Rodrigo Contero Peñafiel
El poder solo busca someter, desestima la libertad y hace que su presencia sea frágil y fugaz. Un líder no necesita dar órdenes ni formular amenazas; su actitud inspira confianza y la gente le sigue espontáneamente. Si alguien quiere ser un ejemplo para los demás, debe aprender a controlarse a sí mismo. Giardini, defensor de la libertad de prensa, dice: “El que no admite una opinión distinta a la suya puede estar seguro de que es un idiota”. Quien no es capaz de decidir por sí mismo está condenado a seguir las ideas de otros; los déspotas lo saben, por eso engañan a la gente y los convierten en “borregos”, según un dicho popular.
La censura es un obstáculo para la libertad de pensamiento. La verdad no tiene dueño y quien no es capaz de razonar siempre será influenciado por los demás. El miedo al rechazo no puede limitar el espíritu crítico de ningún ser humano. El poder solo es un espejismo que se desvanece el momento menos pensado y a veces cuando más lo necesitan. Los tiranos son influenciados por personas cortas de pensamiento, muy hábiles para la sustracción y que fracasan juntos en sus andanzas, luego de caer en el mundo de la podredumbre y la corrupción a la que arrastran a gente inocente, sin fuerza de voluntad y temerosa de perder su puesto de trabajo.
Muchas personas son calificadas como “idiotas” o “tontas” por resistirse a quebrantar la Ley, y de “vivísimas” a las que con mentiras y engaños viven un mundo de fantasía que, al ser descubiertas por la Justicia, y juzgadas por sus actos deshonestos, se dicen “perseguidos políticos”, se fugan del país para sumarse al cartel de la desvergüenza. El honor de las familias no importa, muchas han participado del atraco como testaferros.
A veces, tenemos la sensación de ser libres en nuestras opiniones y sucesos, pero solo se trata de una ilusión. En realidad, muchas de las decisiones que tomamos están determinadas por el inconsciente que condiciona gran parte de nuestra existencia. El cerebro de los corrompidos se limita a encontrar argumentos condicionados para confundir a la gente. Ser libre no significa hacer lo que nos dé la gana; se trata de ser responsables y no influenciables.