Novela sobre una Venezuela que dejó de existir cosecha éxito en todo el mundo

AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)
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AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)
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AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)
AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)
AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)
AUTORA. Sainz Borgo, quien vive en España, es periodista cultural para Vozpopuli.com y para Zenda Libros. Nació en Caracas en 1982. (Foto: dw.com)

Redacción PARÍS

AFP

En los años que siguieron a su exilio, voluntario y doloroso, Karina Sainz Borgo era incapaz de hablar de Venezuela. Se levantaba de la mesa en mitad de las comidas familiares, apagaba el televisor y cambiaba de tema en las reuniones de amigos.

Silenciosamente y a miles de kilómetros de Caracas, la culpa, la rabia y la nostalgia abonaban el terreno para ‘La hija de la española’, la primera novela de esta periodista, que se convirtió desde su publicación a principios de año en un éxito editorial en más de 25 países y que en estos días, finalmente, ha salido a la venta en Venezuela.

“Sentía un nudo dentro que me impedía hablar de mi país, pero en 2017, cuando hubo multitudinarias protestas en las calles que fueron reprimidas por el gobierno, me senté a escribir”, explica Sainz Borgo.

“La culpa que invade a quienes nos marchamos, que nos sentimos desertores que nos damos de baja en el dolor de nuestra gente, actuó como resorte para intentar contar la tragedia que vive Venezuela desde la ficción, pero de la manera más honesta posible”, agrega.

Conflicto
‘La hija de la española’ supura desarraigo, nostalgia, rabia y compromiso y traslada hábilmente al lector a una sociedad que lleva 20 años inmersa en un proceso político, económico y social que fuera de Venezuela es a menudo “incomprendido”, “estereotipado” o “manipulado”.

A través de la pérdida que sufre la protagonista de la novela, se obtiene una fotografía muy periodística de un país que también ha perdido mucho y aparece desnudo en toda su crudeza. Una Venezuela violenta, diezmada, contradictoria e histriónica. Una sociedad confusa y confundida, con unos “sentimientos encontrados hacia el chavismo” y hacia una revolución desmitificada.

“En estos años, el periodismo venezolano ha hecho un trabajo muy bueno para contar el país. Pero la ficción abre la puerta para un relato más emotivo, que permite hablar no tanto de los líderes y más de la gente”, agrega la autora caraqueña de 37 años.

Sin regreso
Nieta de españoles, Sainz Borgo hizo las maletas hace 13 años y se instaló en Madrid, donde trabaja como periodista cultural. Se fue, pero nunca se ha podido marchar. Venezuela la acecha, sus noticias la torturan. “El país ronda por mi cabeza más de lo que me gustaría”, admite.

En cada entrevista y presentación de ‘La hija de la española’, la autora termina hablando más de la situación del país que del proceso de creación del libro. En cualquier lugar donde lo presenta, siempre hay entre el público algún venezolano, que forma parte de los más de cuatro millones de exiliados.

“Nuestro desarraigo es aún mayor porque exhumo en mi novela rasgos de un país que existía, pero al que no podremos regresar nunca porque ya no existe. Es doblemente trágico para los exiliados”, lamenta. “Ya no conozco Venezuela y Venezuela tampoco me conoce”.

Redacción PARÍS

AFP

En los años que siguieron a su exilio, voluntario y doloroso, Karina Sainz Borgo era incapaz de hablar de Venezuela. Se levantaba de la mesa en mitad de las comidas familiares, apagaba el televisor y cambiaba de tema en las reuniones de amigos.

Silenciosamente y a miles de kilómetros de Caracas, la culpa, la rabia y la nostalgia abonaban el terreno para ‘La hija de la española’, la primera novela de esta periodista, que se convirtió desde su publicación a principios de año en un éxito editorial en más de 25 países y que en estos días, finalmente, ha salido a la venta en Venezuela.

“Sentía un nudo dentro que me impedía hablar de mi país, pero en 2017, cuando hubo multitudinarias protestas en las calles que fueron reprimidas por el gobierno, me senté a escribir”, explica Sainz Borgo.

