La peste

No me refiero a la conocida novela, una de las fundamentales de la literatura del siglo XX, escrita por el francés Albert Camus (1913-1960), titulada ‘La Peste’ y que dio mucho que hablar, especialmente en los años sesenta.

Escribo este artículo recordando la denominación con la que se conocía, en la Edad Media, a varias enfermedades devastadoras como la peste negra, proveniente de China y traída por los navegantes genoveses, que extinguió a más de un tercio de la población europea, ocasionada por la pulga de la rata negra (de allí el nombre), a lo que se sumó la falta de conocimientos médicos, la carencia de higiene y el fanatismo religioso. Entonces, se decía “que apenas había vivos para enterrar a los muertos”.

Hago remembranza de lo arriba relatado para referirme a lo que está aconteciendo en el tiempo actual y que la Organización Mundial de la Salud acaba de declarar como pandemia, en razón de que se ha expandido a 114 países, de los cuales el 90% pertenece a la Unión Europea, con saldo superior a los 8 mil muertos y más de 200 mil contagiados. Toda Italia está en cuarentena.

Está ocasionando graves consecuencias: expertos hablan de que el planeta se halla muy cerca de una recesión por el pánico en los mercados financieros, montaña rusa en las bolsas de valores, fuga de capitales, devaluación de las monedas frente al dólar, desplome del precio del petróleo, pérdida de fuentes de trabajo, estancamiento de los salarios, reducción de la economía y del desarrollo, muerte, alarma, frustración, acaparamiento y especulaciones en el mercado de medicinas y productos de primera necesidad.

El corona virus, catalogado como peste del siglo XXI, también ha llegado a Ecuador: es anhelo vehemente y unánime que se lo neutralice a tiempo, a fin de que no alcance aniquiladoras proporciones.

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