Recordemos a nuestros combatientes de ayer

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Un descuido inaceptable se viene practicando aquí en cuanto a la conservación del patrimonio de la región, rica en manifestaciones culturales, tanto precolombinas cuanto las relativas a fechas posteriores y contemporáneas, las cuales cuentan con un aporte económico significativo del Estado, fondos que se han venido empleando para otros menesteres que, en algunos casos, son manifestaciones no trascendentes.

Los edificios de esta capital provincial, algunos con más de dos siglos de existencia, se encuentran esperando atención urgente del Municipio, que recibe anualmente más de medio millón de dólares al año, suma que si bien es cierto no es muy elevada, manejada con celo y buena voluntad podría contribuir a la reparación de una o dos casas cada año y el Cabildo podría agregar una suma adicional para defender los locales que recuerdan la forma de vivir de nuestros antepasados. Viviendas que fueron del héroe y mártir Luis Vargas Torres, de otros familiares revolucionarios de este patriota, en los dos siglos precedentes, así como de otros valores intelectuales, difusores de la cultura, la educación y el deporte, no pueden desaparecer por la negligencia de las autoridades de los gobiernos cantonales o Provincial.

Los pocos monumentos con los cuales se ha honrado a diversos esmeraldeños ilustres, como el ya señalado coronel Luis Vargas Torres, periodista y escritor; Jaime Hurtado González, deportista y político; Franklin Tello Mercado, médico y ministro de Salud, Previsión Social y Educación; Nelson Estupiñán Bass, poeta, periodista y educador, debería invitar a incorporar a esa lista a otros ciudadanos como Juan José Franco y Malo, gobernador de la provincia entre 1857 y 1859, quien consiguió la construcción y funcionamiento de la primera escuela inicial de Esmeraldas, en 1858; Ricardo Plaza Bastidas, pedagogo, introductor en el Ecuador en 1917, del baloncesto, deporte que ha servido para el desarrollo y formación intelectual de nuestra niñez y juventud.

José Jijón Saavedra, director de Educación por dos ocasiones y dirigente deportivo de alto nivel; Atahualpa Perdomo Franco, supervisor escolar y profesor primario y medio; Julio Estupiñán Tello, dirigente político, director de Educación, concejal, diputado, senador y asambleísta en el Parlamento ecuatoriano, entre muchos otros como ellos deberán acompañarlos y una comisión calificada debe destacarlos. Lo importante es no olvidar el pasado y resaltar a quienes a su turno lucharon por la grandeza de esta provincia y la patria.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Un descuido inaceptable se viene practicando aquí en cuanto a la conservación del patrimonio de la región, rica en manifestaciones culturales, tanto precolombinas cuanto las relativas a fechas posteriores y contemporáneas, las cuales cuentan con un aporte económico significativo del Estado, fondos que se han venido empleando para otros menesteres que, en algunos casos, son manifestaciones no trascendentes.

Los edificios de esta capital provincial, algunos con más de dos siglos de existencia, se encuentran esperando atención urgente del Municipio, que recibe anualmente más de medio millón de dólares al año, suma que si bien es cierto no es muy elevada, manejada con celo y buena voluntad podría contribuir a la reparación de una o dos casas cada año y el Cabildo podría agregar una suma adicional para defender los locales que recuerdan la forma de vivir de nuestros antepasados. Viviendas que fueron del héroe y mártir Luis Vargas Torres, de otros familiares revolucionarios de este patriota, en los dos siglos precedentes, así como de otros valores intelectuales, difusores de la cultura, la educación y el deporte, no pueden desaparecer por la negligencia de las autoridades de los gobiernos cantonales o Provincial.

Los pocos monumentos con los cuales se ha honrado a diversos esmeraldeños ilustres, como el ya señalado coronel Luis Vargas Torres, periodista y escritor; Jaime Hurtado González, deportista y político; Franklin Tello Mercado, médico y ministro de Salud, Previsión Social y Educación; Nelson Estupiñán Bass, poeta, periodista y educador, debería invitar a incorporar a esa lista a otros ciudadanos como Juan José Franco y Malo, gobernador de la provincia entre 1857 y 1859, quien consiguió la construcción y funcionamiento de la primera escuela inicial de Esmeraldas, en 1858; Ricardo Plaza Bastidas, pedagogo, introductor en el Ecuador en 1917, del baloncesto, deporte que ha servido para el desarrollo y formación intelectual de nuestra niñez y juventud.

José Jijón Saavedra, director de Educación por dos ocasiones y dirigente deportivo de alto nivel; Atahualpa Perdomo Franco, supervisor escolar y profesor primario y medio; Julio Estupiñán Tello, dirigente político, director de Educación, concejal, diputado, senador y asambleísta en el Parlamento ecuatoriano, entre muchos otros como ellos deberán acompañarlos y una comisión calificada debe destacarlos. Lo importante es no olvidar el pasado y resaltar a quienes a su turno lucharon por la grandeza de esta provincia y la patria.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Un descuido inaceptable se viene practicando aquí en cuanto a la conservación del patrimonio de la región, rica en manifestaciones culturales, tanto precolombinas cuanto las relativas a fechas posteriores y contemporáneas, las cuales cuentan con un aporte económico significativo del Estado, fondos que se han venido empleando para otros menesteres que, en algunos casos, son manifestaciones no trascendentes.

