Quito se libró de los muertos vivientes

ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
ATUENDO. Anabela lució el traje de ‘La novia muerta’, que diseñó su madre, modista de profesión, quien en las dos ediciones anteriores, también le diseñó trajes “espantosos”.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
DIVERSIÓN. Con sus cámaras en mano, muchos participantes y sus familias registraban este momento como irrepetible.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
ESTRATEGIA. Leandro Flores, de 40 años, y su hijo Damián de 7 llegaron desde El Condado con una estrategia para evitar a los ‘soldados de la resistencia’.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.
TERROR. Con su deseo de ‘comer sesos’ de los sobrevivientes del apocalipsis, centenares de jóvenes dieron forma a la invasión zombi en Quito.

Quito y la humanidad se libraron del apocalipsis. Sucedió el sábado en el parque La Carolina, durante la edición número 10 del ‘Zombie Walk’ o invasión de los muertos vivientes.

Se trató de la versión local de una de las iniciativas internacionales más extendidas en todo el mundo para homenajear a la cultura popular inspirada en las películas de terror.

La caminata duró cerca de una hora entre la Cruz del Papa y la esquina nororiental del mismo parque. Pero, la preparación de personas de todas las edades para lucir lo más espantosamente posible empezó con al menos tres horas de anticipación.

En medio de un ambiente de fiesta, familias enteras llegaban disfrazadas de muertos vivientes o se dejaban pintar la cara de personajes de terror, con pinturas realistas de heridas abiertas.

Bryan de 11 años, por ejemplo, llegó con sus padres para participar en esta caminata por cuarto año consecutivo. Disfrazado de la muerte, con una guadaña o cuchilla curva de gran tamaño, este niño contó que llegó con dos deseos.

El primero, satisfacer su curiosidad de saber “cómo la gente se hace lastimados en la cara demasiado realistas” y, el segundo, jugar a la invasión zombi de todo el planeta tierra. Sus padres también fueron disfrazados y se declararon satisfechos de que esta jornada procure un momento de sano esparcimiento.

Sorpresa
A las 17:00 en punto, con megáfono en mano, Miguel Aguaguiña anunció que empezaba la caminata y entusiasmaba a los más pequeños a que “avancen cómo muertos, caminando lento”. Fue entonces que empezó una ‘lucha épica’ entre el bien y el mal, entre los zombis que buscaban ‘comer sesos’ de la gente y voluntarios de ‘la resistencia’.

En un primer ataque contra el mundo, un centenar de zombis salió en verdadera estampida, que llamó la atención de una gran cantidad de gente que caminaba, conducía sus vehículos o iba como pasajeros de buses en la avenida Amazonas.

“Creí que en verdad algo había pasado. Me asusté, pero luego al verles a los niños alegres, riéndose, a mí también me dio alegría. No sé de qué se trate, pero se ve que es solo por diversión”, manifestó Paulina Torres, mientras se apresuraba a sacar su celular, tomar fotos e inmediatamente compartirla en sus medios sociales.

El ‘combate’
Al avanzar amenazantes, los zombis se encontraron con los ‘voluntarios de la resistencia’, armados con garrotes, armas de rayos láser o pistolas de utilería dispuestos a cerrarles el paso a como dé lugar.

En este segundo grupo se encontraba el paramédico quiteño de 30 años Carlos Ordóñez, quien asumía con verdadera pasión, por décimo año consecutivo, el personaje de ‘soldado de la resistencia de la corporación Umbrela’. “Es como una especie de simulacro porque si bien es cierto es una ficción, en una situación así se necesitan médicos y paramédicos para cuidar a la gente que se infectó.”

“A pesar de que por cada sobreviviente hay 1.000 zombies, logramos salvar la humanidad”, agregó al declarar con orgullo que seguirá asistiendo a las próximas ediciones de esta iniciativa.

Aguaguiña, uno de los responsables de la convocatoria, comentó que “este evento de tributo a las películas de terror, lo hacemos en una comunidad a nivel mundial”. “Estamos 10 años resistiendo en Ecuador y 11 años en todo el mundo”.

