El aguacero se llevó lo que encontró a su paso en la calle Manabí

MALESTAR. El vendedor de revistas y el lustrador de zapatos no recuerdan haber visto antes un aguacero con tanta furia.
MALESTAR. El vendedor de revistas y el lustrador de zapatos no recuerdan haber visto antes un aguacero con tanta furia.

Una cosa es contarlo y otra vivirlo. En la intersección de las calles Manabí y Guayaquil, del Centro Histórico, un hombre fue arrastrado y un baúl de un lustrabotas también. Esas imágenes se vieron en videos en redes sociales, pero no fueron los únicos daños que provocaron las intensas lluvias del miércoles anterior.

Casi llorando, un hombre de más de 50 años, que trabaja junto a su hermano vendiendo revistas, juegos y legos, cuenta que en más de 15 años de trabajo en este sitio jamás había visto tanta agua bajando por las calles Manabí y llevándose todo a su paso.

El comerciante vio en su reloj la hora que empezó a llover, eran las 13:15. Intentó proteger con plástico la mercadería, pero el agua cayó con tal violencia que solo le dio tiempo de cruzar la calle y protegerse debajo del parqueadero del Centro Comercial.

El Dato
Según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología Inamhi, en el sitio cayeron 30 litros de agua por metro cuadrado.
Cartones con juguetes de colección, revistas, legos, confites, fueron arrastrados por el agua que subió al nivel de la vereda. Fue allí cuando la persona de la tercera edad también fue atrapada por la corriente y desplazada unos 100 metros, hasta cuando lo ayudó un integrante del Cuerpo de Agentes de Control y un empleado de una de las tiendas.

Daños

Segundo Puga es otro de los damnificados del fuerte aguacero que cayó en el Centro Histórico. Tiene su silla y cajón de bolero sobre la misma vereda inundada, dice que el aguacero no le dio tiempo a nada, dejó todo para protegerse y solo vio que su equipo de trabajo se iba con el agua.

Anilinas disueltas, grasa de lustrar, cepillos y otros insumos se perdieton. La silla donde se sienta él y la esponja donde se ubican los clientes también fueron arrastrados. Los rescató un vendedor de una joyería, en la calle Guayaquil.

Los afectados cuentan que un joven que trabaja junto a su madre vendiendo aguacates en este mismo sitio expuso su físico para salvar algunas de las pertenencias de sus vecinos de trabajo, pero en cambio perdió toda su mercadería.

Para los comerciantes la desgracia iba a ser peor, pues cuentan que una señora de la tercera edad, por cuidar la mercadería se mantuvo quieta sobre la acera que da al Teatro Sucre, el agua que bajaba por la calle Manabí fue hasta ella y tuvieron que rescatarla. (PSD)