La mejor profesión

Una historia de esperanza en tiempos difíciles. La Humanidad sigue sumiéndose en el caos, por eso, alguien organizó un concurso: “La mejor profesión”, difusión, convocatoria e inscripción. El escenario fastuoso, torre con arreglos y tecnología de punta, en el que cada representante, mediante un discurso de oratoria elocuente debía convencer a la gente, que seguía por internet y debía votar, que su profesión era la más importante. El premio significativo: dinero y reconocimiento social.

Subieron uno por uno: economistas con estadísticas y proyecciones, psiquiatras con medicinas para el estrés, porque ahora “lo normal es tener conflictos”; un representante de la justicia, que con vehemencia criticó la violencia, el narcotráfico y la corrupción organizada, dejando en claro que “la sociedad sin jueces se corrompe”; un militar: guerra, terrorismo y seguridad, porque “si quieren paz, hay que prepararse para la guerra”. Desfilaron: médicos, arquitectos, periodistas, sociólogos, ingenieros y más.

No apareció ningún maestro, y los había, al pie, rodeando el escenario con padres, que estimulaban su participación. Uno subió y dijo: no queremos ser los más importantes, ni deseamos premios, sólo pedimos que nos den la posibilidad de educar para formar niños y jóvenes felices, inteligentes, respetuosos de derechos y deberes, vigilantes de la sociedad, sin guerra y pobreza.

El mundo se quedó perplejo y los organizadores descontrolados, fustigaron a los profesores: ¡Nadie los nombra, tienen sueldos miserables y pronto desaparecerán porque los ordenadores los reemplazarán!

Los maestros humillados se retiraban, el escenario comenzó a desmoronarse y la sociedad igual. La gente recapacitó y concluyó: los ordenadores no pueden enseñar solidaridad y amor por la vida.

En este duro y trágico 13 de Abril, el homenaje a todos los ‘Maestros Ecuatorianos’ al de la escuela suntuosa o al de la humilde, decirles que la política, dinero y ciencia no podrán reemplazarlos, pese también, a la poca atención, la ingratitud y al poco reconocimiento.

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