El virus político

Nunca mejor dicho. El proverbio chino ha tomado formas no metafóricas, sino palpables: “El aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo”. Y vaya si ha sido un tsunami. Un nuevo virus surgido en Wuhan ha preocupado a Occidente y Oriente más que la pobreza, el hambre y las guerras, que son mucho más mortales. El coronavirus ha movilizado científicos y aislado a Europa. El virus de la corona es el nuevo Apocalipsis.

Como no podía ser de otro modo, esto ha sido aprovechado por la política criolla, que calienta motores en año preelectoral. El presidente Moreno se sirvió de la circunstancia para culpar al virus y al correísmo, de donde él proviene, de las nuevas medidas económicas. También decretó el estado de emergencia sanitaria.

Pero, ¿está el Gobierno preparado para afrontar el peligro de una pandemia? ¿Tiene el sistema de salud la capacidad de responder a esta amenaza? Las autoridades, ¿tienen la solvencia suficiente para hacer un manejo técnico-científico y no político? Parece que no.

Pero somos noveleros. El alcalde Yunda, como en España, donde hay casi 4.000 afectados, suspendió las clases, a mitad de jornada de estudio, y obligó al aislamiento de personas de más de 65 años. Para estar como España, tomando en cuenta el volumen poblacional, Ecuador debería tener el número actual multiplicado por setenta. Este torpe manejo, con más intenciones políticas que sanitarias, llevó al caos del tráfico y a la compra desesperada de personas que, con mascarilla en el rostro, no dudaron en vaciar supermercados, que tuvieron su agosto en pleno marzo. Mientras tanto en Babahoyo, la hermana del caso primario, que ya falleció, camina oronda por las calles.

Al pueblo, pan y circo. La gente, preocupada por el virus cual si estuviera en Wuhan, se olvida que con las medidas decretadas miles de servidores públicos perderán sus empleos o tendrán recortes de salario. Al sector privado, donde hay célebres evasores de impuestos, no se le exige esfuerzo alguno.

Richard Salazar Medina
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