¿Otra guerra?

No hay un solo país latinoamericano y del Caribe que no haya sido agredido por EE.UU. En 1845 “anexó” Texas y en 1848 le robó a México más de la mitad de su territorio. Luego invadió Centroamérica, en muchas ocasiones el Caribe. Ni siquiera la pequeña isla Granada escapó de sus ansias de dominio. En las navidades de 1989 invadió Panamá y se llevó como trofeo al dictador Noriega, que había sido agente de la CIA.

En las décadas de los sesenta y setenta impuso las dictaduras fascistas, en especial las del Cono Sur. Ecuador fue y es un objetivo imperial. Hoy quiere Galápagos, patrimonio natural de la humanidad. En 2009 destituyó a Zelaya en Honduras, a Dilma Rousseff mediante golpe parlamentario, el 31 de agosto de 2016.

A pesar de la pandemia del covid-19, Estados Unidos ha lanzado todo su poder bélico-económico-político en contra del gobierno venezolano que preside Nicolás Maduro, al que muchos odian y otros aman. El imperio del terror y sus aliados han lanzado una peligrosa operación “contra el narcotráfico”. Buques destructores, barcos de combate, aviones y helicópteros fueron enviados a realizar tareas de «vigilancia» cerca de Venezuela, una semana después de que el Departamento de Justicia de EE.UU. acusara a Maduro y otros altos dirigentes chavistas de tráfico de drogas y otros delitos.

El Gobierno de Trump ha endurecido el bloqueo contra Cuba y ha condenado al pueblo venezolano a la pobreza extrema con sanciones económicas que han dejado pérdidas por más de 130 mil millones de dólares. Trump quiere la reserva petrolera más grande del mundo. ¿Otra guerra por petróleo?

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