Gallinazos sobrevuelan

Más que un combate contra la pandemia del coronavirus, el desborde del sistema de salud, mal manejo público con cadáveres abandonados e incinerados en la calle y desplome desde la micro-economía al pago de la deuda con China sin exigir compensaciones por su virus titánico, ponen al desnudo la improvisación de la gobernanza. No es solo un problema de falsas noticias o abuso de políticas draconianas sin sentido común ni de bienestar para la gente, sino una real expansión insultante de la hambruna, desempleo y pobreza, mediocridad profesional e indolencia de la autoridad.

La prensa mundial registró hechos y cuantificó durante la paranoia de marzo: el drama secuencial entre aislamiento, emergencia sanitaria, colapso hospitalario y mortalidad anónima. Pragmatismo chabacano. Un fenómeno de contagio desproporcionado en Guayaquil después de autorizar partidos de fútbol masivos en un estadio, bodas de farándula e invitados europeos, reparto del botín político en hospitales y negociados de última hora para comprar máscaras y medicinas con sobreprecios.

¡Quédate! en casa, ¿a morir? Un acto insensato declarado tardío, inútil, irresponsable e irrealizable por desconfianza en autoridades incapaces; cifras incompletas y riesgo de muerte por falta de transparencia en la versión oficial. Amenaza y vigilancia Orwelliana que se desbordan en calles vacías y mercados aglomerados que anulan las pocas libertades. Esto cuando la desigualdad social y deshumanización afloran por mala educación y pésima comunicación mediática: ciencia ‘big data’ en cero y tecnología G-5 en migajas.

No es momento para escudriñar el macabro pasado correísta, maquinaria de troll y sus herederos mafiosos que desmantelaron el Estado de bienestar y hoy intentan la ingobernabilidad para no rendir cuentas en la justicia. Al contrario, hoy cabe alzar la voz para desnudar el covid-19 en su correcta magnitud. Una herramienta de guerra por el poder mundial con la anuencia de Estados débiles y obedientes, con parcelas de corruptos que pisotean los asuntos sanitarios. Una filosofía política difícil de acallar o invisibilizar porque requiere de los mejores hombres, líderes y científicos. Una plaza al sol y sombra, ciudad y campo, esperanza y futuro. Un proceso soberanista, como dice el filósofo esloveno Zizek, que nos obliga a repensar en agricultura, soberanía alimentaria y bondad rural; dar gracias al virus subversivo pasajero. Distopía a cremar cadáveres, enterrarlos en cal antes que los gallinazos sobrevuelen hospitales y morgues al tenor de más mediocridad pública. Una presión social inusitada del capitalismo con rostro humano, comunitario y solidario.

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@kleber_mantilla