Queremos vivir a cualquier costo

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Durante el año por culminar, la crónica roja ha llenado el doble del espacio que todos los demás acontecimientos generados y aunque se ha ofrecido incorporar nuevos métodos para atacar el mal, la situación sigue peor y cada vez los hechos son más escalofriantes. “Queremos cambios radicales en los métodos de seguridad ciudadana”, dice la comunidad y sus reclamos se pierden en los oídos sordos de las autoridades nacionales y locales.

Las protestas sociales de octubre pasado por parte de sectores descontentos ante la deficiente educación, la desatención médica, los bajos salarios y la falta de empleo, han acaparado las declaraciones públicas de los conductores del Estado, que ofrecen incrementar beneficios a las fuerzas armadas, aumentar el número de efectivos para combatir el descontento, a los traficantes de substancias prohibidas, a contrabandistas y a otros, pero nada se habla de transformar la técnica de la Policía Nacional para prevenir los delitos.

Los equipos instalados por ECU911 para identificar a los integrantes de las numerosas bandas de malhechores que roban, asesinan, violan y operan mil y una fechorías contra el pueblo, no han pasado de causar leves sustos a los facinerosos, mientras que los hechos se vuelven más violentos e irrespetuosos. Los policías deben salir todos los días a las calles, barrios, parques y plazas a anticiparse a las agresiones contra la colectividad; deben volver a conversar con los parroquianos, a retornar al cultivo de la amistad que otrora practicaban con hombres y mujeres.

Sabemos que esta operación representa un alto costo; para ello se requiere un ingreso económico que es menester obtener; que se financie, pues. Que se lleve a cabo el cálculo pertinente y se señale el impuesto que corresponda a cada habitante de este país, porque la vida y tranquilidad de los seres racionales vale más que cualquier dinero acumulado en bancos, cooperativas, alcancías o colchones; cuando los malos nos maten para quitarnos hasta lo que no tenemos, ningún ahorro nos devolverá la vida.

Tratándose de un asunto económico, la iniciativa de la Ley que proponemos debe salir del Ejecutivo, pero no estaría de más que un grupo de legisladores comprometidos con su pueblo presente al Jefe de Estado el Proyecto, para que este lo estudie, lo corrija y mejore -de ser menester- para que lo trate la Asamblea Nacional.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Durante el año por culminar, la crónica roja ha llenado el doble del espacio que todos los demás acontecimientos generados y aunque se ha ofrecido incorporar nuevos métodos para atacar el mal, la situación sigue peor y cada vez los hechos son más escalofriantes. “Queremos cambios radicales en los métodos de seguridad ciudadana”, dice la comunidad y sus reclamos se pierden en los oídos sordos de las autoridades nacionales y locales.

Las protestas sociales de octubre pasado por parte de sectores descontentos ante la deficiente educación, la desatención médica, los bajos salarios y la falta de empleo, han acaparado las declaraciones públicas de los conductores del Estado, que ofrecen incrementar beneficios a las fuerzas armadas, aumentar el número de efectivos para combatir el descontento, a los traficantes de substancias prohibidas, a contrabandistas y a otros, pero nada se habla de transformar la técnica de la Policía Nacional para prevenir los delitos.

Los equipos instalados por ECU911 para identificar a los integrantes de las numerosas bandas de malhechores que roban, asesinan, violan y operan mil y una fechorías contra el pueblo, no han pasado de causar leves sustos a los facinerosos, mientras que los hechos se vuelven más violentos e irrespetuosos. Los policías deben salir todos los días a las calles, barrios, parques y plazas a anticiparse a las agresiones contra la colectividad; deben volver a conversar con los parroquianos, a retornar al cultivo de la amistad que otrora practicaban con hombres y mujeres.

Sabemos que esta operación representa un alto costo; para ello se requiere un ingreso económico que es menester obtener; que se financie, pues. Que se lleve a cabo el cálculo pertinente y se señale el impuesto que corresponda a cada habitante de este país, porque la vida y tranquilidad de los seres racionales vale más que cualquier dinero acumulado en bancos, cooperativas, alcancías o colchones; cuando los malos nos maten para quitarnos hasta lo que no tenemos, ningún ahorro nos devolverá la vida.

