Ser respetable

Jorge Oviedo Rueda

Febres Cordero solía repetir que estaba orgulloso de ser oligarca, lo cual era una ventaja para sus enemigos políticos, porque todos sabían por dónde iba. Para él no había otra forma de financiar el país que no fuera reduciendo el gasto público y llenando de prebendas a los empresarios. Era neoliberal. Para lograrlo le metía mano a la justicia, reprimía cualquier manifestación de los trabajadores y mantenía a raya a una izquierda timorata. Un foco minúsculo de guerrilla urbana fue reprimido de manera desproporcionada, asesinando a sus líderes de manera extrajudicial. Tal era el ambiente represivo de entonces, que la policía se creyó con derecho de matar a los hermanos Restrepo.

Fue en esta época que en la izquierda surgió una corriente electoralista que creyó debía tener un rostro respetable para la oligarquía. Tenía raíces en el amarillismo histórico que anhelaba oponerse a la derecha sin ir más allá de la reforma. Así surgieron figuras como la de Fernando Guerrero, León Roldós, Ayala Mora y otras como Alfredo Castillo, Maugé y el mismo Pablo Celi, cuyo papel fue impedir la radicalización de la izquierda, para lo cual se investían de una gran respetabilidad personal en detrimento del esfuerzo colectivo por la organización del partido. Ellos son los que hicieron posible el surgimiento de un líder como Correa que les arrebató toda representatividad y llegó al poder para desprestigiar al socialismo.

Ellos siguen viviendo de ese lustre que la ceguera política de las bases convirtió en oro con el aplauso de las élites. Estos notables son los que ahora se han puesto a órdenes del cuántico presidente.

Ya es hora de sacudir esa mata podrida, de ser irrespetuosos con estos ‘respetables’ personajes que siguen lucrando con el membrete de la izquierda.

[email protected]