La calle Venezuela, en el centro de Quito, fue el escenario de una fiesta religiosa muy colorida. El asfalto se transformó en una alfombra hecha de pétalos de rosas, sobre la cual caminó el arzobispo de Quito, Monseñor Alfredo José Espinoza, llevando la Custodia del Santísimo Sacramento.
Fue la celebración religiosa de Corpus Christi (Cuerpo de Cristo) que se realiza por cuarto año consecutivo por las calles de la capital, bajo la iniciativa de la Pastoral Familiar y el Consejo Nacional de Laicos – Quito.
Con los pétalos de rosas se construyeron figuras y mensajes alusivos a la Misión Familia y se puso énfasis en temas como: el plan de Dios sobre la familia, el matrimonio cristiano, el amor, la participación de la familia en la misión de la Iglesia, el cuidado de la casa común y la familia, y algunos desafíos pastorales sobre la familia.
Tradición religiosa
La fiesta del Corpus Christi comenzó con una eucaristía que se celebró en la Catedral Metropolitana, desde donde el Arzobispo de Quito, ataviado con las mejores galas de un religioso de alta jerarquía, inició la procesión llevando en sus manos la Custodia del Santísimo Sacramento, dentro de la cual se colocó la hostia consagrada, que fue venerada por los fieles a su paso.
La procesión duró aproximadamente una hora, hasta que llegó a la Basílica del Voto Nacional, en donde se celebró otra eucaristía y donde permanecerá el símbolo de la fe católica.
El caminar de los fieles estuvo acompañado por música y danza del grupo Jacchigua, que representó a personajes propios de los pueblos indígenas.
Los organizadores de la celebración religiosa manifestaron que con esta iniciativa se pretende seguir defendiendo los valores universales de la familia, así como promover y defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural. (CM)