Al borde del abismo

El parlamento de Cataluña aprobó el lunes anterior una resolución sin precedentes declarando el lanzamiento de un proceso de secesión de España con el objetivo de proclamar una república independiente a más tardar en 2017.


La respuesta de Madrid fue inmediata. El jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, anunció un recurso ante el Tribunal Constitucional para invalidar el texto y se mostró “decidido a utilizar todos los medios que el Estado de Derecho ha puesto a disposición de la democracia para defender la propia democracia”.


Se ha dicho que la solución requería decisiones políticas y jurídicas de fondo para atender los reclamos de los catalanes. Pero faltó la voluntad política, como la del Partido Popular (PP), en el poder, para intentar otros caminos distintos a la confrontación.


El independentismo, antes minoritario, creció a la sombra de la crisis económica en esta región de 7,5 millones de habitantes. Tras años reclamando un referéndum optaron por avanzar unilateralmente en un proceso que, sin embargo, podría derrumbarse por las diferencias ideológicas entre sus dirigentes.


Hay que recordar que en la Unión Europea están emergiendo movimientos separatistas aparte de Cataluña y Escocia, como en el País Vasco y la región flamenca en Bélgica.


El mundo asiste así a la crónica de una separación anunciada y cada paso que dan los nacionalistas acerca a toda la nación al borde del abismo. Sin duda, aparte del intento de golpe en 1981, este es el desafío más grande que ha tenido la democracia española en los últimos 30 años.