A someternos al imperio de la Ley

Amplios sectores ciudadanos, atendiendo a nuestra historia reciente, dudan del Estado, de los partidos políticos, de sus representados, de sus jueces, de sus Fuerzas Armadas, de sus empresarios y banqueros, de sus profesionales, de las Iglesias y de instituciones que dicen defender sus Derechos Humanos. Todos estos niveles, y muchos más, están regados por una corrupción evidentemente sistémica, no legalizada pero sí ‘autorizada’.

Solemos sentirnos con demasiada frecuencia solos, abandonados, inseguros, desamparados, esquilmados por los impuestos que son nuestro único cordón umbilical con el Estado. Durante años padecimos una administración de justicia que, salvo honrosas excepciones, ha contribuido perversamente a sembrar este sentimiento negativo entre la mayoría de la población.

El progresivo destape de nuevos episodios de esta tragedia fortalece esa desconfianza en lugar de atenuarla. Sin embargo, el sistema judicial ecuatoriano, sin el cual no hay democracia posible ni con futuro, lleva adelante un proceso de autodepuración y profesionalización que, a la vuelta de unos pocos años, podría contribuir a cambiar esta percepción negativa.

Las anomalías, tensiones y contradicciones actuales son posibles porque se irrespetan las leyes o se las interpreta perversamente. La ‘metida de mano’ de la política en nuestro sistema judicial nos condujo al escenario en que se desenvuelve nuestra sociedad. Hoy es más importante que nunca someternos todos al imperio de la Ley. Las recientes decisiones del Consejo de la Judicatura tienden a devolvernos algo de la confianza perdida.


La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Antonio Fraguas Forges Humorista español (1942-2018) Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)

Amplios sectores ciudadanos, atendiendo a nuestra historia reciente, dudan del Estado, de los partidos políticos, de sus representados, de sus jueces, de sus Fuerzas Armadas, de sus empresarios y banqueros, de sus profesionales, de las Iglesias y de instituciones que dicen defender sus Derechos Humanos. Todos estos niveles, y muchos más, están regados por una corrupción evidentemente sistémica, no legalizada pero sí ‘autorizada’.

Solemos sentirnos con demasiada frecuencia solos, abandonados, inseguros, desamparados, esquilmados por los impuestos que son nuestro único cordón umbilical con el Estado. Durante años padecimos una administración de justicia que, salvo honrosas excepciones, ha contribuido perversamente a sembrar este sentimiento negativo entre la mayoría de la población.

El progresivo destape de nuevos episodios de esta tragedia fortalece esa desconfianza en lugar de atenuarla. Sin embargo, el sistema judicial ecuatoriano, sin el cual no hay democracia posible ni con futuro, lleva adelante un proceso de autodepuración y profesionalización que, a la vuelta de unos pocos años, podría contribuir a cambiar esta percepción negativa.

Las anomalías, tensiones y contradicciones actuales son posibles porque se irrespetan las leyes o se las interpreta perversamente. La ‘metida de mano’ de la política en nuestro sistema judicial nos condujo al escenario en que se desenvuelve nuestra sociedad. Hoy es más importante que nunca someternos todos al imperio de la Ley. Las recientes decisiones del Consejo de la Judicatura tienden a devolvernos algo de la confianza perdida.


La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Antonio Fraguas Forges Humorista español (1942-2018) Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)

Amplios sectores ciudadanos, atendiendo a nuestra historia reciente, dudan del Estado, de los partidos políticos, de sus representados, de sus jueces, de sus Fuerzas Armadas, de sus empresarios y banqueros, de sus profesionales, de las Iglesias y de instituciones que dicen defender sus Derechos Humanos. Todos estos niveles, y muchos más, están regados por una corrupción evidentemente sistémica, no legalizada pero sí ‘autorizada’.

Solemos sentirnos con demasiada frecuencia solos, abandonados, inseguros, desamparados, esquilmados por los impuestos que son nuestro único cordón umbilical con el Estado. Durante años padecimos una administración de justicia que, salvo honrosas excepciones, ha contribuido perversamente a sembrar este sentimiento negativo entre la mayoría de la población.

El progresivo destape de nuevos episodios de esta tragedia fortalece esa desconfianza en lugar de atenuarla. Sin embargo, el sistema judicial ecuatoriano, sin el cual no hay democracia posible ni con futuro, lleva adelante un proceso de autodepuración y profesionalización que, a la vuelta de unos pocos años, podría contribuir a cambiar esta percepción negativa.

Las anomalías, tensiones y contradicciones actuales son posibles porque se irrespetan las leyes o se las interpreta perversamente. La ‘metida de mano’ de la política en nuestro sistema judicial nos condujo al escenario en que se desenvuelve nuestra sociedad. Hoy es más importante que nunca someternos todos al imperio de la Ley. Las recientes decisiones del Consejo de la Judicatura tienden a devolvernos algo de la confianza perdida.


La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Antonio Fraguas Forges Humorista español (1942-2018) Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)

Amplios sectores ciudadanos, atendiendo a nuestra historia reciente, dudan del Estado, de los partidos políticos, de sus representados, de sus jueces, de sus Fuerzas Armadas, de sus empresarios y banqueros, de sus profesionales, de las Iglesias y de instituciones que dicen defender sus Derechos Humanos. Todos estos niveles, y muchos más, están regados por una corrupción evidentemente sistémica, no legalizada pero sí ‘autorizada’.

Solemos sentirnos con demasiada frecuencia solos, abandonados, inseguros, desamparados, esquilmados por los impuestos que son nuestro único cordón umbilical con el Estado. Durante años padecimos una administración de justicia que, salvo honrosas excepciones, ha contribuido perversamente a sembrar este sentimiento negativo entre la mayoría de la población.

El progresivo destape de nuevos episodios de esta tragedia fortalece esa desconfianza en lugar de atenuarla. Sin embargo, el sistema judicial ecuatoriano, sin el cual no hay democracia posible ni con futuro, lleva adelante un proceso de autodepuración y profesionalización que, a la vuelta de unos pocos años, podría contribuir a cambiar esta percepción negativa.

Las anomalías, tensiones y contradicciones actuales son posibles porque se irrespetan las leyes o se las interpreta perversamente. La ‘metida de mano’ de la política en nuestro sistema judicial nos condujo al escenario en que se desenvuelve nuestra sociedad. Hoy es más importante que nunca someternos todos al imperio de la Ley. Las recientes decisiones del Consejo de la Judicatura tienden a devolvernos algo de la confianza perdida.


La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”. Antonio Fraguas Forges Humorista español (1942-2018) Toda reforma impuesta por la violencia no corregirá nada el mal: el buen juicio no necesita de la violencia”. Leon Tolstoi Escritor ruso (1828-1910)