Presidencialismo

JORGE ZAMBRANO ANDRADE

El presidencialismo autoritario aparece en el momento en que el titular monopoliza las funciones del Estado y las orienta en beneficio de sus intereses, disciplinando a legisladores, jueces o cualquier opositor con manipulaciones policiales, militares e intemidación de autoridades, esto crea un grave conflicto entre Estado y su propio gobierno y un intento de amparar su ilegitimidad en las legitimidades jurídicas. Los actos del presidencialismo autoritario son nulos de derechos por provenir de autoridades incompetentes por su inconstitucionalidad.

El presidencialismo autoritario ha sido objeto de muchas reflexiones y críticas.

No es poca cosa terminar con un ritual que irradiaba significados autoritarios, lo mismo en la vida pública que la vida cotidiana. El presidencialismo autoritario ha perdido en los últimos años algunos de sus más poderosos recursos: credibilidad, fondos públicos de uso discrecional, control corporativo, control de las entidades, control del partido en el poder, así como la credibilidad por el manejo torcido de las políticas.

La institución presidencial carga con toda la presión del Estado y del gobierno, de los actores políticos y de los poderes reales. Soporta el lastre de su preferencia autoritaria, pero no dispone del margen de decisión ni de los mecanismos institucionales y legales necesarios para conducir los asuntos públicos con la prestancia y eficacia que se necesita.

El antiguo presidencialismo con todos sus adjetivos aún no ha muerto, Y habría que conducir la reforma de la institución presidencial para incorporarle componentes democráticos, al mismo tiempo que se le dota de las funciones indispensables para reformar el gobierno y la administración pública. El fin del día del presidente es sólo el primer punto de una agenda para reformar el gobierno y el gabinete. No es suficiente el voluntarismo para darle eficacia y don de propagación a la institución presidencial. El componente personal no es un factor suficientemente poderoso para trascender la historia, que le ha otorgado ciertos roles al presidente, que no puede cumplir. Una fuga en la historia provocada por una resurrección del presidencialismo autoritario sería lo peor que le puede pasar al país.

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