Agregó que cada año se escogen causas sociales a las cuales apoyar con recursos obtenidos en estas caminatas, con la venta de artículos o con ‘pintucaritas’.

Tras varios ‘enfrentamientos’, los ‘voluntarios de la resistencia’ y los muertos vivientes pusieron fin a la jornada junto a una gigantografía de la campaña de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que para muchos es el verdadero desafío de la humanidad para “que nadie se quede atrás” al llegar al 2030. (JCER)

Quito y la humanidad se libraron del apocalipsis. Sucedió el sábado en el parque La Carolina, durante la edición número 10 del ‘Zombie Walk’ o invasión de los muertos vivientes.

Se trató de la versión local de una de las iniciativas internacionales más extendidas en todo el mundo para homenajear a la cultura popular inspirada en las películas de terror.

La caminata duró cerca de una hora entre la Cruz del Papa y la esquina nororiental del mismo parque. Pero, la preparación de personas de todas las edades para lucir lo más espantosamente posible empezó con al menos tres horas de anticipación.

En medio de un ambiente de fiesta, familias enteras llegaban disfrazadas de muertos vivientes o se dejaban pintar la cara de personajes de terror, con pinturas realistas de heridas abiertas.

Bryan de 11 años, por ejemplo, llegó con sus padres para participar en esta caminata por cuarto año consecutivo. Disfrazado de la muerte, con una guadaña o cuchilla curva de gran tamaño, este niño contó que llegó con dos deseos.

El primero, satisfacer su curiosidad de saber “cómo la gente se hace lastimados en la cara demasiado realistas” y, el segundo, jugar a la invasión zombi de todo el planeta tierra. Sus padres también fueron disfrazados y se declararon satisfechos de que esta jornada procure un momento de sano esparcimiento.

Sorpresa
A las 17:00 en punto, con megáfono en mano, Miguel Aguaguiña anunció que empezaba la caminata y entusiasmaba a los más pequeños a que “avancen cómo muertos, caminando lento”. Fue entonces que empezó una ‘lucha épica’ entre el bien y el mal, entre los zombis que buscaban ‘comer sesos’ de la gente y voluntarios de ‘la resistencia’.

En un primer ataque contra el mundo, un centenar de zombis salió en verdadera estampida, que llamó la atención de una gran cantidad de gente que caminaba, conducía sus vehículos o iba como pasajeros de buses en la avenida Amazonas.

“Creí que en verdad algo había pasado. Me asusté, pero luego al verles a los niños alegres, riéndose, a mí también me dio alegría. No sé de qué se trate, pero se ve que es solo por diversión”, manifestó Paulina Torres, mientras se apresuraba a sacar su celular, tomar fotos e inmediatamente compartirla en sus medios sociales.

El ‘combate’
Al avanzar amenazantes, los zombis se encontraron con los ‘voluntarios de la resistencia’, armados con garrotes, armas de rayos láser o pistolas de utilería dispuestos a cerrarles el paso a como dé lugar.

En este segundo grupo se encontraba el paramédico quiteño de 30 años Carlos Ordóñez, quien asumía con verdadera pasión, por décimo año consecutivo, el personaje de ‘soldado de la resistencia de la corporación Umbrela’. “Es como una especie de simulacro porque si bien es cierto es una ficción, en una situación así se necesitan médicos y paramédicos para cuidar a la gente que se infectó.”

“A pesar de que por cada sobreviviente hay 1.000 zombies, logramos salvar la humanidad”, agregó al declarar con orgullo que seguirá asistiendo a las próximas ediciones de esta iniciativa.

Aguaguiña, uno de los responsables de la convocatoria, comentó que “este evento de tributo a las películas de terror, lo hacemos en una comunidad a nivel mundial”. “Estamos 10 años resistiendo en Ecuador y 11 años en todo el mundo”.

Agregó que cada año se escogen causas sociales a las cuales apoyar con recursos obtenidos en estas caminatas, con la venta de artículos o con ‘pintucaritas’.

