Latinvirus

Manuel Castro M.

A la política Latinoamérica se la ha calificado de inmadura, superficial, agresiva y la gran causante de mantenernos en subdesarrollo. Resulta que este virus parece que ha contagiado a la democracia de los Estados Unidos de América. Al acudir a prestar su discurso sobre ‘El estado de la Unión’ en el Congreso el presidente Trump dejó con la mano extendida a la presidenta de ese Parlamento Nancy, Pelosi que pretendió saludarle.

Concluido el informe la señora Pelosi empató el partido con una actitud muy nuestra: hizo pedazos el discurso y lo tiró. Preguntado un partidario de Trump por gesto de tan mala educación afirmó, muy a nuestro estilo, “lo que pasa es que no vio la mano de la señora”. “Al enemigo ni justicia” decía Perón, ídolo de la señora C. Kirchner.

En las primarias demócratas en Iowa ganó Peter Buttigieg, veterano de Guerra de Afganistán. La prensa americana en vez de informarnos que este señor es un hombre preparado intelectualmente, buen orador, honesto, lo hizo señalando únicamente que quien había ganado era “abiertamente homosexual”. Lo cual ni es mérito ni demérito político, pero seguramente despertará morbosas curiosidades y odiosas o encomiosas opiniones.

En Latinoamérica generalmente somos intolerantes y nuestras opiniones sobre los políticos más se reducen a chismes o frases de dichos políticos no a pedirles que expresen sus opiniones o proyectos. Estados Unidos parece que ya se contagió de nuestra política que parece que es lo único que exportamos, aunque como decían del whisky japonés: el ser exportado no mejora su calidad.

El Partido Demócrata anunció que no se dieron los resultados del “caucus” por “inconsistencias” en el recuento de los resultados. Y en vez de seguir con el proceso lo que ha producido es “iras y confusión” entre los organizadores, O sea allá también se estilan los “apagones”.

Bernie Sanders, precandidato socialista radical (no es mi culpa ser millonario, es culpa del sistema, dice) sostiene, al estilo Correa, que es el único que puede salvar a los Estados Unidos. ¿De qué? Bolsonaro, Maduro, Ortega, parecen los modelos de los políticos gringos.

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