De cara al miedo

Si el miedo tuviera forma creo que sería como una nube gris, una tormenta que ahora mismo cubriría todo nuestro mundo. Al menos en nuestra ciudad tenemos lluvia y después sale el sol. Así, vamos reafirmando las leyes universales, donde todo fluye, todo se mueve como un péndulo, nos pasa en la vida personal, nos pasa como humanidad. Lo cierto y que lo hemos visto es que después de la tormenta siempre viene la calma y así lo pasamos al día, a este tiempo, a este miedo.

En este proceso que enfrentamos, es extraño como los niños han podido manejar tan bien la cuarentena, ellos no sienten miedo, al contrario están felices, están seguros, porque lo único que necesitan es la presencia de sus padres, su familia y que hoy la tienen completa en casa, entonces el miedo se queda en los adultos y lo contrario al miedo viene del amor.

Por eso, aún en el desasosiego e incertidumbre que sentimos, podemos agradecer que tengamos tan grande prueba humana, donde se revela la verdadera cara del alma y corazón de las personas, donde vemos a la naturaleza sanar, y sobre todo, somos testigos que el motor real del mundo es la empatía, la solidaridad, el agradecimiento y la compasión. Debemos confiar, en Dios, en la energía interna que nos mueve, en la transformación que es parte del universo, vamos a estar bien, después de todo volveremos, pero ojalá seamos diferentes, más considerados y respetuosos con la vida, con la naturaleza.

Se viene una semana más compleja, valoremos lo que tenemos en todos los ámbitos, no es momento de renegar o criticar, luego será oportuno, ahora es momento de sumar, estamos en transformación, escojamos en conciencia cómo la vivimos.

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