Recogieron la basura que otros botaron en la calle

TRABAJO. Esta es una pequeña muestra de la basura que se arroja a la calle, específicamente en la García Moreno.
TRABAJO. Esta es una pequeña muestra de la basura que se arroja a la calle, específicamente en la García Moreno.

Las bolsas de yute, los guantes y las gorras para protegerse del Sol identificaron a los 25 voluntarios, aproximadamente, que acudieron al llamado de Plástico Project, una organización ambiental contra el plástico. El objetivo: recoger la basura de ese tipo, que es arrojada en los espacios públicos o depositadas entre las rejas que protegen las ventanas y las puertas de las casas.

Convocados por el reto mundial ‘Julio sin plásticos’, y liderados por Andrea Lema, fundadora de Plástico Project, recogieron todo cuanto pudieron en la Plaza Grande y en la calle García Moreno. La labor terminó en la Basílica, donde clasificaron la basura, identificaron qué es lo que predominó, así como también las marcas de productos consumidos. Con esos datos elaborarán un informe que esperan entregar a fin de año para que sirva de soporte a las autoridades locales y nacionales en la toma de decisiones.

“Más allá que hacer una minga de limpieza, lo que buscamos es recolectar datos y utilizar herramientas que fomenten la conciencia ciudadana”, aseguró Lema.

Ardua labor

El recorrido de recolección duró 45 minutos, aproximadamente. Los participantes se agacharon al piso incontables veces; metieron sus manos en huecos, tubos, alcantarillas, rejas y puertas, hasta llegar a la Basílica donde buscaron refugio bajo la sombra para poder separar los desechos recolectados: fundas plásticas, tarrinas, cucharas, botellas, sorbetes, colillas…

Esto les permite tener mayor conocimiento de lo que se desecha. “Es una metodología de conciencia ciudadana” que busca educar a los participantes para usar cada vez menos artículos y que ellos a su vez repliquen esta iniciativa en su entorno familiar, de amigos y vecindad, y enviar un mensaje sobre el daño que el plástico hace al medio ambiente y a la vida, explicó Lema.

Y eso es lo que pretenden realizar Alexánder Guerrero, estudiante del Instituto Tecnológico Superior para el Desarrollo (Ispade), que participó con sus compañeros, en cumplimiento al programa de vinculación a la comunidad; y Roberto Bonilla, voluntario permanente, que comenzará en breve sus estudios en Ingeniería Ambiental en la Universidad Central. Los dos coinciden en señalar que resulta difícil hacer entender a las personas sobre el uso y abuso del plástico.

Guerrero, que cursa el segundo año de tecnología de Software, ahora dice saber cuánto daño se hace al planeta con las acciones personales y está comprometido en comenzar a cambiar. Mientras que Bonilla manifiesta que en cada una de estas actividades siente iras y pena porque observa que la gente se resiste a cambiar.

Iniciativa que avanza

Para ejecutar el trabajo Plástico Project requiere de por lo menos 35 mil dólares al año, una parte la consiguen por autogestión, otra con auspicios y donaciones.

Sin embargo, hay otros proyectos pendientes como la creación de la guía Zero Waste del Ecuador y ‘No más plástico tour’, para los que están buscando apoyo.

Andrea Lema, economista de 27 años, con una maestría en Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, está acompañada en esta tarea por sociólogos, ingenieros ambientales, restauradores en ecosistemas, planificadores urbanos que organizan el trabajo a realizar no solo en Quito, sino también en Imbabura, Esmeraldas, Santo Domingo y Napo.

Solo en Quito han realizado 12 limpiezas ambientales, labor que reanudarán el 21 de septiembre, el Día Mundial de la Limpieza, que se realiza en más de 158 países. Lema anunció que en esa fecha trabajarán en el parque de Las Cuadras, al sur de la ciudad, y que con el apoyo de la Secretaría del Ambiente del Municipio, la actividad se acompañará de música, teatro, feria de emprendimientos e iniciativas. (CM)

La iniciativa

Plástico Project nació en 2017 por iniciativa de Andrea Lema y Laura Suárez, tras ver la cantidad de basura que se desecha y que la mayoría de personas no saben a dónde va a parar. “Fue algo que siempre estuvo en mi mente hasta que llego el momento de actuar con otras seis personas más que se unieron a mi locura”, comentó. Esta iniciativa gustó y cada integrante siguió involucrando a la familia, los amigos, los vecinos hasta convertirse en una acción ciudadana donde todos están incluidos.