Aisladas y vulneradas

Este tiempo no es bueno con muchos, menos para algunas mujeres, aquellas que aprendieron a vivir en la violencia de género, aquellas que ya no difieren una relación sana de una enfermiza o las mujeres que están viviendo el aislamiento con su agresor. Para ellas justicia, consuelo, para ellas compasión, porque vivir con un agresor es vivir con la amenaza constante, la manipulación por la seguridad de su integridad física, la salud mental y emocional de los hijos, un chantaje sin piedad con un único fin, alimentar una enfermedad escondida en el machismo.

Muchas veces estos cuadros van de la mano de necesidad económica, desesperación por tener garantizado una comida para los hijos, otras son solo sostenidas en la manipulación, a la final la violencia, el machismo no mira recursos y hoy más que nunca muchas mujeres están siendo martirizadas psicológica y físicamente en sus hogares, lugar donde deben tener protección y seguridad.

Las cifras de violencia de género siguen en aumento, y pensar que son cifras solo de quienes tienen el valor de denunciar, este es el reflejo de un problema latente y muy sentido en Latinoamérica. Al cierre de marzo más de 500 denuncias se reportaron por violencia intrafamiliar en Ecuador. La reflexión amigo lector que nos invite a identificar casos cercanos, extienda su apoyo, escuche, comprenda, no es fácil pedir auxilio, si usted es parte de estos escenarios busque ayuda, salga del ciclo de formación agresiva contra la mujer, tenga compasión y sepa que el daño que se hace a una mujer es el daño que a las generaciones futuras. Nadie tiene derecho de vulnerar la integridad de la mujer.

Es humanidad actuar en solidaridad, proteger y ayudar, se es cómplice en el silencio o se es apoyo.

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