Los edificios de esta capital provincial, algunos con más de dos siglos de existencia, se encuentran esperando atención urgente del Municipio, que recibe anualmente más de medio millón de dólares al año, suma que si bien es cierto no es muy elevada, manejada con celo y buena voluntad podría contribuir a la reparación de una o dos casas cada año y el Cabildo podría agregar una suma adicional para defender los locales que recuerdan la forma de vivir de nuestros antepasados. Viviendas que fueron del héroe y mártir Luis Vargas Torres, de otros familiares revolucionarios de este patriota, en los dos siglos precedentes, así como de otros valores intelectuales, difusores de la cultura, la educación y el deporte, no pueden desaparecer por la negligencia de las autoridades de los gobiernos cantonales o Provincial.

Los pocos monumentos con los cuales se ha honrado a diversos esmeraldeños ilustres, como el ya señalado coronel Luis Vargas Torres, periodista y escritor; Jaime Hurtado González, deportista y político; Franklin Tello Mercado, médico y ministro de Salud, Previsión Social y Educación; Nelson Estupiñán Bass, poeta, periodista y educador, debería invitar a incorporar a esa lista a otros ciudadanos como Juan José Franco y Malo, gobernador de la provincia entre 1857 y 1859, quien consiguió la construcción y funcionamiento de la primera escuela inicial de Esmeraldas, en 1858; Ricardo Plaza Bastidas, pedagogo, introductor en el Ecuador en 1917, del baloncesto, deporte que ha servido para el desarrollo y formación intelectual de nuestra niñez y juventud.

José Jijón Saavedra, director de Educación por dos ocasiones y dirigente deportivo de alto nivel; Atahualpa Perdomo Franco, supervisor escolar y profesor primario y medio; Julio Estupiñán Tello, dirigente político, director de Educación, concejal, diputado, senador y asambleísta en el Parlamento ecuatoriano, entre muchos otros como ellos deberán acompañarlos y una comisión calificada debe destacarlos. Lo importante es no olvidar el pasado y resaltar a quienes a su turno lucharon por la grandeza de esta provincia y la patria.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Un descuido inaceptable se viene practicando aquí en cuanto a la conservación del patrimonio de la región, rica en manifestaciones culturales, tanto precolombinas cuanto las relativas a fechas posteriores y contemporáneas, las cuales cuentan con un aporte económico significativo del Estado, fondos que se han venido empleando para otros menesteres que, en algunos casos, son manifestaciones no trascendentes.

Los edificios de esta capital provincial, algunos con más de dos siglos de existencia, se encuentran esperando atención urgente del Municipio, que recibe anualmente más de medio millón de dólares al año, suma que si bien es cierto no es muy elevada, manejada con celo y buena voluntad podría contribuir a la reparación de una o dos casas cada año y el Cabildo podría agregar una suma adicional para defender los locales que recuerdan la forma de vivir de nuestros antepasados. Viviendas que fueron del héroe y mártir Luis Vargas Torres, de otros familiares revolucionarios de este patriota, en los dos siglos precedentes, así como de otros valores intelectuales, difusores de la cultura, la educación y el deporte, no pueden desaparecer por la negligencia de las autoridades de los gobiernos cantonales o Provincial.

Los pocos monumentos con los cuales se ha honrado a diversos esmeraldeños ilustres, como el ya señalado coronel Luis Vargas Torres, periodista y escritor; Jaime Hurtado González, deportista y político; Franklin Tello Mercado, médico y ministro de Salud, Previsión Social y Educación; Nelson Estupiñán Bass, poeta, periodista y educador, debería invitar a incorporar a esa lista a otros ciudadanos como Juan José Franco y Malo, gobernador de la provincia entre 1857 y 1859, quien consiguió la construcción y funcionamiento de la primera escuela inicial de Esmeraldas, en 1858; Ricardo Plaza Bastidas, pedagogo, introductor en el Ecuador en 1917, del baloncesto, deporte que ha servido para el desarrollo y formación intelectual de nuestra niñez y juventud.

José Jijón Saavedra, director de Educación por dos ocasiones y dirigente deportivo de alto nivel; Atahualpa Perdomo Franco, supervisor escolar y profesor primario y medio; Julio Estupiñán Tello, dirigente político, director de Educación, concejal, diputado, senador y asambleísta en el Parlamento ecuatoriano, entre muchos otros como ellos deberán acompañarlos y una comisión calificada debe destacarlos. Lo importante es no olvidar el pasado y resaltar a quienes a su turno lucharon por la grandeza de esta provincia y la patria.