Tratándose de un asunto económico, la iniciativa de la Ley que proponemos debe salir del Ejecutivo, pero no estaría de más que un grupo de legisladores comprometidos con su pueblo presente al Jefe de Estado el Proyecto, para que este lo estudie, lo corrija y mejore -de ser menester- para que lo trate la Asamblea Nacional.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Durante el año por culminar, la crónica roja ha llenado el doble del espacio que todos los demás acontecimientos generados y aunque se ha ofrecido incorporar nuevos métodos para atacar el mal, la situación sigue peor y cada vez los hechos son más escalofriantes. “Queremos cambios radicales en los métodos de seguridad ciudadana”, dice la comunidad y sus reclamos se pierden en los oídos sordos de las autoridades nacionales y locales.

Las protestas sociales de octubre pasado por parte de sectores descontentos ante la deficiente educación, la desatención médica, los bajos salarios y la falta de empleo, han acaparado las declaraciones públicas de los conductores del Estado, que ofrecen incrementar beneficios a las fuerzas armadas, aumentar el número de efectivos para combatir el descontento, a los traficantes de substancias prohibidas, a contrabandistas y a otros, pero nada se habla de transformar la técnica de la Policía Nacional para prevenir los delitos.

Los equipos instalados por ECU911 para identificar a los integrantes de las numerosas bandas de malhechores que roban, asesinan, violan y operan mil y una fechorías contra el pueblo, no han pasado de causar leves sustos a los facinerosos, mientras que los hechos se vuelven más violentos e irrespetuosos. Los policías deben salir todos los días a las calles, barrios, parques y plazas a anticiparse a las agresiones contra la colectividad; deben volver a conversar con los parroquianos, a retornar al cultivo de la amistad que otrora practicaban con hombres y mujeres.

Sabemos que esta operación representa un alto costo; para ello se requiere un ingreso económico que es menester obtener; que se financie, pues. Que se lleve a cabo el cálculo pertinente y se señale el impuesto que corresponda a cada habitante de este país, porque la vida y tranquilidad de los seres racionales vale más que cualquier dinero acumulado en bancos, cooperativas, alcancías o colchones; cuando los malos nos maten para quitarnos hasta lo que no tenemos, ningún ahorro nos devolverá la vida.

Tratándose de un asunto económico, la iniciativa de la Ley que proponemos debe salir del Ejecutivo, pero no estaría de más que un grupo de legisladores comprometidos con su pueblo presente al Jefe de Estado el Proyecto, para que este lo estudie, lo corrija y mejore -de ser menester- para que lo trate la Asamblea Nacional.

EDGAR QUIÑONES SEVILLA

Durante el año por culminar, la crónica roja ha llenado el doble del espacio que todos los demás acontecimientos generados y aunque se ha ofrecido incorporar nuevos métodos para atacar el mal, la situación sigue peor y cada vez los hechos son más escalofriantes. “Queremos cambios radicales en los métodos de seguridad ciudadana”, dice la comunidad y sus reclamos se pierden en los oídos sordos de las autoridades nacionales y locales.

Las protestas sociales de octubre pasado por parte de sectores descontentos ante la deficiente educación, la desatención médica, los bajos salarios y la falta de empleo, han acaparado las declaraciones públicas de los conductores del Estado, que ofrecen incrementar beneficios a las fuerzas armadas, aumentar el número de efectivos para combatir el descontento, a los traficantes de substancias prohibidas, a contrabandistas y a otros, pero nada se habla de transformar la técnica de la Policía Nacional para prevenir los delitos.

Los equipos instalados por ECU911 para identificar a los integrantes de las numerosas bandas de malhechores que roban, asesinan, violan y operan mil y una fechorías contra el pueblo, no han pasado de causar leves sustos a los facinerosos, mientras que los hechos se vuelven más violentos e irrespetuosos. Los policías deben salir todos los días a las calles, barrios, parques y plazas a anticiparse a las agresiones contra la colectividad; deben volver a conversar con los parroquianos, a retornar al cultivo de la amistad que otrora practicaban con hombres y mujeres.

Sabemos que esta operación representa un alto costo; para ello se requiere un ingreso económico que es menester obtener; que se financie, pues. Que se lleve a cabo el cálculo pertinente y se señale el impuesto que corresponda a cada habitante de este país, porque la vida y tranquilidad de los seres racionales vale más que cualquier dinero acumulado en bancos, cooperativas, alcancías o colchones; cuando los malos nos maten para quitarnos hasta lo que no tenemos, ningún ahorro nos devolverá la vida.

Tratándose de un asunto económico, la iniciativa de la Ley que proponemos debe salir del Ejecutivo, pero no estaría de más que un grupo de legisladores comprometidos con su pueblo presente al Jefe de Estado el Proyecto, para que este lo estudie, lo corrija y mejore -de ser menester- para que lo trate la Asamblea Nacional.