¿Plan económico?

Jorge Oviedo Rueda

Conmueve la convicción que tiene Lenín Moreno de creerse monedita de oro. No es posible, señor Presidente. Las concepciones de su amigo y asesor Gustavo Larrea están llevando a Ecuador al abismo. En política no funciona el agua tibia.

No es posible nadar al mismo tiempo en las dos orillas. El choque de intereses hace que, fatalmente, le caigamos bien a unos y a otros no. Durante este año de ejercicio del poder este axioma le ha quedado claro, como lo demuestra la anunciación de lo que usted llama el Plan Económico de su gobierno.

En primer lugar, de Plan no tiene nada, es un listado de buenas intenciones sin respaldo de medidas prácticas que lo vuelvan realidad. La influencia de los libros de autoayuda le hace ubicar a usted la materia concreta de la economía en la nube rosada de las aspiraciones. Segundo, su anunciado Plan ha puesto contentos a los empresarios, a los banqueros, a los comerciantes, que ven en él la oportunidad de seguirse enriqueciendo a manos llenas y dejando gotear una mínima parte a las mayorías.

Declara mejorar la recaudación fiscal, por ejemplo, pero deja intactos los procesos coactivos a grandes empresarios que deben miles de millones al fisco. Eso no es diálogo, es servilismo. Usted les cae bien a ellos, pero mal a las mayorías pauperizadas.

Su antecesor tampoco estuvo contra los intereses económicos de la oligarquía, pero al menos les gritó en la cara que eran unos ladrones. Usted ha terminado de sacarse la careta y mostrar su rostro real de servidor de las élites. Creo que ya es hora de que las moscas ingenuas que acudieron a la miel de su “diálogo” terminen exigiendo en las calles la realización de un verdadero Plan de Economía Política que saque a Ecuador de la miseria.

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