Viejas ayudas a Guayaquil

Es indudable que Ecuador debe mucho a Guayaquil, por poner solo un aspecto de esa deuda, allí están los grandes guayaquileños cuya acción fue crucial para el progreso de la Patria, en la política, la cultura, la economía… Pero no se debe olvidar que también Guayaquil le debe al resto del país por algunas acciones a lo largo de la Historia. Dadas las circunstancias que nos agobian a todos, pero sobre todo a los hermanos guayaquileños, recuerdo unos antiguos hechos ya olvidados.

En la Colonia, como es sabido, los piratas y corsarios atacaron a Guayaquil varias veces. En ciertas ocasiones conquistaron la ciudad, tomaron presos a los dignatarios, encerraron a mujeres y niños en la iglesia matriz…. Y enviaron a Quito una delegación de notables a pedir rescate en metálico. Como señal de lo que estaban dispuestos a llevar a cabo si no se satisfacía sus exigencias, entregaron a los mensajeros una canasta con la cabeza de un regidor para que la enseñaran a las autoridades de la Real Audiencia, con la amenaza de que si la cantidad de dinero exigida no llegaba en un plazo determinado, enviarían otra cabeza.

Es comprensible que los mensajeros trataran de llegar a Quito lo más pronto posible, no solo por la amenaza (y otros desafueros que iban sucediendo en el puerto) sino por la incomodísima cabeza en proceso de putrefacción.

Apenas llegados los enviados a Quito, las autoridades ordenaron reunir la cantidad requerida, con contribuciones de la propia ciudad, y también de Latacunga, Riobamba, Cuenca,….. Para enviarla a Guayaquil lo más pronto posible, tema complicado dadas las condiciones de los caminos de la época. Pero al mismo tiempo organizaron una tropa con hombres de las mismas poblaciones para acudir en auxilio de la martirizada ciudad. Con esto los invasores abandonaron Guayaquil.

En viejos documentos se conservan las cantidades donadas y los nombres de varios de los dirigentes de la tropa que acudió en auxilio a la ciudad hermana.

Estos ejemplos nos muestran cómo se ha hecho Patria: poniendo el brazo los unos por los otros, sin egoísmos.

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