La muerte de una persona siempre deja una marca, pero también puede convertirse en un mensaje social que invite a reflexionar sobre temas como siniestros de tránsito, violencia y hasta la forma como ha crecido la ciudad.
A veces esas ‘huellas’ pasan desapercibidas pero están ahí son de mármol, de madera, de cemento o de metal. Pueden ser cruces, rosas de bronce o hasta bicicletas.