La voz de las Mariposas

Mariana Velasco

El mundo recordó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha designada en homenaje a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana. A los 59 años del crimen, la voz de las Mariposas, en nombre de todas las mujeres, debe multiplicarse contra todas las violencias.

Desde entonces muchas cosas han cambiado en el mundo, pero una parece ser resistente a cualquier transformación, la violencia contra las mujeres. En Ecuador, las cifras son elocuentes: en lo que va del año noventa y cinco mujeres perdieron la vida a manos de otras personas solo por su sexo.

En Ecuador cada 70 horas se comete un femicidio, lo que evidencia que los resultados del combate a la violencia de género dejan mucho qué desear. La sociedad no entiende que el goce de los Derechos Humanos es fundamental para el desarrollo pleno de la mujer y que, por igual, se perpetúan conductas socialmente aceptadas que generan la violación de los derechos de las mujeres.

El Estado no logra reducir a través de sus políticas, prevenir o castigar la violencia contra la mujer y el peligro en que viven. De poco sirven las órdenes de alejamiento de los hogares y de las amenazadas. No han tenido un efecto decisivo en la prevención y disminución de los crímenes. El instinto asesino se abre paso y descarga su furia contra las víctimas.

Las casas de acogida no existen en proporción a la magnitud de esta tragedia nacional y, para colmo, no existe una justicia que actúe con prontitud frente a las denuncias de peligro, que suman millares cada año. Nuestros operadores de justicia registran 47.735 denuncias de violencia contra las féminas. No hay sociedad que logre escapar a la violencia.

[email protected]

Mariana Velasco

El mundo recordó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha designada en homenaje a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana. A los 59 años del crimen, la voz de las Mariposas, en nombre de todas las mujeres, debe multiplicarse contra todas las violencias.

Desde entonces muchas cosas han cambiado en el mundo, pero una parece ser resistente a cualquier transformación, la violencia contra las mujeres. En Ecuador, las cifras son elocuentes: en lo que va del año noventa y cinco mujeres perdieron la vida a manos de otras personas solo por su sexo.

En Ecuador cada 70 horas se comete un femicidio, lo que evidencia que los resultados del combate a la violencia de género dejan mucho qué desear. La sociedad no entiende que el goce de los Derechos Humanos es fundamental para el desarrollo pleno de la mujer y que, por igual, se perpetúan conductas socialmente aceptadas que generan la violación de los derechos de las mujeres.

El Estado no logra reducir a través de sus políticas, prevenir o castigar la violencia contra la mujer y el peligro en que viven. De poco sirven las órdenes de alejamiento de los hogares y de las amenazadas. No han tenido un efecto decisivo en la prevención y disminución de los crímenes. El instinto asesino se abre paso y descarga su furia contra las víctimas.

Las casas de acogida no existen en proporción a la magnitud de esta tragedia nacional y, para colmo, no existe una justicia que actúe con prontitud frente a las denuncias de peligro, que suman millares cada año. Nuestros operadores de justicia registran 47.735 denuncias de violencia contra las féminas. No hay sociedad que logre escapar a la violencia.

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El mundo recordó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha designada en homenaje a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana. A los 59 años del crimen, la voz de las Mariposas, en nombre de todas las mujeres, debe multiplicarse contra todas las violencias.

Desde entonces muchas cosas han cambiado en el mundo, pero una parece ser resistente a cualquier transformación, la violencia contra las mujeres. En Ecuador, las cifras son elocuentes: en lo que va del año noventa y cinco mujeres perdieron la vida a manos de otras personas solo por su sexo.

En Ecuador cada 70 horas se comete un femicidio, lo que evidencia que los resultados del combate a la violencia de género dejan mucho qué desear. La sociedad no entiende que el goce de los Derechos Humanos es fundamental para el desarrollo pleno de la mujer y que, por igual, se perpetúan conductas socialmente aceptadas que generan la violación de los derechos de las mujeres.

El Estado no logra reducir a través de sus políticas, prevenir o castigar la violencia contra la mujer y el peligro en que viven. De poco sirven las órdenes de alejamiento de los hogares y de las amenazadas. No han tenido un efecto decisivo en la prevención y disminución de los crímenes. El instinto asesino se abre paso y descarga su furia contra las víctimas.

Las casas de acogida no existen en proporción a la magnitud de esta tragedia nacional y, para colmo, no existe una justicia que actúe con prontitud frente a las denuncias de peligro, que suman millares cada año. Nuestros operadores de justicia registran 47.735 denuncias de violencia contra las féminas. No hay sociedad que logre escapar a la violencia.

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El mundo recordó el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha designada en homenaje a las hermanas Mirabal, asesinadas por la dictadura de Rafael Trujillo, en la República Dominicana. A los 59 años del crimen, la voz de las Mariposas, en nombre de todas las mujeres, debe multiplicarse contra todas las violencias.

Desde entonces muchas cosas han cambiado en el mundo, pero una parece ser resistente a cualquier transformación, la violencia contra las mujeres. En Ecuador, las cifras son elocuentes: en lo que va del año noventa y cinco mujeres perdieron la vida a manos de otras personas solo por su sexo.

En Ecuador cada 70 horas se comete un femicidio, lo que evidencia que los resultados del combate a la violencia de género dejan mucho qué desear. La sociedad no entiende que el goce de los Derechos Humanos es fundamental para el desarrollo pleno de la mujer y que, por igual, se perpetúan conductas socialmente aceptadas que generan la violación de los derechos de las mujeres.

El Estado no logra reducir a través de sus políticas, prevenir o castigar la violencia contra la mujer y el peligro en que viven. De poco sirven las órdenes de alejamiento de los hogares y de las amenazadas. No han tenido un efecto decisivo en la prevención y disminución de los crímenes. El instinto asesino se abre paso y descarga su furia contra las víctimas.

Las casas de acogida no existen en proporción a la magnitud de esta tragedia nacional y, para colmo, no existe una justicia que actúe con prontitud frente a las denuncias de peligro, que suman millares cada año. Nuestros operadores de justicia registran 47.735 denuncias de violencia contra las féminas. No hay sociedad que logre escapar a la violencia.

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