“La culpa que invade a quienes nos marchamos, que nos sentimos desertores que nos damos de baja en el dolor de nuestra gente, actuó como resorte para intentar contar la tragedia que vive Venezuela desde la ficción, pero de la manera más honesta posible”, agrega.

Conflicto
‘La hija de la española’ supura desarraigo, nostalgia, rabia y compromiso y traslada hábilmente al lector a una sociedad que lleva 20 años inmersa en un proceso político, económico y social que fuera de Venezuela es a menudo “incomprendido”, “estereotipado” o “manipulado”.

A través de la pérdida que sufre la protagonista de la novela, se obtiene una fotografía muy periodística de un país que también ha perdido mucho y aparece desnudo en toda su crudeza. Una Venezuela violenta, diezmada, contradictoria e histriónica. Una sociedad confusa y confundida, con unos “sentimientos encontrados hacia el chavismo” y hacia una revolución desmitificada.

“En estos años, el periodismo venezolano ha hecho un trabajo muy bueno para contar el país. Pero la ficción abre la puerta para un relato más emotivo, que permite hablar no tanto de los líderes y más de la gente”, agrega la autora caraqueña de 37 años.

Sin regreso
Nieta de españoles, Sainz Borgo hizo las maletas hace 13 años y se instaló en Madrid, donde trabaja como periodista cultural. Se fue, pero nunca se ha podido marchar. Venezuela la acecha, sus noticias la torturan. “El país ronda por mi cabeza más de lo que me gustaría”, admite.

En cada entrevista y presentación de ‘La hija de la española’, la autora termina hablando más de la situación del país que del proceso de creación del libro. En cualquier lugar donde lo presenta, siempre hay entre el público algún venezolano, que forma parte de los más de cuatro millones de exiliados.

“Nuestro desarraigo es aún mayor porque exhumo en mi novela rasgos de un país que existía, pero al que no podremos regresar nunca porque ya no existe. Es doblemente trágico para los exiliados”, lamenta. “Ya no conozco Venezuela y Venezuela tampoco me conoce”.

Redacción PARÍS

AFP

En los años que siguieron a su exilio, voluntario y doloroso, Karina Sainz Borgo era incapaz de hablar de Venezuela. Se levantaba de la mesa en mitad de las comidas familiares, apagaba el televisor y cambiaba de tema en las reuniones de amigos.

Silenciosamente y a miles de kilómetros de Caracas, la culpa, la rabia y la nostalgia abonaban el terreno para ‘La hija de la española’, la primera novela de esta periodista, que se convirtió desde su publicación a principios de año en un éxito editorial en más de 25 países y que en estos días, finalmente, ha salido a la venta en Venezuela.

“Sentía un nudo dentro que me impedía hablar de mi país, pero en 2017, cuando hubo multitudinarias protestas en las calles que fueron reprimidas por el gobierno, me senté a escribir”, explica Sainz Borgo.

“La culpa que invade a quienes nos marchamos, que nos sentimos desertores que nos damos de baja en el dolor de nuestra gente, actuó como resorte para intentar contar la tragedia que vive Venezuela desde la ficción, pero de la manera más honesta posible”, agrega.

Conflicto
‘La hija de la española’ supura desarraigo, nostalgia, rabia y compromiso y traslada hábilmente al lector a una sociedad que lleva 20 años inmersa en un proceso político, económico y social que fuera de Venezuela es a menudo “incomprendido”, “estereotipado” o “manipulado”.

A través de la pérdida que sufre la protagonista de la novela, se obtiene una fotografía muy periodística de un país que también ha perdido mucho y aparece desnudo en toda su crudeza. Una Venezuela violenta, diezmada, contradictoria e histriónica. Una sociedad confusa y confundida, con unos “sentimientos encontrados hacia el chavismo” y hacia una revolución desmitificada.