Tras varios ‘enfrentamientos’, los ‘voluntarios de la resistencia’ y los muertos vivientes pusieron fin a la jornada junto a una gigantografía de la campaña de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que para muchos es el verdadero desafío de la humanidad para “que nadie se quede atrás” al llegar al 2030. (JCER)

Quito y la humanidad se libraron del apocalipsis. Sucedió el sábado en el parque La Carolina, durante la edición número 10 del ‘Zombie Walk’ o invasión de los muertos vivientes.

Se trató de la versión local de una de las iniciativas internacionales más extendidas en todo el mundo para homenajear a la cultura popular inspirada en las películas de terror.

La caminata duró cerca de una hora entre la Cruz del Papa y la esquina nororiental del mismo parque. Pero, la preparación de personas de todas las edades para lucir lo más espantosamente posible empezó con al menos tres horas de anticipación.

En medio de un ambiente de fiesta, familias enteras llegaban disfrazadas de muertos vivientes o se dejaban pintar la cara de personajes de terror, con pinturas realistas de heridas abiertas.

Bryan de 11 años, por ejemplo, llegó con sus padres para participar en esta caminata por cuarto año consecutivo. Disfrazado de la muerte, con una guadaña o cuchilla curva de gran tamaño, este niño contó que llegó con dos deseos.

El primero, satisfacer su curiosidad de saber “cómo la gente se hace lastimados en la cara demasiado realistas” y, el segundo, jugar a la invasión zombi de todo el planeta tierra. Sus padres también fueron disfrazados y se declararon satisfechos de que esta jornada procure un momento de sano esparcimiento.

Sorpresa
A las 17:00 en punto, con megáfono en mano, Miguel Aguaguiña anunció que empezaba la caminata y entusiasmaba a los más pequeños a que “avancen cómo muertos, caminando lento”. Fue entonces que empezó una ‘lucha épica’ entre el bien y el mal, entre los zombis que buscaban ‘comer sesos’ de la gente y voluntarios de ‘la resistencia’.

En un primer ataque contra el mundo, un centenar de zombis salió en verdadera estampida, que llamó la atención de una gran cantidad de gente que caminaba, conducía sus vehículos o iba como pasajeros de buses en la avenida Amazonas.

“Creí que en verdad algo había pasado. Me asusté, pero luego al verles a los niños alegres, riéndose, a mí también me dio alegría. No sé de qué se trate, pero se ve que es solo por diversión”, manifestó Paulina Torres, mientras se apresuraba a sacar su celular, tomar fotos e inmediatamente compartirla en sus medios sociales.

El ‘combate’
Al avanzar amenazantes, los zombis se encontraron con los ‘voluntarios de la resistencia’, armados con garrotes, armas de rayos láser o pistolas de utilería dispuestos a cerrarles el paso a como dé lugar.

En este segundo grupo se encontraba el paramédico quiteño de 30 años Carlos Ordóñez, quien asumía con verdadera pasión, por décimo año consecutivo, el personaje de ‘soldado de la resistencia de la corporación Umbrela’. “Es como una especie de simulacro porque si bien es cierto es una ficción, en una situación así se necesitan médicos y paramédicos para cuidar a la gente que se infectó.”

“A pesar de que por cada sobreviviente hay 1.000 zombies, logramos salvar la humanidad”, agregó al declarar con orgullo que seguirá asistiendo a las próximas ediciones de esta iniciativa.

Aguaguiña, uno de los responsables de la convocatoria, comentó que “este evento de tributo a las películas de terror, lo hacemos en una comunidad a nivel mundial”. “Estamos 10 años resistiendo en Ecuador y 11 años en todo el mundo”.

Agregó que cada año se escogen causas sociales a las cuales apoyar con recursos obtenidos en estas caminatas, con la venta de artículos o con ‘pintucaritas’.

