El poder y sus problemas

¿Quiénes seguirán en la aventura del gobierno de Rafael Correa no se imaginan lo que vendrá. Vuelta a los orígenes o, lo del agua al agua. Los procesos inciertos de agregación de fuerzas de la izquierda que llevaron a la constitución del partido gobiernista como suma de grupos y grupúsculos, hoy aparecen frustrados.

El partido alianza País experimenta un desmembramiento lento pero inequívoco. El arribo de la candidatura de Lenin Moreno a la presidencia, que confirmó el predominio de Nueva Izquierda y de las corrientes afines en todos los espacios de poder por eso una bancada a otra, para evitar la desaparición del grupo parlamentario y, lo que realmente importa, garantizar el manejo de prerrogativas económicas. Los ex aliados de ayer apuestan hoy por. Finalmente aprendió que le han resultado muy onerosas las alianzas con membretes, por lo que buscará acuerdos con organizaciones sociales.

Fiel a su naturaleza, va a jugar, hasta donde le sea posible, en dos o tres canchas: mantendrá activos sus movimientos sociales, intentará recuperar al partido y, por lo pronto, meter tantos candidatos, como pueda.

Pero no le será fácil. Primero, por la dificultad de reconocer la autoridad de aquellos a quienes él y sus seguidores han llamado traidores por la otra, porque hacer campaña por sus aliados lo dejarían fuera.

Lo lamentable es que más que una confrontación de proyectos, hace años que está ausente un debate ideológico lo que hoy presenciamos es una pugna por distintas líneas de acción. De un lado queda una izquierda añeja, populista, que apuesta a la presión social: ocupa avenidas, toma tribunas, secuestra congresos… Y del otro, una izquierda pragmática, acomodaticia… Pero lo que está en juego es, llanamente, el poder: la franquicia, las posiciones y los recursos.

Pero no todas son malas noticias para la izquierda ni se preocuparon por consolidar institucionalmente al gobierno. Hoy podría empezar a construirse un verdadero partido y Guillermo Lasso es el primer dirigente nacional que llega sin apoyo de caudillos. Por otro lado, es posible que un electorado cansado de radicalismos decida sufragar por una gobernalidad moderada.

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