“En estos años, el periodismo venezolano ha hecho un trabajo muy bueno para contar el país. Pero la ficción abre la puerta para un relato más emotivo, que permite hablar no tanto de los líderes y más de la gente”, agrega la autora caraqueña de 37 años.

Sin regreso
Nieta de españoles, Sainz Borgo hizo las maletas hace 13 años y se instaló en Madrid, donde trabaja como periodista cultural. Se fue, pero nunca se ha podido marchar. Venezuela la acecha, sus noticias la torturan. “El país ronda por mi cabeza más de lo que me gustaría”, admite.

En cada entrevista y presentación de ‘La hija de la española’, la autora termina hablando más de la situación del país que del proceso de creación del libro. En cualquier lugar donde lo presenta, siempre hay entre el público algún venezolano, que forma parte de los más de cuatro millones de exiliados.

“Nuestro desarraigo es aún mayor porque exhumo en mi novela rasgos de un país que existía, pero al que no podremos regresar nunca porque ya no existe. Es doblemente trágico para los exiliados”, lamenta. “Ya no conozco Venezuela y Venezuela tampoco me conoce”.

Redacción PARÍS

AFP

En los años que siguieron a su exilio, voluntario y doloroso, Karina Sainz Borgo era incapaz de hablar de Venezuela. Se levantaba de la mesa en mitad de las comidas familiares, apagaba el televisor y cambiaba de tema en las reuniones de amigos.

Silenciosamente y a miles de kilómetros de Caracas, la culpa, la rabia y la nostalgia abonaban el terreno para ‘La hija de la española’, la primera novela de esta periodista, que se convirtió desde su publicación a principios de año en un éxito editorial en más de 25 países y que en estos días, finalmente, ha salido a la venta en Venezuela.

“Sentía un nudo dentro que me impedía hablar de mi país, pero en 2017, cuando hubo multitudinarias protestas en las calles que fueron reprimidas por el gobierno, me senté a escribir”, explica Sainz Borgo.

“La culpa que invade a quienes nos marchamos, que nos sentimos desertores que nos damos de baja en el dolor de nuestra gente, actuó como resorte para intentar contar la tragedia que vive Venezuela desde la ficción, pero de la manera más honesta posible”, agrega.

Conflicto
‘La hija de la española’ supura desarraigo, nostalgia, rabia y compromiso y traslada hábilmente al lector a una sociedad que lleva 20 años inmersa en un proceso político, económico y social que fuera de Venezuela es a menudo “incomprendido”, “estereotipado” o “manipulado”.

A través de la pérdida que sufre la protagonista de la novela, se obtiene una fotografía muy periodística de un país que también ha perdido mucho y aparece desnudo en toda su crudeza. Una Venezuela violenta, diezmada, contradictoria e histriónica. Una sociedad confusa y confundida, con unos “sentimientos encontrados hacia el chavismo” y hacia una revolución desmitificada.

“En estos años, el periodismo venezolano ha hecho un trabajo muy bueno para contar el país. Pero la ficción abre la puerta para un relato más emotivo, que permite hablar no tanto de los líderes y más de la gente”, agrega la autora caraqueña de 37 años.

Sin regreso
Nieta de españoles, Sainz Borgo hizo las maletas hace 13 años y se instaló en Madrid, donde trabaja como periodista cultural. Se fue, pero nunca se ha podido marchar. Venezuela la acecha, sus noticias la torturan. “El país ronda por mi cabeza más de lo que me gustaría”, admite.

En cada entrevista y presentación de ‘La hija de la española’, la autora termina hablando más de la situación del país que del proceso de creación del libro. En cualquier lugar donde lo presenta, siempre hay entre el público algún venezolano, que forma parte de los más de cuatro millones de exiliados.

“Nuestro desarraigo es aún mayor porque exhumo en mi novela rasgos de un país que existía, pero al que no podremos regresar nunca porque ya no existe. Es doblemente trágico para los exiliados”, lamenta. “Ya no conozco Venezuela y Venezuela tampoco me conoce”.