Limpios

Adolfo Coronel Illescas

El articulista de “El Universo” de Guayaquil, Iván Sandoval Carrión, considera que los ecuatorianos producimos basura “hasta para regalar” porque no hemos construido civilización ni tecnología del reciclaje y de preservaciones de nuestras ciudades y de nuestra naturaleza. Más bien, parecemos “sucios” por naturaleza. “Disfrutamos de vivir en medio de tanta basura, jugando rayuela en nuestras calles y veredas en medio de tanta mierda, chicles, papeles, cascaras, pilas, palos de helado, envases de plástico y preservativos”, lo dice con tanto coraje, como disgustado y con razón, ante una realidad que ignora la convivencia y la relación con el semejante, presos de nuestra incultura, ignorancia e incivilidad.

Ante tan “democrática” observación, acá los lojanos, con ciertas excepciones, somos “limpios”. La franciscana ciudad de Loja, siempre ha sido una “tasita de cristal” y aunque la modernidad haya cambiado un tanto su fisonomía, sigue siendo una ciudad limpia gracias a sus autoridades y a sus habitantes que la quieren con alma, por ser un rincón exclusivo de la patria, de naturales excelencias y una bondadosa idiosincrasia.

Pero la palabra limpios no solo significa aseo y pulcritud sino también haber perdido todo y habernos dejado limpios. Así los ecuatorianos somos limpios, pero de los bolsillos, porque los corruptos han hecho “caída y limpia” de la billetiza del caso “Sobornos”. Limpios, porque luego de la “chacota” revolucionaria han huido por la ventana dejando “hecho trizas al país”. Limpios, porque a tiempo no supimos salir de la olla hirviendo y hoy nos cocinamos a fuego lento. Limpios, porque nos han limitado a vivir en plenitud, obligándonos a gritar en la calle “paren al mundo que quiero bajarme”, cuando la realidad de los ecuatorianos es que por estar embarcados tenemos que llegar a la meta, con dignidad y esperanza.

Lo que sí hay que estar es limpios y saludables para afrontar la tempestad económica del país y la pandemia del coronavirus que azota a la humanidad. Hay que lavar los golpes de la vida y estar limpios para avanzar con actitud abierta hacia el derecho que tenemos de recuperar nuestra tranquilidad, progreso y desarrollo. Hay que estar limpios, para evitar “se oxide el hierro que hay en ti”. (O)