El arte también nace en la plaza Belmonte

TRABAJO. Ramiro Guarderas enseñando unos de sus grabados. Sobre la mesa el libro ‘La Belmonte y yo’.
TRABAJO. Ramiro Guarderas enseñando unos de sus grabados. Sobre la mesa el libro ‘La Belmonte y yo’.
INSTANTE. Este es el espacio de trabajo del artista, dentro de su propia casa, ubicada en el barrio La Floresta.
INSTANTE. Este es el espacio de trabajo del artista, dentro de su propia casa, ubicada en el barrio La Floresta.
VIDA. Sus manos envejecidas por los años no pierden la destreza con el pincel.
VIDA. Sus manos envejecidas por los años no pierden la destreza con el pincel.
PROCESO. A temprana edad Ramiro era encargado de cortar a mano los boletos que se vendían en la plaza Belmonte.
PROCESO. A temprana edad Ramiro era encargado de cortar a mano los boletos que se vendían en la plaza Belmonte.
FECHAS. Inauguracion de la exposicion ‘La Belmonte y yo’, que fue de su autoría y se expuso hasta la semana pasada en la Casa de la Cultura.
FECHAS. Inauguracion de la exposicion ‘La Belmonte y yo’, que fue de su autoría y se expuso hasta la semana pasada en la Casa de la Cultura.
MATERIALES. Acuarelas gastadas son  parte de sus utensilios de trabajo.
MATERIALES. Acuarelas gastadas son parte de sus utensilios de trabajo.

POR: Santiago Fernández

A veces el legado del padre pesa mucho en la vida de un hijo. El del reconocido pintor Sergio Guarderas fue como un gran reto para su hijo Ramiro, quien además de pintor es arquitecto y diseñador de muebles.

Ramiro nació el 11 de marzo de 1932 en el Centro Histórico de Quito, en la casa de su abuelo Antonio Iturralde, donde también nacieron sus siete hermanos.
Desde niño, Ramiro se identificó con la pintura y aprendió bajo la tutela de su padre.

Mientras estudiaba arquitectura, también se ganaba la vida dibujando para el Departamento de Instrucción de las FF.AA., donde trabajó cuatro años. Hacía manuales ilustrados a mano, en los cuales explicaba procesos de armado y limpieza de fusiles de combate.

La plaza Belmonte ha marcado varios pasajes de su vida. Construida por su abuelo paterno, Abel Guarderas, fue el lugar de los primeros juegos, trabajos y vivencias, lo que se transformaría en un libro que recopila los personajes quiteños de ese entonces. El documento ‘La Belmonte y yo’ y fue dibujado a plumilla, técnica con la que se siente más identificado por su carácter de línea limpia y que se compara con los dibujos de planos arquitectónicos. El libro fue, además, el origen de una exposición que, bajo el mismo nombre, se presentó en la Casa de la Cultura Ecuatoriana hasta la semana pasada.