Telenovela Bucaram

La familia Bucaram es un objeto de estudio para el populismo ecuatoriano, a partir de las improntas de Don Buca, Assad Bucaram Elmhalin (1916-1981), del ‘loco que ama’, el expresidente Abdalá Bucaram y ahora de su hijo, Dalo, bailador de ‘choque’, pelotero y abogado, pero una serie de preguntas sobrepasan el análisis sobre esta familia en la política durante décadas.

Es simple la reflexión que se detiene en la agilidad de los ‘Buca’ para ofrecer discursos incendiarios en tarimas, vilipendiar a sus adversarios, comer guatita en los mercados y difundir propaganda con música fúnebre.

Sería más importante analizar su personalidad y buscar cómo se tejen las redes proselitistas del PRE y ahora FE, de dónde provienen el apoyo y el financiamiento, por qué gozan de aceptación en ciertos sectores, qué acuerdos logran con los gobiernos de turno y por qué, además de cómo se explica su influencia si en la actualidad no cuentan con un solo asambleísta. ¿Acaso dejó de operar en la política ecuatoriana Abdalá cuando estuvo en Panamá o desde ahí se generó otro centro político?

Detrás de las actuaciones de los Bucaram hay una serie de acuerdos como el de ‘la regalada gana’ con el PSC en 1994 cuando se negociaron las dignidades del extinto Congreso, aunque desde entonces no ha cambiado mucho. Ahora, la telenovela involucra al prefecto del Guayas, Carlos Luis Morales, quien fue de ‘cepa’ del PRE, pero aterrizó en el PSC después de su paso por Alianza PAIS. Los camisetazos no son nuevos y faltaría espacio para hacer un recuento.

Las investigaciones apuntan al desmantelamiento de una red de hospitales en el país y con plena seguridad no serán los principales involucrados un conjunto de ángeles, arcángeles y la corte celestial. El país necesita reinventar sus organizaciones políticas y cultura ciudadana para no elegir bien y amor propio.