Las maestras de la cerámica muestran su trabajo en Cumbayá

Arte. Las mujeres transforman la arcilla en figuras y colores.
Arte. Las mujeres transforman la arcilla en figuras y colores.

Mujeres, jóvenes y adultas, aprenden sobre el arte y la vida en las clases del taller del colectivo Artefuego.

La arcilla toma diferentes formas, humanas, animales, objetos, motivos abstractos, en las manos de un grupo de mujeres con diferentes profesiones e historias personales. Todo comenzó como un hobby, casi un desahogo, pero ahora el taller del colectivo Artefuego es el epicentro donde jóvenes y hasta señoras de más de 80 años aprenden los secretos de la cerámica.

Las ocho socias activas del colectivo, que dirigen y enseñan en el taller, tienen diferentes ocupaciones que compaginan con la pasión y el oficio de alumbrar arte con las manos. Hay empresarias, arquitectas, artistas, curadoras y hasta especialistas en cine y publicidad.

“Nos conocimos hace por lo menos 8 años en un taller de arte, y descubrimos que compartíamos inquietudes y aspiraciones. Iniciamos el taller como un espacio para dar rienda suelta a nuestra creatividad y habilidades escondidas”, explicó Ana María Ormaza, una de los miembros de la agrupación.

Mientras iban descubriendo que sus capacidades creativas eran mayores de las que imaginaban, también se fueron dando cuenta que habían muchas mujeres, de todas las edades, deseosas de encontrar un espacio para explorar su capacidad artística e ir más allá de sus límites.

“Trabajar con arcilla, porcelana, o con otros materiales como vidrio, es una escuela de paciencia, minuciosidad, humildad y autoestima. Muchas de las personas llegan a las clases pensando que nunca podrán crear piezas como las que ven en las vitrinas de los comercios, pero luego se dan cuenta que las destrezas están ahí, solo es cuestión de despertarlas” comentó Ormaza.

Recursos
La gran arcilla que existe en la zona de Cumbayá-Tumbaco les permite experimentar y seguir creciendo como artistas y como mujeres. Cada día aprenden de ellas mismas y de sus alumnas. Aunque las clases no están cerradas para los hombres, hasta el momento no ha habido un interesado que haya dado el paso de inscribirse.

El taller está equipado con un horno que alcanza los 1.250 grados centígrados. Ormaza aseveró que el proceso creativo despierta una parte del niño que llevamos dentro. “Cuando la pieza está en el horno te emocionas imaginando cómo saldrá, si se romperá o fisurará. Al abrir el horno siempre se siente como una fiesta llena de expectación”, añadió. Los errores, las piezas que no salen como se espera, son parte del aprendizaje del oficio. Cada nueva técnica, cada pequeño o gran avance en el proceso creativo, deja huellas memorables que pueden aplicarse tanto en el arte como en la vida.

“No todas las alumnas se toman tan en serio la actividad de ceramista, pero todas salen con un conocimiento más profundo de las cosas realmente importantes en sus vidas”, afirmó Ormaza.

Aunque el taller todavía no es completamente autosustentable, las ocho socias tienen muchos proyectos en mente como una casa abierta para exponer sus obras y las de sus alumnas en diciembre de este año.

TOME NOTA
Las clases y el taller se llevan a cabo en el local 102 del Centro Comercial Plaza Cumbayá. Lunes y miércoles, de 10:00 a 13:30; jueves, de 17:00 a 20:30.También sueñan con armar una exposición en una galería o espacio cultural importante de la zona para el primer semestre de 2019. “Por encima de todo, el mayor aprendizaje del taller y de las clase que impartimos es que compartir conocimientos, inquietudes, dificultades y miedos con otras personas te vuelve más humana, sensible y valiente”, concluyó Ormaza. (JS)

«La experimentación nos llevó a encontrar nuevas técnicas y formas, nuevos tintes, óxidos y cloruros que nos ayudan a obtener resultados óptimos y a realizar nuestros sueños”.

Ana María Ormaza