Tras varios ‘enfrentamientos’, los ‘voluntarios de la resistencia’ y los muertos vivientes pusieron fin a la jornada junto a una gigantografía de la campaña de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que para muchos es el verdadero desafío de la humanidad para “que nadie se quede atrás” al llegar al 2030. (JCER)

Quito y la humanidad se libraron del apocalipsis. Sucedió el sábado en el parque La Carolina, durante la edición número 10 del ‘Zombie Walk’ o invasión de los muertos vivientes.

Se trató de la versión local de una de las iniciativas internacionales más extendidas en todo el mundo para homenajear a la cultura popular inspirada en las películas de terror.

La caminata duró cerca de una hora entre la Cruz del Papa y la esquina nororiental del mismo parque. Pero, la preparación de personas de todas las edades para lucir lo más espantosamente posible empezó con al menos tres horas de anticipación.

En medio de un ambiente de fiesta, familias enteras llegaban disfrazadas de muertos vivientes o se dejaban pintar la cara de personajes de terror, con pinturas realistas de heridas abiertas.

Bryan de 11 años, por ejemplo, llegó con sus padres para participar en esta caminata por cuarto año consecutivo. Disfrazado de la muerte, con una guadaña o cuchilla curva de gran tamaño, este niño contó que llegó con dos deseos.

El primero, satisfacer su curiosidad de saber “cómo la gente se hace lastimados en la cara demasiado realistas” y, el segundo, jugar a la invasión zombi de todo el planeta tierra. Sus padres también fueron disfrazados y se declararon satisfechos de que esta jornada procure un momento de sano esparcimiento.

Sorpresa
A las 17:00 en punto, con megáfono en mano, Miguel Aguaguiña anunció que empezaba la caminata y entusiasmaba a los más pequeños a que “avancen cómo muertos, caminando lento”. Fue entonces que empezó una ‘lucha épica’ entre el bien y el mal, entre los zombis que buscaban ‘comer sesos’ de la gente y voluntarios de ‘la resistencia’.

En un primer ataque contra el mundo, un centenar de zombis salió en verdadera estampida, que llamó la atención de una gran cantidad de gente que caminaba, conducía sus vehículos o iba como pasajeros de buses en la avenida Amazonas.

“Creí que en verdad algo había pasado. Me asusté, pero luego al verles a los niños alegres, riéndose, a mí también me dio alegría. No sé de qué se trate, pero se ve que es solo por diversión”, manifestó Paulina Torres, mientras se apresuraba a sacar su celular, tomar fotos e inmediatamente compartirla en sus medios sociales.

El ‘combate’
Al avanzar amenazantes, los zombis se encontraron con los ‘voluntarios de la resistencia’, armados con garrotes, armas de rayos láser o pistolas de utilería dispuestos a cerrarles el paso a como dé lugar.

En este segundo grupo se encontraba el paramédico quiteño de 30 años Carlos Ordóñez, quien asumía con verdadera pasión, por décimo año consecutivo, el personaje de ‘soldado de la resistencia de la corporación Umbrela’. “Es como una especie de simulacro porque si bien es cierto es una ficción, en una situación así se necesitan médicos y paramédicos para cuidar a la gente que se infectó.”

“A pesar de que por cada sobreviviente hay 1.000 zombies, logramos salvar la humanidad”, agregó al declarar con orgullo que seguirá asistiendo a las próximas ediciones de esta iniciativa.

Aguaguiña, uno de los responsables de la convocatoria, comentó que “este evento de tributo a las películas de terror, lo hacemos en una comunidad a nivel mundial”. “Estamos 10 años resistiendo en Ecuador y 11 años en todo el mundo”.

Agregó que cada año se escogen causas sociales a las cuales apoyar con recursos obtenidos en estas caminatas, con la venta de artículos o con ‘pintucaritas’.

Tras varios ‘enfrentamientos’, los ‘voluntarios de la resistencia’ y los muertos vivientes pusieron fin a la jornada junto a una gigantografía de la campaña de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que para muchos es el verdadero desafío de la humanidad para “que nadie se quede atrás” al llegar al 2030. (JCER)