario por ejemplo, interpretando el mensaje con respetable criterio y atención. El tema puede ser aburrido pero hay que “ensillarlo” con urgencia, porque algunos políticos ya están pensando para el 2020 organizar sus recorridos de campaña para la reelección con un burro por delante, como principal acompañante para tapar sus desvergüenzas. (O)

Adolfo Coronel Illescas

Un león afrocuencano que se integró al zoológico municipal es el nuevo compañero de Shanga, la leona que perdió en septiembre pasado a su longevo amor felino Zaboo. El reemplazo de apenas 18 meses de edad se llama Scar, un mozuelo que aún permanece en cuarentena para que se habitúe al clima de Loja y se olvide de algunas malas costumbres. Shanga que no lo conoce aún pero ya sabe que es joven, está feliz, porque si viene de Cuenca sus retumbos de felino guagua con tono esdrújulo, la cautivarán. Está contando los días para el encuentro que será como el de una “gata vieja con ratón tierno”.

Por su parte el león Scar, que ya vino vacunado con aguja de vitrola, también espera impaciente cumplir la cuarentena para salir y analizar su nuevo destino en esta fiestera ciudad. Porque como fiesteros y noveleros, somos únicos. Scar espera enseñarnos lo que los lojanos hemos olvidado, rugir, manifestar con voz fuerte lo que está ignorado, olvidado y dejar de seguir integrando la fauna de silenciosos y sumisos.

Y hablando de rugir les cuento que vecinos y defensores de seres vivientes, están sumando criterios sobre la necesidad de evitar la extinción del burro, asno o solípedo, cuya existencia está en peligro en el Ecuador y por supuesto en Loja, a pesar de su prodigabilidad en burros y burradas. No hay que olvidar que dicho animal se propagó desde que Colón lo trajo en su expedición de 1495; y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.

Esperan definir un diálogo con las autoridades, en especial con los concejales, para encontrar una solución a la que nadie puede negarse si no quiere cometer el “pecado ecológico” o “ecocidio” que está por incluirse en el catecismo de la Iglesia Católica. Si los cabildantes encontraron solución para los “borrachitos”, por qué no para los solípedos. La idea, según expertos en comunicación animal, es salvar al burro propiamente dicho, con un santuario por ejemplo, interpretando el mensaje con respetable criterio y atención. El tema puede ser aburrido pero hay que “ensillarlo” con urgencia, porque algunos políticos ya están pensando para el 2020 organizar sus recorridos de campaña para la reelección con un burro por delante, como principal acompañante para tapar sus desvergüenzas. (O)